El día había sido completamente agotador, de hecho llevaba días así, estaba a reventar de trabajo, había comenzado por el día que encontraron el cuerpo en los bosques de Palermo, se habían quedado todo el día con el tema del levantamiento del cadáver, peinar la zona en búsqueda de evidencias, recoger los hallazgos de los forenses, lidiar con otros casos y para completar se había tenido que hacer cargo del departamento de homicidios porque Lautaro llevaba ese mismo tiempo sin aparecer, ni una llamada, ni un mensaje y tampoco le había contestado cuando ella lo había llamado.
Inicialmente admitiría que se había preocupado, en un laburo como el que ellos tenían era propio que pensaras lo peor y más con un policía de su rango que muy seguramente había acumulado un par de enemigos, nunca se pasaba por este oficio sin ganarte puteadas de muchos que alegaban ser inocentes o que viéndose con todas las evidencias encima, aun juraban que la culpa de las consecuencias que vivían era tuya y no de sus malas decisiones.
Por eso no fue tan atípico que ella pensara que su ausencia tenía que ver con algo malo que le podría haber pasado, pero cuando la llamó el comisario inspector, para informarle que ella estaría a cargo por licencia del Mayor, entendió que a él nada le había pasado, nada del tipo que ella imaginaba, simplemente pasaba de ella, inevitablemente le llegó esa certeza y aunque evidentemente había sentido un resquemor, como era habitual en ella no había ahondado en esos sentimientos, se había concentrado en la cantidad exorbitante de trabajo, no era propio de Agustina hacerse bola con sentimentalismos, ella no solía sobre pensar las cosas, las únicas que le quitaban el sueño eran las concernientes a su trabajo.
Pensar en eso había hecho todo eso más fácil, que definitivamente lo suyo era tener un matrimonio con su trabajo, a pesar que de forma consciente ella se decía eso y en apariencia estaba tranquila, llevaba casi ese mismo tiempo con una cefalea que se tornaba migrañosa, además se le había extendido hasta su cuello y le había creado una cervicalgia, sin embargo, ella no lo asociaba con sus sentimientos, sino con la enorme cantidad de trabajo que precisamente llevaba sobre sus hombros.
Iba a casa a darse un baño, porque llevaba días en la estación, durmiendo escasamente, en su auto o escritorio, cuando la vencía el sueño, alimentándose a base de café y bebidas energizantes para aguantar un poco más y tener energía, no había comido nada real y no era de extrañar que tuviera una leve gastritis, pero para ella no tenía relación alguna con la vida de mierda que llevaba, se había adaptado a no tener vida personal y llevar un par de meses garchándose a su jefe no cambiaba eso, es más lo señalaba aún más, nadie en su sano juicio se involucraba con su superior.
Evidentemente nada de eso estaba en la cabeza de Agustina, ella no pensaba en nada que la involucrara directamente, ni siquiera en que no le había avisado a Marcos que estaría fuera y por Micaela se había enterado que había llamado a la estación y Delfina le había explicado la situación, era verdad que Agustina no había cargado su móvil, lo había hecho adrede, aunque inconsciente, porque no era como si se hubiera pensado en dejarlo sin batería, pero le gustó el resultado, le gustó dejar de tener la tentación de llamarle a Lautaro, le gustó no tener que haber sido ella quien le explicara a Marcos que prefería vivir en la estación de policía que enfrentarse con su vida de mierda.
Caminaba hasta su auto cuando una piba se le acercó, la reconoció, aunque no recordaba su nombre y francamente no estaba para lidiar con la paranoia colectiva que había creado el ignoto, pero era su trabajo, sobre todo sin Lautaro Santamaría en la estación, ahora ella tenía su trabajo como detective, más el administrativo de él, de manera que la diplomacia hacia los ciudadanos era su mierda, así que le asintió a la piba en señal de saludo, era lo más amable que podía dar, ella era tosca, ser buena con los vivos no era su fuerte y la prueba era Marcos.
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EL JARDÍN DE LOS TULIPANES
Misterio / SuspensoEn Puerto Maderero aparece el cuerpo desnudo de una joven en unas circunstancias extrañas: no tenía una gota de sangre, sin ningún indicio de lo que había ocurrido y ni una pista que conduzca a su homicida. La detective de la policía federal Agustin...