Un tipo como él (Hablar)

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de WitchyGirl99 y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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Kagome frunció el rostro, apartando la cabeza de su hombro y mirándolo fijamente. El hombre no tenía buen aspecto. Si acaso, estaba un poco pálido.

—Creo que estás mintiendo.

Inuyasha puso los ojos en blanco.

—Estoy bien, en serio.

Frunciendo el ceño, Kagome volvió a poner con vacilación la cabeza sobre su hombro. Había estado descansando allí bastante rato y, aunque estaba empezando a dolerle el cuello, sentía un consuelo allí que no había sentido realmente en todo el tiempo de estar atrapada en aquel ascensor dejado de la mano de Dios.

Lo único que quería era salir. Nada más. No tenía ningún motivo oculto. Sin duda, no era para apartarse de Inuyasha. No había sido más que increíble con ella y lo que ella sentía... Bueno, lo que ella sentía era completamente inesperado y totalmente bienvenido. ¿Quién iba a decir que, de todos los sitios en los que encontraría a un chico, sería en un ascensor en el que se había quedado encerrada? Un lugar al que temía, en el mismo edificio que ocupaba el noventa y cinco por ciento de su vida.

Era casi gracioso.

Cuando pensaba en ello, no, en realidad no lo era. Era trágico.

—Creo que voy a adoptar un gato. —Las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerlas e incluso el frunce de sus labios no ayudó a retirarlas. ¿Por qué soltaba algo así?

Inuyasha se rio a su lado, claramente sobresaltado ante su repentino anuncio.

—Odio los gatos.

—Es una pena —musitó—. Cuando era pequeña, tenía un gato llamado Buyo. Era un gato gordo.

—Lo dices como si fuera algo bueno —se burló Inuyasha—. Yo soy más de perros.

Kagome canturreó.

—Los gatos y los perros no se llevan bien, Inuyasha.

—Eso es un mito —dijo con voz ligera—. Sé de gente que tiene ambos. Yo tengo un amigo cuyo gato actúa como un perro porque pasa mucho tiempo con uno.

—¿Cómo sabes que el perro no está actuando como el gato?

Inuyasha puso los ojos en blanco.

—¿De verdad vamos a tener esta discusión?

—Supongo, ¿de qué más podemos hablar? —Eso también le hizo fruncir el ceño. ¿Por qué había abierto la boca siquiera? Porque, de verdad, había mucho de lo que podrían estar hablando. El hecho de que se hubieran besado era digno de ser comentado. El hecho de que ella quisiera volver a verle, después del ascensor, tal vez en una cita de verdad, era otra cosa más de la que hablar.

Porque ¿y si él no quería verla después de esto? ¿Y si lo único que quería hacer era achacarlo a un mal día y dejarlo así?

Kagome estaba segura de que, si era ese el caso, no sería capaz de coger el ascensor con él todos los días. Encontraría otro modo, entraría diez minutos antes y cogería el ascensor antes de que él entrase. Y eso sería sencillamente vergonzoso.

Si Sesshomaru lo supiera, no la dejaría en paz. Teniendo en cuenta cómo se hablaban, probablemente haría comentarios mordaces e indeseados sobre la estupidez de ella por estar con un chico como él. ¿Cómo era que insultaba Sesshomaru a Inuyasha? Parecía que hacía una eternidad desde que su jefe había hablado con ella.

Inuyasha se aclaró entonces la garganta, Kagome no se había dado cuenta de que había desaparecido en sus pensamientos.

—Digo, hemos hablado de todas las cosas inútiles que hay.

—Podemos hablar de cosas que no sean inútiles —sugirió él.

Kagome contuvo el aliento. Oh, sí, podrían. Podrían hablar de lo que pasó después.

—Bueno... descansos para comer.

Inuyasha hizo un sonido gutural.

—¿Qué pasa con ellos?

—Vas a hacerlos más largos, ¿verdad? —preguntó Kagome.

—Bueno, sí.

Kagome asintió, sonriendo un poco.

—Entonces, tal vez... podría visitarte. Durante tu descanso para comer también, me refiero. Si se sincronizan y no estás... ocupado.

—Normalmente estoy ocupado. —Inuyasha frunció el ceño en el momento en que dijo las palabras. Eso no era lo que quería que saliese de su boca. Estaba intentando ser delicado e informal, hacer que quisiera visitarle sin sonar desesperado por su atención—. Pero seguro que puedo encontrar tiempo... —se interrumpió antes de decir nada más.

Esto se le daba fatal.

Kagome tampoco parecía muy complacida. Si acaso parecía... molesta.

—Entonces, esto fue algo que pasó una vez, pero que es mejor olvidar —dijo, lamiéndose los labios mientras miraba hacia la puerta cerrada del ascensor—. Fingiremos que esto nunca ocurrió.

—No...

—¿No qué, Inuyasha? —exigió Kagome, arqueando una ceja mientras lo miraba. De verdad que no se lo podía creer. Había... había dejado que él la tocase y la besase con incrédulos pensamientos de que tal vez después significaría algo. Y no era así. Había sido horriblemente ingenua.

Demonios, solo conocía al tipo de menos de dos horas.

Casi parecía desesperada. No le extrañaba que en realidad no quisiera verla.

Solo entonces se dio cuenta de que no estaba hablando con ella. Inuyasha todavía no le había respondido. Lo único que estaba haciendo era mirarla fijamente, con las cejas fruncidas en gesto de profunda concentración.

De verdad, simplemente genial.

—No importa —dijo en voz baja—. Bueno, ¿qué deportes practicas?

Inuyasha negó con la cabeza.

—Ya hemos hablado de eso, no cambies de tema...

—¿Cuál era tu asignatura favorita en el instituto, entonces?

—Ya lo hablamos...

—¿En la universidad?

Inuyasha gruñó.

—Joder, Kagome, ¡para de hablar y punto!

Eso hizo. Kagome lo miró con una furia asesina. Era muy, muy estúpida. Ingenua. Idiota. Tonta. La lista podía continuar. No le hizo sentir mejor en absoluto que él fuera atractivo. Ya había hecho lo del jefe atractivo con anterioridad y no había resultado bien.

Kagome suspiró. Le atraía un tipo de hombre. Pues vaya.

—No me estás escuchando —dijo Inuyasha lentamente. Sus palabras eran tensas, como si cada bocanada de aire que soltaba fuera un esfuerzo—. Eso no es lo que quiero.

Kagome no le creyó.

Música de ascensorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora