Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de WitchyGirl99 y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.
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Puede que hubiera sido cosa suya, pero Inuyasha estaba seguro de que había una tensión en el ascensor que no había habido antes. Kagome seguía con la cabeza apoyada sobre su hombro. Sin embargo, tenía la mano sobre la pierna de él y era cálida y tranquilizadora de una forma que no debería existir. Pero no había nada que pudiera hacer para explicarlo, así que, en su lugar, suspiró y canturreó.
Kagome se dio cuenta bastante rápido.
—No puede faltar mucho más —dijo, intentando sonar alegre y esperanzada a todos los efectos.
El problema era que Inuyasha no estaba alegre. Ni siquiera estaba esperanzado. Para ser franco, ya no le importaba una mierda estar atrapado en un ascensor. No era él el que estaba aterrorizado por quedarse sin aire, era la mujer que tenía al lado. No estaba entrando en pánico porque el ascensor fuera a caerse... esa mierda solo pasaba en las películas. Ni siquiera se estaba poniendo histérico por todo el papeleo que tendría que hacer en cuanto saliera de allí... para eso estaba su asistente personal. Con todo, Inuyasha estaba perfectamente.
—¿Verdad?
Inuyasha bajó la mirada a la mujer cuya cabeza estaba apoyada en su hombro. Sus largos mechones negros evitaban que viera bien su rostro, pero no necesitaba verlo para saber exactamente qué aspecto tenía. No se había dado cuenta de que su anterior afirmación necesitaba una respuesta.
—Claro que sí —respondió.
Pero no quiero.
¿Por qué no quería?
¿Qué posibilidades hay de que volvamos a hablar?
Sango dijo que ella no era de esas, pero Inuyasha tenía dudas. Estaban confinados en un espacio pequeño, en una situación de alta intensidad donde todo era pánico, miedo y preocupación. Sí, después de que hubiera pasado una hora y se hubiera asentado el aburrimiento, nada parecía dar ahora mucho miedo. El tema era que había una buena posibilidad de que esto entre ellos fuera una casualidad. Que no significara nada más que una forma de pasar el tiempo.
Tal vez, al principio, Inuyasha podría haber dejado que así fuera.
¿Ahora? No tanto.
Lo que era aún peor era que había pasado más de una hora. Así era: más de una hora. En aquel poco tiempo, había descubierto a esta mujer impresionante que nunca había sabido que existiera en realidad. Los pensamientos en su cabeza estaban gritando cosas como bésala, y abrázala, y sal con ella.
Ámala.
Inuyasha no era idiota. Se negaba a creer que, después de todo lo que había hecho (con la empresa, su hermano, su vida), fuera lo bastante tonto para creer en cosas como en el amor a primera vista. Curiosamente, Miroku se lo había explicado una vez (era otro truco bajo su manga para encontrar múltiples mujeres dispuestas). De algún modo, la adrenalina influía para que químicos concretos y hormonas se infiltrasen en tu cerebro. Tras una experiencia particularmente aterradora o que te hiciera palpitar el corazón, una persona tenía más probabilidades de experimentar el sentimiento de enamorarse de un individuo que había visto después de que terminase la experiencia.
Así que, si Inuyasha estaba caminando a la tirolesa sobre un panorama particularmente rocoso que suponía morir si se caía, y le estaba subiendo la adrenalina, si Kagome estaba en la zona de aterrizaje y sonriendo, habría una buena posibilidad de que fuera a sentir una suerte de fuerte atracción. Hablar con ella inmediatamente solo haría más fuerte la idea de enamorarse.
Cómo sabía Miroku esa mierda, se le escapaba. Solo le hacía más espeluznante según los estándares de Inuyasha, pero ese no era el tema.
Kagome tenía miedo de estar allí. Estaba aterrada más de la mitad del tiempo, teniendo ataques de pánico y llorando, y meciéndose de delante atrás. Con él siendo el cuerpo más cercano y dispuesto, ¿convertía esto en una suerte de moda? ¿Un sentimiento influenciado estrictamente con base en su difícil situación?
Posiblemente.
A Hollywood le encantaba grabar ideas así. El policía salva a la mujer después de cinco persecuciones en coche, diez explosiones de bombas y tres tiroteos particularmente cercanos. Terminan besándose y teniendo sexo en cuanto haya terminado todo el desastre. El problema: Hollywood difícilmente era una buena muestra de la vida real en el mejor de los casos.
Inuyasha frunció el ceño. Nada de esto le estaba haciendo sentir mejor.
¿Y qué? Pensó que no importaba. Solo porque fuera una experiencia difícil, no significaba que no hubiera nada entre ellos. Sin duda había alguna suerte de química, una suerte de atracción. Inuyasha decidió que, pasara lo que pasase, haría lo posible por convencer a Kagome de que valía la pena intentarlo.
Puede que fuera como disparar al aire, pero era un intento igualmente.
—¿En qué estás pensando?
La pregunta era bastante inocente, pero Inuyasha se sobresaltó ligeramente igualmente. No se esperaba que interviniese la suave voz femenina.
—Eh, en un montón de cosas, supongo. —Que principalmente se centran en salir contigo, lo cual es incómodo.
Pero no podía negarlo. Cuando Inuyasha la había besado, había habido algo allí. Llámalo chispas, llámalo polvo mágico, llámalo ardiente pasión: ella le gustaba. No iba a dejarla ir sin más.
—¿En qué estás pensando? —replicó, intentando hacer que no fuera una conversación completamente unilateral—. ¿En algo particularmente interesante? —No pudo evitar que también estuviera dirigiendo la conversación lejos de él.
—Estoy pensando en el largo baño de burbujas que me voy a dar cuando llegue a casa —respondió Kagome, suspirando felizmente—. Me relajaré un largo rato, tal vez me ponga al día con la lectura. Será bueno tener un día libre, para variar.
La mente de Inuyasha, aunque de lejos más limpia que la de Miroku, aun así, se detuvo en seco en cuanto oyó las palabras baño de burbujas. Porque imaginarse a Kagome, desnuda, hermosa y gimiendo mientras el agua caliente empapaba su cuerpo...
—¿Estás bien? —preguntó Kagome de repente, alterando sus pensamientos de nuevo.
Inuyasha tragó saliva e ignoró el fuego que estaba naciendo en su pecho. Tenía que tener pensamientos buenos y normales, como de arcoíris y cascadas...
Las cascadas le hicieron pensar en el baño. Sin duda, no debería haber bebido toda aquella agua.
—Sí —murmuró lentamente—. Sí, Kagome, estoy perfectamente bien.
Era mentira, pero qué más daba.
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Música de ascensor
FanfictionInuyasha y Kagome toman el mismo ascensor, en la misma planta, todos los días. Nunca hablan. Un día, el ascensor se avería. Y se desata el caos. Hay peleas, luego gritos, luego besos. Y luego... bueno, nadie usa el ascensor después de eso. Traducció...