Capítulo 5 | El Precio del Amor

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"¿Quieres que la torture para ti?", ofreció Sirio con voz cantarina.

Edward observó al vampiro frente a él. Se suponía que tenía una chica maravillosa que lo quería por quién era, no por lo que era, y por primera vez se sintió aterrado. Pensó que el mundo le caería encima, pero luego apareció este hombre en su vida: elegante, despiadado, frío, con un humor detestable. Desde que se vieron la primera vez aquel día, no ha podido dejar de pensar en lo que le provoca la presencia de este hombre.

"No quiero que le hagas daño", murmuró.

Sirio quería estrangular al vampiro delante de él. A pesar de todo lo que hizo, la niña tonta todavía la sigue cuidando.

"¿Acaso estás mal de la cabeza, cariño? ¿Después de todo lo que hizo la niña estúpida, aún la sigues defendiendo?", soltó un gruñido mientras estampaba a Edward contra un árbol. "¿Cuándo aceptaste que tus sentimientos no valen nada?", susurró en el oído del contrario.

Edward, por la rapidez de la situación, no sabía qué hacer o decir. Por un lado, pensaría que este hombre estaba loco, pero no pudo apartar los ojos de la mirada furiosa que él le daba. ¿Por qué le importa tanto? Él siempre puso a Bella por encima de él y su familia. ¿Acaso eso no estaba bien?

"¡No! ¡No está bien! ¿Acaso no lo entiendes? Sweetie, no minimices tus sentimientos por los de alguien más, incluso por la persona que más ames!", gritó molesto.

"¿Por qué me dices esto?", exclamó el contrario ante el grito.

Sirio sabía que conocía a Edward desde hace poco, y aunque fueran almas gemelas, no quería apresurar las cosas con él. No era su estilo. Además, no esperaba que cayera en sus brazos de repente. La situación en la que estaba era por su culpa; él tuvo que romper la mente de esa chica para poder leerla.

"Sweetie, mírame, no te molestes conmigo. Yo solo quiero verte bien, pero hablaremos de esto en otro momento", gruñó, besando su mejilla antes de desaparecer.

Edward tocó el lugar en donde Sirio le dio el beso y sintió escalofríos. Si hubiera sido un humano, se habría sonrojado.

¿Acaso me dijo Sweetie?—, susurró.

•••

En ese instante, Bella Swan discutía consigo misma cuando observó a lo lejos cómo se incendiaba una casa. Pensó lo peor y echó a correr, entrando en pánico al llegar al lugar y darse cuenta de que era su casa. Vio que el auto de su padre estaba en frente y, asustada, comenzó a gritar.

¡PAPÁ, PAPÁ, AYUDAAA POR FAVOR, PAPÁ!, gritó mientras los vecinos empezaban a salir alarmados. —¡AYUDA POR FAVOR, PAPÁ!—.

Sin pensarlo, corrió hasta la puerta de enfrente y le dio una patada. Podía sentir cómo el fuego tomaba fuerza, pero aún así no le importó. Tomó su chaqueta y se cubrió la cara antes de entrar para buscar a su padre.

"¡PAPÁ!", volvió a gritar, solo para encontrar a su padre calcinado sobre el sofá de la sala con su cerveza en la mano.

"¡NOOO!" Bella se despertó gritando con lágrimas en los ojos cuando Charlie apareció en su habitación, preocupado.

"¡Hey, hey! ¿Cariño, estás bien?", exclamó Charlie, llegando a su lado.

Fuera de allí, se podía observar a un hombre alto y elegante sentado en la rama de un árbol con una mirada que proponía muerte.

"Eso es poco para lo que se te viene, niñita. Nadie se mete con lo que es mío", susurró antes de desaparecer en su oficina.

"¡Liam!", gritó.

"Señor, ya sabe que no necesita gritar, y como siempre, aquí tiene su té favorito", murmuró antes de retirarse.

Tomando el té que fue dejado sobre su escritorio, Sirio sintió satisfacción. Le encantaba sentir el sabor de su té favorito, pero también sentir el miedo y el terror que sintió la niñita.

"Para la próxima, haré un monumento con cada parte de su cuerpo".

𝐄𝐋 𝐁𝐑𝐔𝐉𝐎 - 𝗘𝗗𝗪𝗔𝗥𝗗 𝗖𝗨𝗟𝗟𝗘𝗡® (EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora