Una superheroína (Sueño)

157 32 2
                                    

Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de WitchyGirl99 y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

-x-

Cuando abras los ojos, estarás en tu cama.

Todo será normal.

Kagome de verdad, de verdad que esperaba que fuera cierto.

Abrió los ojos.

Inuyasha la miraba directamente.

Volvió a cerrar los ojos.

Nop. No era un sueño.

—Tienes mejor aspecto —dijo Inuyasha con voz queda, sobresaltándola igualmente del normal silencio. Sus oscuros ojos castaños se abrieron de golpe, aterrizando sobre el hombre de pelo negro y facciones perfectas que seguía mirándola—. No estás tan pálida como antes.

—Tampoco estoy hiperventilando —señaló Kagome, cruzándose de brazos—. No hemos tenido noticias de Kouga desde hace mucho.

—Probablemente solo esté comportándose como un idiota, ¿sabes? —empezó Inuyasha—. Era un imbécil en el instituto.

Kagome puso los ojos en blanco. Ni siquiera iba a molestarse en tocar ese tema. Preferiría dejarlo estar y esperar que los dos no se matasen antes de que ella pudiera escapar del ascensor con vida.

Hubo un largo rato de silencio, cómodo, dado que era en su mayoría con lo que habían estado lidiando desde las siete de la mañana. Kagome se quedó mirando el techo mientras escuchaba cómo Inuyasha se movía con inquietud, como si estuviera buscando algo.

—¿Oye, Kagome? —La pregunta fue apenas un susurro y Kagome volvió a bajar la cabeza para mirarlo—. Lo que dijiste antes sobre tener malas experiencias...

Intentando ocultar la vergüenza que estaba empezando a asomar, Kagome respiró larga y profundamente.

—Era una niña, ¿sabes? A los niños que no aprenden les pasan cosas malas.

Inuyasha asintió, mirando su largo pelo negro como si fuera lo más interesante antes de gruñir por lo bajo.

—¿Qué pasó? —Su tono de voz era de molestia, la idea era extraña para ella.

Kagome sintió la necesidad de mandarlo a la mierda. No era asunto suyo. No tenía derecho a exigirle cosas o a meterse en su vida personal. Era su vida. Ni siquiera le había importado su existencia hasta que se quedaron encerrados en el ascensor. A decir verdad, estaba segura de que, en cuanto salieran, volverían a sus antiguas costumbres. Se ignorarían y punto.

Y, aun así, no hizo nada de eso.

—Tenía ocho años —susurró, su garganta le dolía aun a pesar de que acababa de empezar la historia—. No es una historia emocionante en absoluto. Es que... Mi familia estaba fuera de vacaciones en una casita junto a un lago.

Inuyasha observó a Kagome atentamente mientras hablaba, asimilando cada detalle de su voz y las emociones que jugueteaban en su rostro. Era hermosa así, de una forma rota. Cada parte de ella se sentía como una, el corazón que mantenía abierto prácticamente brillaba mientras hablaba.

—Estaba jugando con palos en el pequeño bosque de atrás, fingiendo ser una superheroína, probablemente —explicó Kagome, sonriéndole un poco a su acompañante—. La verdad es que no noté las nubes de tormenta acercándose o la forma en la que no paraba de adentrarme en el bosque en lugar de salir de él. Pronto, me perdí, y llovía y yo no paraba de gritar, pero nadie me oía. Había tanto ruido... —Se interrumpió, encogiéndose de hombros—. Había muchos truenos, la tormenta se movía rápido por el viento y yo estaba casi en el medio. Recuerdo tener frío y miedo y, cuando vi una pequeña cabaña, pensé que me ayudaría, ¿sabes?

Inuyasha asintió, escuchando aún sin aportar nada. Kagome no parecía la clase de chica que aportaba información sin más. Si la recibías, tenías suerte. Si no, eras como todos los demás. Inuyasha hizo a un lado la idea de qué significaba eso para él. Qué significaba que estuviera explicándole la situación a él y probablemente solo a él.

—La cabaña era realmente pequeña y no recuerdo qué había dentro. Creo que algunas viejas herramientas y algunas cosas de jardín. Pasó tan rápido cuando llegó. Hubo un enorme chasquido en el aire, no de un trueno, y salté como un kilómetro. Estaba aterrorizada y gritando y entonces, de repente, todo cayó sobre mí. Un árbol cayó e impactó contra la cabaña. Las paredes del cobertizo se doblaron más o menos a mi alrededor y me protegieron, evitando que me aplastase, pero me quedé allí atrapada en la tormenta unos buenos veinte minutos antes de que alguien me encontrara. —Kagome respiró hondo, soltándolo e intentando componer sus facciones.

—Veinte minutos te parecería toda una vida —dijo Inuyasha con voz queda. Ya estaba sentado más cerca de ella, así que los pocos centímetros que se acercó no supondrían ninguna diferencia. A pesar de ello, estaban atrapados en el ascensor. Aunque el cubículo era grande, no era tan grande.

Entonces ¿y si se estaba mintiendo?

Era lo único que ayudase a explicar su repentino interés en estar cerca de ella.

—Te encanta explotar mi burbuja —gruñó Kagome.

Inuyasha sonrió con satisfacción, pero no volvió a apartarse. Kagome puso los ojos en blanco y le dejó permanecer a su lado.

—Así que una superheroína, ¿eh? —preguntó Inuyasha, dándole suavemente un codazo para que supiera que estaba de broma—. ¿Tenías superpoderes?

—Claro que sí —contestó Kagome, sonriendo un poco ahora que la tensión casi había desaparecido—. Era la superheroína más asombrosa del mundo.

Inuyasha bufó, negando con la cabeza.

—Estoy seguro. ¿Qué poderes tenías?

—Cualquier poder que quisiera. —Kagome suspiró, presionando su cuerpo aún más contra la pared. ¿Si así resultaba estar más cerca de él? Entonces, que así fuera—. Era mágica.

Las últimas dos palabras parecieron pulsar algo en él, algo que no podía comprender en realidad. Inuyasha frunció el ceño, girándose para mirar a Kagome incluso mientras ella cerraba los ojos y se apoyaba muy ligeramente contra él.

Pensó en el beso que se habían dado y sonrió para sus adentros.

Era mágica.

Música de ascensorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora