Nos sacarán (Oler)

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de WitchyGirl99 y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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—Bueno —empezó Inuyasha, inclinando la cabeza hacia ella—. Tú debes de ser Kagome Higurashi, la asistente personal de Sesshomaru.

—Y tú debes de ser Inuyasha Taisho, el medio hermano de Sesshomaru —contestó Kagome, asintiendo. La sensación de abatimiento que se extendió por su pecho no estaba liberando nada. Empezó a respirar más superficialmente.

Una pequeña sonrisa de satisfacción iluminó el rostro de él y asintió.

—Supongo que no es necesario presentarse, entonces, aunque no recuerdo haber mantenido una conversación contigo.

—No la has tenido.

Inuyasha siguió sonriendo con satisfacción. El ascensor era frío pero oscuro, la única luz provenía del techo. Las puertas resplandecientes reflejaban su imagen, haciéndole ver la tensión en el rostro de la mujer. Si se inclinaba solo un poco hacia delante, podría oler su perfume en el aire. Había algo extraño en ella en la situación actual e Inuyasha intentó localizarlo.

—Vamos a salir de aquí, lo sabes, ¿verdad?

Kagome asintió. Una, dos veces, y luego levantó la mirada finalmente para encontrarse con la suya.

—Lo sé. Bueno, ¿cómo estás?

Inuyasha la miró un momento antes de poner los ojos en blanco hacia el cielo.

—Estupendo. ¿Cómo estás tú?

—No tan bien —respondió. Su voz sonaba más débil cuanto más hablaba. No fue hasta entonces que se dio cuenta de que estaba temblando.

Frunció el ceño y se deslizó sobre su trasero para sentarse cerca de ella, le tocó ligeramente el hombro.

—¿Qué pasa?

Kagome se rio débilmente un momento antes de inclinar la cabeza hacia el techo.

—Soy, eh, un poco claustrofóbica.

Puede que fuera el tono en el que lo dijo, pero Inuyasha estalló en carcajadas.

—¿Eres claustrofóbica? ¿Y aun así coges el ascensor todos los días y aparentas estar tan bien como todos los demás?

—Lo sabía —murmuró—. Y sí. Estoy bien porque sé que en unos instantes saldré. Siempre y cuando sepa cuándo voy a salir, estoy bien.

—Pero vamos a salir —intentó explicar Inuyasha, bajando la mano para apoyarla entre sus propios muslos—. Solo un poco más y nos sacarán de aquí.

Kagome asintió.

—¿Puedes moverte?

Inuyasha le dirigió una sonrisa ladina.

—¿Más cerca?

—No —dijo Kagome rápidamente, apartándose—. Más lejos.

La sonrisilla desapareció al instante.

—Bueno, eso es una sorpresa. Nunca antes me habían dicho que me apartase —dijo, casi sonaba como si le sorprendiese su habilidad para resistirse a él—. ¿De verdad quieres que me aparte?

—Estoy respirando tu aire usado —dijo Kagome con sequedad—. Y si respiro mucho, moriré por inhalación de tu dióxido de carbono.

Eso le hizo reír. Inuyasha estaba prácticamente rodando por el suelo, fijando la mirada en ella con incredulidad antes de volver a su risa interminable.

—Mujer, ¿va en serio?

—Que te den —dijo sin ánimo, enterrando la cabeza en sus manos—. Es que no me gusta, ¿vale?

Inuyasha levantó las manos en gesto de falsa rendición y se alejó para volver a su sitio en el ascensor.

—Entonces creo que hablar lo empeoraría, ¿sabes? Hablar te hace consumir más rápido el aire y eso.

Kagome palideció visiblemente, encontrando sus ojos solo brevemente antes de apartarse.

—Tengo que salir de aquí —graznó, balanceándose ligeramente con las rodillas contra el pecho y sus delgados brazos alrededor de ellas—. Esto... no está bien.

—Vamos a salir de aquí —dijo Inuyasha firmemente, no muy seguro de cómo mejorar las cosas. Normalmente, era bastante brusco con las mujeres... a menos que estuviera coqueteando. Sango, su asistente personal, siempre le decía que se dedicaba solo a los negocios hasta que los negocios encontraban el camino hacia sus pantalones. Era algo así, en cualquier caso. Él no se lo creía, pero ella vaya si lo hacía.

Asintiendo solo ligeramente, Kagome respiró hondo y descansó la cabeza contra la pared.

—¿Y cuáles son los nuevos planes para la empresa?

Solo se dedicaba a los negocios, ¿no? Inuyasha sintió que podía hablar fácilmente de esto, incluso aunque prefiriera hacerle otras preguntas más personales. Nunca antes se había dado cuenta de lo atractiva que era la asistente personal de su medio hermano. Por supuesto, nunca había notado su existencia. Estaba allí porque estaba allí. Fin de la historia.

—Bueno, esta mañana era bastante importante —empezó, toqueteándose la rodilla impacientemente con sus dedos—. Tenía que componer una propuesta para el desarrollo de un nuevo edificio. La reunión es mañana, así me pasaré trabajando toda la noche.

—He oído hablar de ello. Con ACG Corp., ¿verdad? —preguntó Kagome, sonando como si solo intentase seguir adelante con la conversación en lugar de tener auténtica curiosidad.

Inuyasha asintió.

—Sesshomaru hará la presentación mañana. Yo estaré para el efecto visual.

Kagome se giró para mirarlo frunciendo el ceño.

—El efecto visual... ¿Te refieres a las diapositivas? Ese es mi trabajo, pero no recibí ninguna información al respecto...

Inuyasha se rio y puso los ojos en blanco.

—No. Yo seré el efecto visual. La jefa de ACG es una mujer.

Kagome hizo un sonido que él no pudo precisar.

—Lo sé. La verdad es que he comido con ella varias veces. A Sesshomaru le gusta que mantenga un contacto cercano con nuestros amigos. En fin, piensa que Sesshomaru está más bueno, así que puede que queráis cambiar de roles.

—¿Qué? —Nunca antes había considerado eso. Tenía los ojos abiertos como platos y estaba seguro de que estaba boquiabierto. Las noticias de las preferencias de la jefa eran sencillamente horripilantes.

—Sí, creo que dijo que él era más elegante.

—Porque es prácticamente una mujer por la forma en la que se acicala —resopló Inuyasha, cruzándose de brazos—. ¿Quién demonios se cree que es, en cualquier caso? ¿Está ciega?

—Eso parece —murmuró Kagome, negando con la cabeza.

—Entonces piensas que estoy más bueno que tu jefe, ¿eh? —Inuyasha sonrió, el pasado enfado había quedado olvidado—. Acabas de estar de acuerdo conmigo.

—Dije eso parece —respondió Kagome, suspirando—. Era sarcástico.

—Apuesto a que sí. No te preocupes, no se lo contaré a Sesshomaru.

Kagome resopló.

—Ya, tu ego es demasiado grande. Será lo primero que digas, solo como excusa para cabrearlo.

Inuyasha sonrió con satisfacción, divertido.

—Bueno, puede que lo mencione.

Música de ascensorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora