Con mucho cuidado (Imagen)

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de WitchyGirl99 y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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—Kagome, te preguntaría qué haces acostada al lado de él, pero como sé que es demasiado incompetente como para hacer nada, no lo haré.

—Que te den —soltó Inuyasha sin auténtica intención, sin molestarse siquiera en abrir los ojos ante el chirrido del altavoz—. Tírate por un precipicio, Sesshomaru.

—Preferiría romperte el cuello.

Kagome abrió los ojos abruptamente y se incorporó, mirando al altavoz y luego de nuevo a Inuyasha con horror.

—¿Sesshomaru?

—Hola, Kagome, tengo algunas preguntas para ti en lo referente a la carga de trabajo de hoy —dijo Sesshomaru con educación, un completo contraste a cómo había estado hablando momentos antes.

—Ah. —Kagome estaba estupefacta. En lugar de responderle a Sesshomaru, se inclinó y escondió su rostro detrás de su pelo, susurrando en dirección a Inuyasha—: ¿Os habláis así?

Inuyasha se encogió de hombros.

—¿No les hablas así a tus hermanos?

—¿Cómo demonios lleváis una empresa de éxito juntos? —exclamó Kagome.

—Con mucho cuidado.

Resoplando, Kagome volvió a mirar hacia el altavoz, sabiendo que la cámara la apuntaba a ella desde algún lado.

—Todo estaba ya copiado en tu teléfono en lo relativo al trabajo que tienes que hacer —empezó, pasando a gatear para poder llegar hasta su bolso. Sacó su móvil, trabajando con las aplicaciones hasta que encontró lo que quería—. Personalmente, yo tenía... mucho que hacer hoy.

Sesshomaru emitió el más leve resoplido antes de intercambiar palabras con una voz que sonaba vagamente a la de Miroku.

—Léemelo y haré que alguien intente hacerlo.

Encogiéndose ante la palabra intente y sintiendo pena por cualquier empleado que tuviera que encargarse de ello, Kagome empezó a leer la larga lista.

—Tenía que enviar correos sobre algunas de las especificaciones y de los diseños de los productos de nuestro último proyecto. Los enviaría desde aquí, pero el wifi es una basura y no tengo los archivos adjuntos.

—¿De cuántos correos estamos hablando? —preguntó Sesshomaru.

Kagome contó en el teléfono, deteniéndose un momento antes de contar adicionalmente con los dedos.

—Aproximadamente, de treinta y siete, pero depende de si alguien me respondió hoy. Todavía no he mirado mi bandeja de entrada. Hay algunos VIP que tenían que responderme con información y presupuestos, y algunos pedidos de aplicaciones. Todos se añadirían a lo que ya tengo que enviar. Así que habría un total de unos cincuenta.

—Demonios —gruñó Inuyasha, abriendo los ojos al fin para mirarla—. ¿Quién cojones te habla tanto?

Poniendo los ojos en blanco, Kagome continuó:

—Tengo que hacer algunos recados, tres de ellos relativos a entregar los informes de la Internacional de Telecomunicaciones en el centro, en las sedes de nuestra clientela. También tengo que recoger un par de paquetes relativos a los modelos de diseño del proyecto Xene.

—¿Puedes enviarme los detalles? —preguntó Sesshomaru.

—Sí, pero tardará unos minutos —advirtió Kagome, empezando ya—. Para terminar, tenía que hacer una reseña con Shippo y Kirara, además de organizar una reunión con Kagura de Recursos Humanos y darle una patada en el trasero a Myoga por no darme las cifras que necesitaba.

—¿Qué cifras? —vocalizó Inuyasha, pareciendo cada vez más preocupado y ligeramente horrorizado.

Hubo silencio al otro lado un momento mientras Sesshomaru lo procesaba.

—Bueno, las reseñas pueden esperar hasta mañana o hasta el lunes que viene. Hablaré con Kagura sobre fijar una hora y haré que alguien atosigue a Myoga. Envíame las direcciones exactas y lo que hay que recoger y enviar, intentaré que alguien haga los recados por ti. Los correos pueden esperar hasta que salgas de aquí o hasta mañana.

Kagome asintió.

—Vale. Pero alguien tiene que revisar el papeleo del trimestre —continuó—. Debía terminarlo hoy y enviárselo a Sango para que lo revisase ella también.

Sesshomaru hizo un sonido pensativo, el retumbar resonó por el altavoz.

—Lo haré yo, entonces. ¿Hay un tiempo estimado para vuestra liberación?

Inuyasha puso los ojos en blanco ante la terminología.

—Todavía no. El tipo al que trajeron es Lobo Sarnoso, ya sabes, ¿de hace tiempo?

—Entonces, estás diciendo que nunca vais a salir de ahí, ya —contestó Sesshomaru con calma—. Kagome, respira.

Y lo hizo, inhalando profundo un par de veces y recordándose que no iban a quedarse sin aire. Llevaban encerrados una hora ya y, si el aire no se había desvanecido todavía, no se desvanecería. No tenía que pensarlo demasiado en absoluto.

—Kagome, no estás respirando —indicó Inuyasha en voz baja, estirando una mano y tirando de la manga de su blusa.

Mierda. Kagome se obligó a inhalar y luego a exhalar, repitiéndolo una y otra vez hasta que se sintió más calmada e Inuyasha la soltó.

—¿Hay algo más? —preguntó con voz queda, esperando a que Sesshomaru volviese a hablar.

—No, te pondré al día o contactaré contigo cuando necesite algo —respondió su jefe.

Pronto, se detuvo el chirrido y Kagome e Inuyasha se quedaron a solas una vez más. El hombre seguía tumbado en el suelo, con la cabeza apoyada en las manos y sus oscuros ojos castaños ocultos detrás de párpados cerrados. Kagome lo observó respirar, la subida y bajada de su pecho mientras la tensión se filtraba de su cuerpo. Su imagen empujó algo dentro de ella y se inclinó hacia delante, arrastrándose por el suelo hasta que estuvo junto a su estómago.

Quería estar así de tranquila.

—¿A qué esperas? —La voz profunda de Inuyasha, ligeramente ronca, la sorprendió—. Acuéstate.

—Estás ocupando demasiado espacio. ¡Apenas hay espacio para mí! —se quejó Kagome, empujándole un poco el costado con la esperanza de que se moviera. Cuando ni se inmutó ni abrió los ojos para mirarla, resopló—. Bien, haré yo sitio, entonces.

Bajando al suelo, Kagome se acostó sobre su espalda y fijó la mirada en el techo, intentando ignorar el calor que irradiaba del hombre a su lado.

—¿No puedes moverte solo un poco?

Inuyasha sonrió con satisfacción.

—¿Y dónde estaría la diversión en eso?

Y tal vez ella se lo había imaginado, pero lo sintió moverse un poquito más cerca.

Música de ascensorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora