𝐄𝐋 𝐁𝐑𝐔𝐉𝐎 - 𝗘𝗗𝗪𝗔𝗥𝗗 𝗖𝗨𝗟𝗟𝗘𝗡® (EN EDICIÓN)

Capítulo 2 | Dones Ocultos

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Carlisle observó fijamente a su mejor amigo; todavía no podía creer que estuviera frente a él después de tantos siglos.

"¡Por las tetas caídas de Morgana! Cars, deja de verme como si fuera la momia viviente".

"Sabes que todavía no puedo creer que estés aquí", respondió el contrario. —Te ves muy bien—.

"Cars, ya sé que me veo bien, pero cállate, que estás casado", agregó sonriendo.

Carlisle lo miró como si le hubiera salido otra cabeza.

"¿Cómo?", preguntó confundido.

"Nunca te dije cuál era mi don, ¿cierto?"

El contrario lo observó fijamente mientras levantaba una ceja.

"Bien, mi don es un espejo", exclamó ante la mirada de su amigo.

"¿Un espejo?", agregó confundido.

"Sí, puedo copiar los dones de los demás".

Carlisle no lo podía creer, era la primera vez que escuchaba de un don así, incluso podría rivalizar con los de los Vulturi.

"¡Ay, por favor! Deja de verme como si fuera un premio de televisión", exclamó con voz burlona.

Sirio no dejaba de mirar a la humana que tenía frente a él. Quería callarse lo que pensaba, pero su lengua de plata nunca se detenía. Carraspeó llamando la atención de todos y, antes de decir algo, volteó a ver a Edward.

"¿Tanto drama por esta humana?", preguntó con burla. "Parece lista para el matadero, me compadezco".

Rosalie sonrió burlonamente mientras lo veía con una luz nueva para burlarse de la existencia de Bella.

Sirio observó fijamente a Bella y, con un movimiento de su mano izquierda, derribó los escudos de su mente.

—¿Por qué este hombre está aquí, opinando como si fuera de la familia?—

"Qué mal educada tu novia, Edward", comentó. El de pelo cobrizo miró a Bella como si le hubieran salido más de tres cabezas.

"¿Qué?" Edward observó a Bella y después a Sirio, y luego de nuevo a Bella. "Ahora puedo leer tu mente", susurró.

Bella lo miró fijamente antes de sonrojarse.

Sirio volteó la cara asintiendo hacia su amigo y salió de la casa para no tener que lanzarle un hechizo a la humana. Se detuvo en el umbral de la puerta antes de darse la vuelta y pisar fuerte en el suelo, haciendo que la casa temblara; acababa de protegerla con fuertes protecciones.

"Cars, que me lo agradezca después", susurró.

Después de terminar de lanzar las protecciones, se alejó corriendo, adentrándose en el bosque oscuro. Sirio corría y saltaba por los grandes árboles con una agilidad envidiable. Podía sentir el aire chocar contra su cara. Se detuvo en un árbol para mirar hacia abajo y ver un gran lobo. De un salto, cayó detrás del lobo que estaba descansando en la tierra. —Se ve apetecible—.

Antes de que pudiera hacer otro movimiento, el gran lobo dio un salto y se puso en sus cuatro patas para después empezar a gruñirle.

"Lobo malo, no me gruñas", agregó con el ceño fruncido y ambas manos en la cintura.

—Maldita sanguijuela, aléjate, antes de que te arranque la cabeza—.

"Eh", Sirio giró la cabeza hacia los lados buscando de dónde vino ese pensamiento, hasta que el lobo volvió a gruñirle y él se giró para mirarlo fijamente. "¿Acabas de hablarme? ¿Me entiendes? A ver, salta y patalea".

—Cállate, sanguijuela—.

Sirio lo miró como si se hubiera sacado la lotería; era la primera vez que se encontraba con un metamorfo.

"¡Eres un metamorfo!", exclamó.

—Tú mamá lo será—.

Sirio se echó a reír; ese metamorfo le parecía muy gracioso, además de parecer un cachorro.

"Eres divertido, cachorro, pero tengo que cazar", respondió.

Antes de que el metamorfo volviera a gruñirle, salió corriendo a velocidad vampírica. Se dio cuenta de que el gran lobo lo seguía, así que decidió jugar con él, pero antes de hacer algún movimiento, captó otro olor de vampiro.

—Otra sanguijuela, tiene malas intenciones—.

Sirio observó una cabellera roja pasar corriendo a su lado con el clan Cullen detrás de ella. No decidió preguntar y comenzó a seguir a la pelirroja. Corría rápido y era sigilosa, pero ella no podía contra él; era una lástima. Sirio saltó un gran tronco y cayó encima de la pelirroja mientras el gran lobo y el clan Cullen se detenían detrás de ellos.

"Pero mira lo que tenemos aquí: una pelirroja sedienta de venganza", exclamó.

Sirio se adentró en la mente de la vampira y vio todo lo que estaba haciendo y lo que había estado planeando. Le lanzó un hechizo para mantenerla pegada al suelo.

"Sabes, tenía tiempo que no lanzaba un hechizo de fuego, pero creo que lo amerita", habló con voz profunda.

Antes de que los demás pudieran decir algo, Sirio lanzó el hechizo.

"Incendio", gritó.