Capítulo 10 | Revelaciones Íntimas

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Seth se removió en el sofá, abriendo los ojos lentamente. Se sentía liviano, como si ya no tuviera un peso sobre él. Suspirando, se inclinó observando todo a su alrededor y, para su asombro, el lugar en el que se encontraba era cinco veces más grande que su casa. ¿Dónde estaba? ¿De quién era esta sala de estar? Aunque era gigante, se veía hogareña. Soltando otro suspiro, se estiró sobre el cómodo sofá para luego poner los dos pies en el suelo y levantarse. Volviendo a mirar alrededor, vio un hermoso piano cerca del ventanal que daba hacia el bosque y se acercó maravillado por lo que veía. Él no era de los que les gustaba la música tanto como para tocar un piano, pero este era hermoso.

Se escuchó un carraspeo que lo sacó de su ensoñación. Girándose, vio al hombre más hermoso que había visto nunca. Mirándolo boquiabierto, Seth no sabía si preguntar si lo había secuestrado, porque no se quejaría, hasta que vio a Jacob saliendo detrás de la espalda de aquel hombre con una mirada preocupada dirigida hacia él.

"¿Seth, amigo, estás bien?", preguntó Jacob acercándose con ojos preocupados, pasando las manos por todo el cuerpo de Seth y girándolo para ver si tenía algún rasguño.

Aunque le molestaba un poco la espalda, se sentía perfectamente. "Estoy bien", balbuceó sin saber qué más decir. Podía sentir un aura en aquel lugar que le ponía los pelos de punta.

Sintiendo cómo se le caía el mundo, le estaban llegando los sucesos de anoche. ¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué les hacía hacer cosas así? Espera, ¿este hombre no era el vampiro que había visto anoche junto a Jacob y Edward?

"Veo que estás bien, jovencito", confirmó aquel vampiro con una voz varonil.

Moviendo la cabeza de un lado a otro para alejar los pensamientos para nada normales que le estaban llegando, se aclaró la garganta. "Emm, sí, muchas gracias por lo que sea que me haya hecho. Ahora me siento un poco más liviano y es un alivio", anunció dándole las gracias.

Sonriendo, Sirio se acercó al sofá en el que estaba anteriormente. "Eso es bueno. Tu alfa es un cretino, sin ofender", mintió, esperando que le llegara el mensaje a Sam donde quiera que estuviera.

Sin entender lo que decía, Seth se sentó en el otro sofá junto a Jacob.

"No entiendo. Sé que me descontrolé anoche; sentí como si algo me hiciera fuerza en el pecho para hacer tal cosa. ¿Sabe qué fue eso?", preguntó un poco aterrado por lo que le vaya a decir.

"Sí, de hecho, lo sé, y el cachorro también. Tu alfa te ordenó hacer algo que no querías y aun así lo hiciste contra tu voluntad. Siendo él el alfa, no puedes desobedecerlo por su voz de mando. Aunque ya no deberías, ni el cachorro preocuparse por eso. Acabo de romper el lazo que los unía y ya no podrá hacerles hacer algo que no quieran", articuló con voz cantarina.

Sin saber qué responder, aquellos dos cambiaformas se observaron entre sí para luego asentir.

•••

Edward se detuvo en seco en el último escalón de las escaleras, viendo cómo todos, incluyendo Carlisle, lo observaban con un poco de asombro.

"¿Qué les sucede? ¿Por qué me miran así?", preguntó con voz ronca, sin haberse dado cuenta de que lo miraban por lo que había hecho en el baño horas atrás.

"Sabía que tenía la cuerda floja", susurró Jasper, pero Edward lo pudo escuchar.

Intentando que sus hijos no lo pusieran en ridículo, Esme se acercó a él sonriendo.

"¿Hey, cariño, cómo te fue anoche con Sirio?", mencionó la vampiro observando cómo Edward se ponía rígido.

Edward, que se había acercado al piano, se detuvo en seco y se puso rígido inmediatamente, recordando lo que había hecho horas atrás. Poniendo ambas manos en su cara, susurró, "Mátenme y denme de comer a los perros". Para escuchar cómo su familia se reía, incluyendo Esme y Carlisle.

Qué vergüenza. Ahora su familia pensará que es un desvergonzado ya que nunca había hecho algo así por Bella.

"No se preocupen, familia. Pronto dejará de ser monja, ¿verdad, Eddy?", bromeó Emmett con voz dulce. "¡Oh, Sirio! ¡Así me gusta, Sirio! ¡Hazme cómo me gusta!", gritó alrededor de Edward con burla, haciendo que los demás volvieran a reírse.

Si Edward hubiese sido humano, se habría desmayado por el momento. Su familia nunca se olvidaría de eso y mucho menos Emmett, Rosalie y Jasper. Se lo recordarían toda la eternidad.

•••

Habiendo despedido a los dos chicos, Sirio se dirigió a su habitación para salir al balcón de esta, sintiendo la fresca brisa que brindaba el nuevo día.

Podía escuchar a su fiel amigo Liam en el baño, quitándose la calentura. Negando con la cabeza, Sirio sonrió.

"¿Quién hubiera pensado que viniendo aquí encontraríamos algo por lo que luchar?", susurró, inclinándose sobre la barandilla.

Su amigo Liam, que lo quería tanto como un hijo, después de haberse convertido en un vampiro se volvió un viejo gruñón arisco como él, pero con más intensidad. La vida vampírica de ellos al principio fue una mierda; Sirio por haber perdido al amor de su vida y Liam porque nunca tuvo a nadie con él hasta que se conocieron. Siempre fue así e incluso cuando conocieron a Carlisle fueron como los tres mosqueteros.

Se sentía como una quinceañera. Siempre que estaba solo se ponía a pensar en el pasado, y eso no le gustaba; él era un dios en frente de esta multitud llamada humanos.

Liberando su magia, Sirio hizo una barrera alrededor de su casa junto con el gran bosque cercano. Así, dándose la vuelta, entró a su habitación para quitarse el traje que todavía traía puesto desde el día de ayer. Se acercó al espejo grande que tenía frente al clóset para quitarse la camisa negra, observando su cuerpo trabajado. Suspirando, prosiguió a quitarse el cinturón de su fino pantalón, dejándolo caer al suelo. Se miró de nuevo en el espejo completamente.

"Eres hermoso, cariño", insinuó con voz seductora, para quitarse la ropa interior y adentrarse en el baño.

𝐄𝐋 𝐁𝐑𝐔𝐉𝐎 - 𝗘𝗗𝗪𝗔𝗥𝗗 𝗖𝗨𝗟𝗟𝗘𝗡® (EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora