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Mingyu abrió los párpados con lentitud, la fuerte luz de la habitación lo golpeó con fuerza, tomándole un tiempo poder acostumbrarse.

Quiso levantar su brazo para cubrir su vista, pero en vez de lograrlo, se quejó de dolor.

Todo el cuerpo le dolía como el infierno.

Apenas podía moverse, si es que mover levemente el dedo índice podría considerarse algo.

Lo único que al parecer funcionaba para él, eran sus ojos y los músculos que ocupaba para respirar.

De la nada, se largó a reír.

Y dolió más.

Ay mierda.

Por supuesto dolería. Le dispararon en todo el puto cuerpo.

Un sentido de racionalidad lo golpeó de la nada.

¿Qué estaba pensando cuando creyó que recibir balas de plata sería mejor idea que ocultarse tras la corteza de algún árbol?

El golpe de adrenalina de seguro le había consumido todas las neuronas funcionales de su cerebro.

Pero deja de auto torturarse con sus pésimas elecciones de vida cuando los sonidos de unos pasos llegan acercándose a la distancia.

Alguien se asoma por la puerta abierta, y sus ojos rápidamente se encontraron con los del chico que le observaba con notorio asombro.

—Despertaste.

Mingyu frunció el ceño.

Jimin vestía un delantal de cocina que tenía el dibujo de un lobo demasiado tierno, comiéndose un pastel que de seguro no comían en la vida real.

Uno de sus brazos sujetaba una fuente contra su pecho, mientras que su otra mano sujetaba una paleta de madera que batía con lentitud.

Parecía realizar el movimiento por inercia, ya que sus ojos no dejaban de mirarle con sorpresa.

Mingyu no supo cómo procesar la vista.

—¿Estoy en una especie de universo paralelo? —preguntó, más para sí mismo. Abrió demás los ojos cuando otro raciocinio lo golpeó como una revelación divina—. ¿Acaso morí y ya estoy comenzando a vivir mi novena y última vida?

—¿¡Qué!? —Otra voz se alza por el pasillo, y rápidamente Yoongi emerge tras el marco, frunciendo el ceño el doble que él, y Dios, ¿eso era un delantal a juego con el de Jimin? ¡Qué rayos! Yoongi negó, obviando la mueca de asco que había adoptado su rostro—. ¿Cómo es eso de la novena vida?, creía que las brujas solamente reencarnaban nueve veces, ¿los vampiros también?

Mingyu le observó como si le hubiese salido otra cabeza del cuello.

—Por supuesto que no, ¿qué mierdas dices?

—Entonces por qué dijiste eso —le gruñó, fijando su mirada en él.

—Porque quiero —se mofó Mingyu, y luego miró a Jimin cuando Yoongi le dio esa mirada como si quisiera abalanzarse sobre él y comenzar a bailar arriba de su estómago, lo cual, en ese estado, sería el golpe final de una muerte ridícula. Pensando en lo último, sus cejas se arquearon, adoptando un aspecto preocupado—. Jimin, estoy indefenso y tu esposo me está mirando mal.

—Eso es mentira. —espetó Yoongi, pero lucía feliz por escuchar la palabra "esposo".

—¿Y dónde se supone que estoy? —preguntó Mingyu, decidiendo ignorarlo—, lo último que supe de mí, es que esos malditos humanos me ocuparon como saco de punterías, ¿Dónde está Hoseok?

GRANATUM #2; taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora