La realidad no desaparecía sólo porque vos no la miraras y eso era algo que ella empezaba a entender, llegar a Buenos Aires fue un golpe de realidad por todas partes, retornar a su casa, a Marcos, fue raro, ella no andaba repleta de culpas que sólo le generarían una carga más, pero tampoco era cara dura, algo se sentía cuando volvías a casa después de no ver a tu marido por poco más de un mes y no podías besarlo, sino que con disimulo le volteabas la cara, eso fue lo que ella hizo, mirar a otro lado y fingir llegar tan agotada que ni un beso podía darle.
Agustina si estaba cansada, pero no del viaje, tampoco de las horas en las que estuvo en los brazos de Lautaro, estaba cansada, pero de su matrimonio y del peso que le llegaba con eso, con verse a sí misma en medio de la rutina, no había mariposas revoloteando en su panza y a cambio sentía temor de oler tanto a Lautaro que se le notara, aunque sabía que no era así.
Marcos experimentaba todo eso de una forma bastante diferente, él la había extrañado, así que tan pronto la vio quería fundirse con ella en un abrazo de oso, quería saber de ella, de qué tal había ido su misión, sabía que ella no le daría detalles por temas de seguridad, pero le sorprendió que no quisiera decirle nada, simplemente había puesto una enorme barrera y casi que lo había alejado con su brazo, como si él le estorbara, ella aseguraba que simplemente estaba cansada y él entendió que quizás estaba muy pesado, pero llevaba más de un mes sin verla, sin ni siquiera saber si seguía con vida y esas cosas pesaban.
La miró moverse por la casa y la sintió distinta, estaba más morocha, seguramente por el bronceado que llevaba y no sabía explicar, pero tenía una expresión que la hacía verse mucho más atractiva, notó que incluso se había puesto un vestido y que se había depilado las piernas.
-Ya Aron, parala, no me dejás andar.-Le dijo ella al perro, mientras arrastraba las maletas con las cosas de Bianca, Lautaro le había pedido que por favor las conservará, que deseaba verla en ellas de vez en vez para recordar esos días en Mar del Plata, ella no había podido decirle que no, ¿quién le decía que no a algo? Tenía unas formas de convencerla bastante efectivas, difícilmente podías negarle algo cuando te estaba haciendo una señora cunnilingus.
-¿Y cómo te fue? Estás divina después de esta misión.
-Bien.-Evitó la alusión a su aspecto, bastante espero que le dijera algo del mismo y jamás lo hizo- Ya el fiscal tiene todo el material probatorio, ahora esperar que no se tuerza o que lo haga el jurado, ya sabés cómo es eso.-Él le sonrió.
-Esperemos que no porque te esforzaste mucho, pero ya volvés a lo tuyo acá.
-Menos mierdecillas en las calles.-Volvió evitar responderle lo último, porque no se sentía como en lo de ella, no se había sentido más ella en mucho tiempo que como se había sentido los últimos días.
-Es porque vos hacés todo para que eso sea así.
-El trabajo fue en conjunto, Marcos.
Ella entró al baño y cerró la puerta tras de sí, aunque era habitual que orinara delante de Marcos, que incluso el uno con el otro defecaran, porque era lo que las parejas de mucho tiempo hacían, se perdían la vergüenza y el misterio a cosas naturales, pero cerraba la puerta escapando de él, se miró a los ojos a través del espejo mientras apoyaba las manos en el lavado, el enorme peso en sus hombros se sentía.
Nunca había querido llegar a eso con Marcos, Dios sabía que él no era un mal tipo, era un muy buen tipo y ella era una maldita egoísta, pero no se arrepentía, no lo hacía, ahora mismo quería estar con él, quería estar con Lautaro y eso pesaba.
Marcos también experimentaba a su manera todo lo que venía pasando desde que ella había arribado al apartamento, parpadeó bastante confundido al verla encerrarse y él quedar allí de pie frente a la puerta con la claridad que ella no quería hablar con él, mientras lo único que él deseaba era hablar con ella porque hacía semanas que no lo hacía.
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EL JARDÍN DE LOS TULIPANES
Mystery / ThrillerEn Puerto Maderero aparece el cuerpo desnudo de una joven en unas circunstancias extrañas: no tenía una gota de sangre, sin ningún indicio de lo que había ocurrido y ni una pista que conduzca a su homicida. La detective de la policía federal Agustin...