Capítulo 1 | La Llegada Inesperada

15.3K 1.2K 122
                                    



⩇⩇:⩇⩇

En una casa en medio del bosque, la familia Cullen se encontraba reunida por orden de la chica parecida a un hada.

"Alice, ¿por qué nos reuniste a todos?", preguntó el patriarca de la familia.

La mencionada se quedó paralizada. No había tenido una visión, pero sentía que algo iba a ocurrir en unos momentos.

"¿Pasa algo? ¿Es una de tus visiones? ¿Bella está bien?", habló un preocupado Edward, quien no entendía los pensamientos de su hermana, ya que estos iban con una rapidez preocupante.

Ella lo observó fijamente; no tenía idea de lo que hacía, pero algo le decía que tenían que estar todos allí, ya que sospechaba que lo que ocurriría tenía que ver con él y con Carlisle.

"No sé qué hago, pero tengo el presentimiento de que algo ocurrirá justo ahora", agregó, observando por el gran ventanal.

El resto de la familia la miraba fijamente, tratando de entenderla.

"¿Qué...?" Antes de que Carlisle pudiera terminar la pregunta, se escuchó un estruendo en medio de la sala y apareció una fuerte luz.

Los demás sintieron la poderosa energía que emitía la luz, pero antes de que alguien pudiera decir algo, una persona emergió de dicha luz. Los Cullen estaban atónitos; no sabían qué decir, ya que de dicha luz acababa de emerger una persona que salió con elegancia.

Carlisle observó detenidamente a la persona que estaba allí en medio de la sala. Miraba a todos los lados con ojos curiosos hasta que detuvo su mirada en él. —No puede ser—. Carlisle no podía creer a la persona que veía; se quedó boquiabierto cuando se dio cuenta de quién era y, si pudiera llorar, lo hubiera hecho. Eso, eso no puede ser cierto; hace siglos que no veía esa mirada tan profunda de su viejo amigo.

"Vaya, vaya, pero mira lo que tenemos aquí", la voz del desconocido los sacó de su ensoñación. "¿Qué sucede, querido Carlisle? ¿No piensas saludar a tu amigo?", preguntó el desconocido con una sonrisa socarrona.

"Sirio", murmuró.

Sin pensarlo, ya estaba abrazando al hombre alto. Dios, cuánto había extrañado a ese viejo imbécil.

"C-c-cómo...", tartamudeó el rubio en medio del abrazo.

Los demás miraban a Carlisle como si le hubiera salido otra cabeza; en los años que estuvieron con él, nunca había abrazado a alguien así, ni siquiera a Bella, con ese afecto.

El mencionado se separó del abrazo para después agarrar al hombre por los hombros y mirarlo de arriba abajo.

"¡Tú, maldito viejo!", exclamó.

El contrario lo observó con una mirada indignada mientras llevaba su mano derecha hacia su pecho. —¿Cómo se le ocurre decirme viejo? Solo tengo 534 años, no soy tan viejo—.

"Viejo tu abuelo, que en paz descanse en el infierno", respondió con burla.

Emmett, que estaba cerca de ellos, casi se cae de la risa. Los demás todavía no comprendían qué acababa de suceder y quién era ese hombre alto y delgado, con un porte como si fuera de la realeza.

"Carlisle, cariño, ¿quién es este joven?", preguntó una mujer que parecía ver a todos con amor, incluido a Sirio.

Carlisle, que se había perdido de nuevo, recuperó el control de su cuerpo cuando escuchó el llamado de su esposa.

"Oh, sí, cariño, te presento a Sirio D'Angelo", el mencionado le regaló una sonrisa encantadora. "Sirio, te presento a mi esposa Esme".

El mencionado tomó la mano derecha de dicha mujer y la besó con delicadeza.

"Encantado de conocerla, mi lady", respondió para después observar a su alrededor.

El patriarca de la familia captó la mirada de su amigo y se dispuso a presentarlos a todos.

"Sirio, te presento a mis hijos: Emmett, Alice, los gemelos Jasper y Rosalie, y Edward Cullen".

Sirio fijó su vista en el último mencionado y se quedó estático; en los siglos que tenía, nunca había visto a alguien tan hermoso. Sin pensarlo, se acercó al susodicho, tomó su mano derecha y la besó.

"Es un placer conocer a alguien tan hermoso como usted", habló con un tono encantador.

Edward, que estaba oliendo un rico olor proveniente de dicho hombre, si hubiera sido humano, se habría sonrojado. —Qué vergüenza—.

Sirio, sintiendo la incomodidad del chico, se alejó para acercarse nuevamente a su amigo Carlisle.

"Viejo amigo, espero no molestar, pero me gustaría hablar en privado".

El mencionado observó a los demás, y estos se alejaron.

"Claro, sígueme".

Sirio siguió al vampiro hacia lo que creía que era el despacho de este.

•••

Mientras tanto, en una habitación se encontraban Edward y Alice.

"Edward, ¿qué acaba de suceder?", preguntó la vampiro con apariencia de pequeña duende, quien estaba perturbada por la nueva presencia y no podía ver nada de él.

El mencionado, que estaba ido, escuchó la pregunta de su hermana.

"No tengo idea, pero su olor es tan atrayente", respondió el vampiro de pelo cobrizo, que todavía sentía su olor como si lo tuviera enfrente.

Alice solo lo miró fijamente. Tenía varias teorías, pero no quería decir nada sin saber bien lo que sucedía todavía.

El de pelo cobrizo se quedó mirando por el gran ventanal de la habitación antes de seguir hablando, "Su olor es más atrayente que el de Bella. No, él huele mejor. Bella es solo su sangre, que huele deliciosa".

Con esas palabras, Alice ya sabía lo que sucedía. No lo podía creer; siempre había creído que Bella era el alma gemela de él, pero no, solo era su Tua Cantante de Edward. Se le cayó el mundo. "¡Edward tiene un hombre como su alma gemela!"

El vampiro de pelo cobrizo, que estaba mirando por el ventanal, se volvió a verla con pánico.

Mierda, Edward le leyó la mente.

"¿Qué?", fue todo lo que dijo antes de explotar. —¡Tiene una alma gemela y esa alma gemela es un hombre! ¡Y no es su novia Bella, sino un maldito hombre que salió de la nada!—, Edward estaba histérico. ¿Qué diablos había sucedido en tan solo un día y en medio de otro problema?

Victoria... Se había olvidado de esa mujer, que estaba preparando un ejército de neófitos para poder atacar a su familia y a su novia. —¡Su novia! ¿La puede seguir llamando así?—, Se había sentido tan bien con ella, pero en los últimos días le había estado colmando la paciencia, y más con querer ser un vampiro y casarse con él. —¡ESO ES!—, No se había dado cuenta. Mujer estúpida, solo lo quiere por ser un vampiro, pero él la ama, ¿no?

Edward estaba en un dilema sin saber que dicho hombre que había llegado de la nada podía escuchar sus pensamientos.

𝐄𝐋 𝐁𝐑𝐔𝐉𝐎 - 𝗘𝗗𝗪𝗔𝗥𝗗 𝗖𝗨𝗟𝗟𝗘𝗡® (EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora