ONE-SHOTS KATSUDEKU

Serenatas

Izuku estaba harto, dieciséis, Katsuki Bakugo llevaba dieciséis benditas serenatas a media noche al pie de su balcón.

Ya había probado de todo; echarle agua, sacar a su perro, tirarle una maceta, incluso llamar a la policía. Pero al parecer hasta el jefe Aizawa se apiadaba del "pobre alfa" que tocaba su guitarra en la calle y cantaba sus tontas canciones de amor.

-Sí claro, hace tres años habría funcionado... Kacchan tonto.

Izuku cerró su ventana y corrió las cortinas. Abajo se escuchaba una triste canción llena de arrepentimiento y melancolía. Adentro el llanto de su pequeño cachorro que se acaba de despertar debido a la bulla y los ladridos de los perros de toda la cuadra.

-Ya, ya corazón, mamá está aquí.

Izuku tomó a su cachorrito rubio en sus brazos y lo mecio suavemente para que volviera a dormir.

Su pequeño cerró sus ojitos verdes y se quedó dormido, despacio lo colocó en su cama y volvió a colocar la baranda de madera que había mandado a instalarle por su seguridad.

-Ya fue demasiado.

Molesto se quitó los tubos que usaba para rizar su cabello, se lavó el rostro haciendo que su cara mascarilla de aguacate se desperdiciara. Ser un omega rechazado y madre soltero no le quitaba el afán por mantener su piel y cabello cuidados.

Aseguró su bata de dormir y bajó al primer nivel para abrir la puerta principal.

La imagen era tan deprimente y patética como la primera vez.

Katsuki estaba un poco ebrio, sonrojado por el frío y con su camisa mal abotonada. Llevaba medio mes yendo a tocar sus famosas canciones para "recuperar a su omega" mismo que había abandonado antes de irse a la gira que lo haría famoso.

Izuku aún recuerda esa época, en la que creyó que Katsuki finalmente le pediría matrimonio y serían una feliz pareja enlazada, guardó el secreto de su recién descubierto embarazo para sorprenderlo. Pero no se esperaba esas frías palabras "Fue divertido Deku, sabes que eres el omega de mi vida, pero al fin seré famoso, lograré mis sueños. Así que acepté la gira por norteamerica, no regresaré sino hasta dentro de 3 años. Terminemos y si no hemos encontrado a nadie en ese tiempo, pues probamos otra vez... Adiós Deku"

Sí, como si los cuatro años de noviazgo que llevaban no hubieran valido nada. Aceptó su despedida con tristeza, pero también con firmeza sabiendo que le tocaría criar a su bebé solo. Quizás fue tonto no decirle, pero bueno, no quiso que Katsuki dejara sus sueños de lado por un matrimonio que aparentemente no quería. Así que no le dijo nada, pasó su embarazo solo y dio a luz a Iku solo, sin su alfa.

Ha vivido cada día como un omega rechazado, pero feliz con su pequeño cachorro, así que no lo necesita. No necesita al tonto alfa que lo dejó olvidado.

-Vete Bakugo, molestas a Iku y a los vecinos. No quiero tener que llamar de nuevo al jefe Aizawa.

-¡Deku! Eres el amor de mi vida, perdóname... Hip... Déjame ver a mi hijo...

El pecoso cruzó los brazos sobre su pecho e infló las mejillas, era frustrante.

-Olvídalo Bakugo, Iku es solo mi bebé ¿No tienes más giras y más fama que alcanzar?

-Nada valió la pena porque no estabas a mi lado ¡Izuku, bebé, regresa conmigo! Fui un idiota lo sé.

-Muy idiota, pero ya no me importa, solo vete.

-¡No! Te amo lo Deku, acepta ser mi omega, juro que no me iré de nuevo, por favor

Izuku sentía las malditas mariposa en su barriga de nuevo, pero estaba decidido en no dejarse vencer. Después de todo, Katsuki Bakugo ya lo había dejado una vez ¿Qué le aseguraba que no lo hiciera de nuevo?

-Quiero conocerlo, por favor.

<Todo por culpa de Todoroki> Pensó molesto el pecoso, su supuesto amigo le había dado su nueva direccion a Katsuki cuando regresó al país, dis que para buscarlo y retomar su romance. Justo volvía del trabajo con su pequeño en brazos cuando lo vio.

Para el alfa bastaron unos segundos viendo a su cachorro para atar cabos. Rubio cenizo y de cabello puntiagudo y desordenado, pecas y ojos Verdes, es que Iku Midoriya es la mezcla perfecta de los dos. Desde ese momento comenzaron las desastrosas serenatas del famoso cantante en su ventana y su tormento diario de feromonas dulces y obsequios.

-aaah ¡rayos! Lo pensaré ¿sí? Pero ya deja las serenatas o juro que me mudaré hasta de país.

Katsuki sonrió mostrando sus colmillos, como solía hacerlo cuando se salía con la suya. Izuku sintió un vuelco en su estómago, odiaba seguir amando a ese alfa tonto.

Pero, al menos no le dejaría nada fácil para ganarse de nuevo su corazón. Y mucho menos dejaría que Iku le llame papá sin que se lo gane...