Los secretos salvan a la gente (Cielo)

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de WitchyGirl99 y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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—¿Sango y tú sois amigas?

La pregunta tomó por sorpresa a Kagome, sacándola de sus pensamientos. Se habían quedado momentáneamente en silencio, respirando hondo y escuchando el suave murmullo de las luces de emergencia. Había una extraña sensación de calma en el espacioso ascensor, incluso mientras Kagome seguía intentando con todas sus fuerzas no entrar en pánico ante la situación. Por el momento, miró a Inuyasha frunciendo el ceño.

—¿No hemos hablado ya de eso? Somos mejores amigas. Tenemos que tratar mucho la una con la otra para que Sesshomaru y tú no tengáis que hacerlo. Supongo que hace que todo funcione con más facilidad. —Sonrió un poco ante eso, desdoblando las piernas de su posición encogida y dejando que se estiraran. Se le subió la falda, pero todavía estaba lo bastante baja para que no fuera indecoroso.

Por alguna razón, Inuyasha se decepcionó ligeramente ante esto.

—Eh, sí, supongo. Sesshomaru y yo no es que nos llevemos muy bien.

—Probablemente sea lo mejor —concordó Kagome—. Ya lo veo con solo este poco tiempo que he pasado aquí encerrada contigo. Si estuvierais solos los dos, uno de vosotros estaría muerto.

Inuyasha resopló ante esto, relajándose también. Si iban a estar allí encerrados un rato, bien podía ponerse cómodo.

—Creo que quieres decir que Sesshomaru estaría muerto. Claramente yo soy el mejor.

—Me sorprende que el ascensor no haya caído a su perdición con el peso de tu ego en su interior.

Sonriendo con satisfacción, Inuyasha dio una patada hacia ella. El cuero negro de su zapato golpeó contra sus tacones, haciéndole levantar la mirada con expresión divertida.

—Me aburro —dijo finalmente, resoplando—. ¿Podemos hacer algo? Digo... ¿lo que sea?

Se quedaron momentáneamente en silencio, ambos tratando de pensar a qué podrían jugar para divertirse un poco. Finalmente, Kagome intervino con una extraña expresión en su rostro.

—Cuéntame un secreto que nadie más sepa.

—¿Qué? —preguntó Inuyasha, frunciendo el ceño mientras la miraba—. ¿Qué clase de juego es ese?

—Bueno, recuerda lo que me dijiste: ¿lo que se dice en el ascensor se queda en el ascensor? —Kagome suspiró, inclinándose hacia delante de forma que estuvieran un imperceptible centímetro más cerca—. ¿Qué te apuestas a que, en cuanto el ascensor esté arreglado, no volvemos a hablar nunca más?

Inuyasha abrió la boca para decir algo. No creía que eso fuera posible. Y aun así, cuando pensaba en ello, ¿cuándo iban a hablar? ¿En sus cinco segundos a solas en el ascensor a la decimoquinta planta después de que se hubiera ido todo el mundo? Estaba tan ocupado con el trabajo que a veces ni siquiera se iba a casa. Kagome sin duda también estaba ocupada.

Al final, esto quedaría como el raro accidente que era y la historia terminaría.

Kagome continuó:

—Así, cuando los dos salgamos de aquí, el tiempo que pasamos retenidos en contra de nuestra voluntad podrá ser recordado como algo bueno.

—¿Soltar secretos es algo bueno, en serio? —preguntó Inuyasha, sus labios se curvaron en una sonrisa de suficiencia—. No entiendo la lógica.

—Lo es cuando no tienes nada mejor que hacer y el eslogan de ascensor que tenemos significa algo —respondió Kagome, asintiendo—. Los secretos unen.

—Los secretos salvan a la gente —replicó Inuyasha.

—A veces —concordó, asintiendo con la cabeza, sus ojos castaños escrutaron los de él—. Especialmente cuando el secreto es que estás tan locamente enamorado de alguien que no puede ser tuyo, que tocas el cielo con las manos.

Inuyasha pudo oír la ligera amargura en su voz, como un café demasiado fuerte que te quema la lengua. Ladeó la cabeza, sintiendo su largo pelo negro caer con el movimiento mientras la sopesaba. Sin duda, ese era su mayor secreto.

—¿Él lo sabe?

Kagome dirigió los ojos brevemente hacia él antes de volver a mirar hacia el suelo.

—No. Fue hace mucho tiempo y ya le he puesto fin, pero nunca se lo dije a nadie. Hasta este momento, claro.

Inuyasha sonrió con satisfacción.

—¿Te sientes mejor? —Quiso que sonara sarcástico o retórico, pero salió mal. En cambio, sonaba como si hubiera sentimiento y compasión tras la pregunta cuando no había absolutamente ninguna razón para ello.

—Más de lo que crees —susurró, recostándose contra la pared—. ¿Qué hay de ti?

Inuyasha pensó en ello un momento. Consideró fruncir el ceño y hacer a un lado la pregunta. En cualquier caso, era asunto suyo, ella no tenía derecho a conocer su información personal. Sin embargo, estaban atrapados, aburridos y... La expresión pura y genuina que le dirigía era algo extraordinario. Casi lo atraía, manteniéndolo cerca de ella como la luna a la tierra y esta al sol.

—Nunca me he sentido así —susurró finalmente, su propia voz lo sorprendió—. Tocando el cielo con las manos a causa de alguien, me refiero.

Una expresión de sorpresa pasó por su rostro antes de pasar a las suaves líneas de su cuidadosamente construida fachada. Le dirigió una pequeña sonrisa y se acercó, sentándose de forma que, si se estiraba mucho y con esfuerzo, podría darle una adorable palmadita en la rodilla.

—Sigues siendo joven y todavía queda mucho tiempo. No siempre es divertido... o algo bueno.

Inuyasha asintió, frunciendo el ceño mientras observaba el lugar en su pierna que apenas tocaba ella. Pudo sentir el calor radiando de su palma, lo que consideró como algo normal, ya que allí hacía calor. Lo que no pudo explicar fue cómo el calor todavía lo atravesaba incluso cuando su mano no estaba allí.

—¿Cómo es?

—¿Cómo es el amor? —preguntó Kagome, riéndose un poco—. Es indescriptible. No hay cantidad de palabras que lo resuma. Puedes intentarlo juntando un montón de palabras en una frasecilla, pero vas a perderte las pequeñas cosas que lo hacen ser lo que es. —Su cálida mirada captó la suya y, por un momento, sintió como si estuviera cayendo hacia algún lugar profundo, oscuro y seguro.

Era una sensación muy extraña y totalmente indeseada.

—¿Quieres comida?

Inuyasha sonrió con satisfacción, agradecido por el cambio de tema.

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