Capítulo 7 | El Despertar de la Verdad

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Estando Sirio y Carlisle en el despacho del primero, la conversación surgió sin inconvenientes. "¿Todavía sigues de amigo de los Vulturi?", preguntó Sirio con una ceja alzada, levantando su copa de vino mientras esperaba la respuesta de Carlisle.

Carlisle sabía que en algún momento Sirio le preguntaría sobre los Vulturi. Después de todo, los Vulturi no sabían de la existencia de Sirio, y si lo supieran, no vivirían para contarlo, ni siquiera el infame Aro. Sirio no era de las personas a quienes les gustaba que le pusieran reglas o le mandaran, y mucho menos personas que se creían superiores a él. "Sí, aunque hace años que no veo a los Vulturi. Aro siempre ha querido a Alice y a Edward de su lado, solo por sus dones", articuló Carlisle.

"¡Ja! ¿El bastardo de Aro no tiene suficiente poder ya? Te lo diré, si ese desgraciado se acerca a mí o a alguno de ustedes, lo convertiré en cenizas, tal y como hice con esa pelirroja", respondió Sirio mientras gruñía. No sabía cómo su amigo soportó estar bajo el techo de ellos en aquel tiempo.

Mientras los dos hombres conversaban en el despacho, Edward salió de su habitación para bajar las escaleras y acercarse al despacho de Carlisle. Pero, antes de agarrar el pomo de la puerta, escuchó la voz de Esme. "¿Él te atrae, verdad?", declaró la mujer al ver cómo Edward se quedaba paralizado antes de responderle. ¿Atraerle? Puede que sí. A pesar de haber estado muy enamorado de Bella y de conocer tan poco al vampiro, realmente le atraía. Cada vez que se acercaba, cuando miraba esos ojos rojos tan profundos, cuando sentía la cercanía y esa voz tan perfectamente masculina del vampiro.

Mientras Edward pensaba en lo que le provocaba Sirio, el mencionado, al otro lado de la puerta, dejó de escuchar lo que su amigo Carlisle le decía para enfocarse en los pensamientos que Edward tenía sobre él.

Volviendo a Edward, miró a Esme fijamente. "Creo que estoy enamorado", murmuró, mirando a su madre aterrorizado. "¡Estoy enamorado de un hombre!", gritó Edward.

Desde la planta de arriba de la casa se escuchó un "¡Qué!", Jasper y Alice, que iban entrando por la puerta principal, soltaron un "¡Qué!", Rosalie, que había salido de la cocina, se paralizó y gritó "¡Qué!", y Emmett, que había sido el primero en hacer tal exclamación, apareció repentinamente al lado de Esme con los ojos tan abiertos que Edward pensó que se le iban a salir. Del otro lado de la puerta, ninguno de los hombres escuchó tal escándalo de parte de los demás vampiros, ya que Sirio había puesto un hechizo de silencio para que nadie los molestara.

Edward observó a los demás con una mirada aterrorizada antes de darse la vuelta y entrar al despacho donde estaban los dos hombres conversando. Cerrando la puerta con fuerza, que pensó que había destruido, Edward se acercó al asiento al lado de Sirio bajo la atenta mirada de los dos vampiros mayores delante de él y empezó a actuar con normalidad.

"¿Entonces de qué hablaban?", murmuró Edward mirando a los dos vampiros.

Sin prestarle mucha atención, Carlisle prosiguió hablando sobre su amistad con los Vulturi mientras Sirio escuchaba atentamente, pero también observando cómo el vampiro a su lado tenía el cuerpo tensado. Sin pensarlo mucho, Sirio alargó su mano y la puso sobre la pierna izquierda de Edward, empezando a pasarle el pulgar de arriba hacia abajo, logrando que el vampiro se calmara.

Edward, al sentir la mano del hombre en su pierna, se relajó, y ahí fue cuando pensó, —Estoy jodido—.

•••

Jacob escuchaba atentamente lo que decía su alfa.

"Y ese vampiro amigo de los Cullen, quiero que lo vigilen sin que él se dé cuenta, así sabremos con quién tratamos. Además, ya que se mudó aquí, entrará en el tratado", proclamó Sam, el alfa.

Jacob, al escuchar esto, bufó ante aquellas palabras. Si supieran de lo que era capaz ese vampiro, no estarían tan tranquilos. Pero él no estaba asustado; no, él estaba asustado de lo que le haría a sus amigos si se interpusieran en su camino.

Pensando en todo lo que le había dicho aquel vampiro cuando se vieron, las mejillas de Jacob se tornaron rojas. —Puedes decirme papi—. Aunque sin saber cómo, aquel hombre se había ganado el cariño de Jacob, aunque él no se lo diría. Su orgullo podía más que él. Además, podía sentir el amor fraternal que el mencionado le daba las veces que estuvieron cerca, y Jacob sentía que aquel vampiro pudo ser un mejor padre para él que el suyo, aunque lo admitiera y le doliera. Su padre era un total bastardo con él, aunque no lo demostrara cuando estaban los demás.

Jacob se sentía solo. Pensó en cuando estuvo enamorado de Bella. ¿Realmente lo estuvo? Sintió ese enamoramiento como si solo llevara la cuenta a su rival Edward. ¿O todavía es un rival?

Sin pensarlo mucho, se alejó de los demás y se adentró en el bosque. Sabía que ahí el vampiro loco lo encontraría.

𝐄𝐋 𝐁𝐑𝐔𝐉𝐎 - 𝗘𝗗𝗪𝗔𝗥𝗗 𝗖𝗨𝗟𝗟𝗘𝗡® (EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora