Solía ser estrella del porno (Polvo)

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de WitchyGirl99 y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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—Inuyasha, ¿qué pasa? —preguntó Sango, la preocupación era clara en su voz—. Kagome, ¿estás bien?

Inuyasha miró a la mujer que tenía al lado con cuidado, viendo que se esforzaba por respirar y calmarse. El temblor estaba regresando a su cuerpo, el miedo titilando en sus ojos. Sus pequeñas manos recorrían su negro pelo, moviendo los mechones y obligándolos a caer sobre su rostro.

—Estoy bien —dijo, aclarándose la garganta—. Estoy bien —repitió en voz más alta.

—¿Algo que debería saber? —preguntó Inuyasha—. ¿Encontraste a Kouga?

—Por supuesto, yo... ¡maldita sea, Miroku! ¡Solo porque hayamos salido juntos no significa que puedas tocarme el culo!

—¿Por qué no? —preguntó Miroku, sonando particularmente sorprendido por su declaración.

—No puede ser —gruñó Inuyasha—. Acostaos de una vez, ¿vale? Muchísimas gracias. Ahora, Sango, dime qué cojones está pasando y por qué no hemos salido ya de este maldito ascensor.

Hubo un silencio muy largo e indeseado al otro lado del altavoz. Inuyasha simplemente suspiró con exasperación, poniendo los dedos debajo de la barbilla de Kagome para que lo mirase.

—¿De verdad que a ella le gusta él? ¿En serio? Es un...

Kagome puso los ojos en blanco, el temblor de su cuerpo se estaba reduciendo.

—¿Pervertido? Sí, me he enterado. A Sango le encanta quejarse de eso.

—Mira, Sesshomaru está acabando con una reunión, pero quiere bajar y hablar con Kagome —dijo Sango, su discurso extrañamente apresurado—. Bajará en los próximos minutos.

—¿Sabes por qué? —preguntó Kagome, haciendo una mueca al pensar en todas las explicaciones que tendría que darle a Sesshomaru. No es que fuera a querer una explicación de por qué estaba encerrada... no era ni estúpido ni cruel. No, solo querría saber hasta el último detalle de su horario y el trabajo que ella tenía que hacer ese día para poder encontrar a otro que lo hiciera. Eso, en cambio, acabaría mal, porque quienquiera que encontrase lo haría mal y Kagome se pasaría una semana intentando arreglarlo todo, y entonces Sesshomaru despediría al pobre empleado que se había esforzado al máximo.

—Ni idea —contestó Sango—. Tengo que hacer unas cosas. Inuyasha, ¿hay algo que no incluyeses en tu horario que haya que hacer?

Inuyasha se encogió de hombros, frunciendo el ceño.

—¿De verdad crees que lo sé?

Miroku se rio al otro lado.

—Sango, te das cuenta de que solo recuerda cosas por sus habilidades organizadoras superiores, ¿verdad?

—La verdad es que esa es una oración que podría soportar escuchar proveniente de tu boca —dijo Sango arrastrando las palabras.

—Bueno, no había terminado —contestó Miroku, pero lo que fuera que hubiera dicho se vio silenciado por el chirrido del altavoz.

Y entonces, por supuesto, llegó el sonido de una bofetada.

—¡Estás cachondo constantemente! —chilló Sango con fuerza.

Miroku se rio, el sonido fue más similar a una risita histérica antes de que el chirrido del altavoz muriese y terminase su conversación.

—Eso ha sido productivo —declaró Inuyasha, fijando la mirada en el altavoz un rato antes de mirar a Kagome—. ¿Asumimos la posición?

Kagome se dio una palmada contra la frente, arrastrando la mano y mirándolo con furia.

—¿En serio? Eso es lo que tienes que decir.

Inuyasha sonrió con satisfacción y se encogió de hombros, sentándose con bastante poca elegancia en el suelo antes de acostarse con un resoplido. Con su cabeza apoyada en sus manos, observó a Kagome mientras ella lo miraba de la cabeza a los pies.

—¿Ves algo que te guste?

—Si esto eres tú intentando ser como Miroku, te sacaré de tu miseria. No. No me gustan los hombres que solo quieren sexo... normalmente.

—¿Normalmente? —Era la primera cosa buena que había oído en todo el día—. Así que o lo estás considerando, o lo has hecho antes.

Kagome frunció el rostro, como si estuviera pensando en algo que preferiría olvidar.

—Ah, sí, vale. ¿Quieres hacerte a un lado para que pueda sentarme en algún sitio?

—No hasta que me digas qué significa «normalmente» —contestó Inuyasha, sonriendo con malicia.

—De acuerdo, entonces —dijo Kagome con indiferencia—. En cualquier caso, prefiero estar de pie.

Inuyasha se sintió engreído porque no había ninguna posibilidad de que fuera a quedarse de pie. Dos minutos más tarde y prácticamente se estaba arrancando el pelo.

—No puedes decir esas mierdas y no compartir.

Kagome puso los ojos en blanco.

—¿De verdad quieres saberlo? ¿De verdad quieres escuchar cada sucio secreto?

Diablos. Sí.

—Por favor. —Inuyasha se negó a reconocer lo quejumbroso que sonó.

Suspirando, la mujer hizo un gesto en dirección al suelo y él la dejó, haciéndose a un lado para que pudiera acostarse a su lado y fijar la mirada en el techo.

—Solía ser una estrella del porno.

De todo lo que se esperaba, aquello ciertamente no estaba entre las opciones.

—¿Qu...? —No podía hablar adecuadamente. Estaba demasiado ocupado ahogándose parcialmente y teniendo una apoplejía—. Pero tú...

—Tenía que pagar los estudios de alguna manera —dijo Kagome con sencillez, encogiéndose de hombros. Inuyasha pudo sentir el roce de su hombro contra su brazo—. Así que, bueno, ya sabes, no me importa ir solo a por sexo. Solía pasar un montón antes de que al fin me sacara la carrera y dejara de trabajar en la industria.

Inuyasha estaba entumecido. Estaba bastante seguro de que, si alguien preguntaba, diría que estaba muerto.

—Y mientras era estrella del porno, también era secretaria del Presidente. Digo, es un tío guay, ¿sabes? Apreciaba todos los vídeos porno que podía conseguirle con descuento. Probablemente era la razón por la que dejaba que mi cerdo mascota viniese a trabajar conmigo todos los días. Digo, no es frecuente que consigas un jefe que deje volar a los cerdos por todas partes dentro del edificio, ¿sabes? —Kagome suspiró—. Pero, ya sabes, todo eso es historia. Aprendí poco después que tener sexo con chicos solo por sexo es genial y eso, pero no siempre. Oh, bueno. Polvo al viento, si quieres hacerlo sonar muy poético, supongo.

—Voy a estrangularte —dijo Inuyasha entre dientes, ignorando el tic bastante persistente en su ojo izquierdo.

Kagome se limitó a sonreír con superioridad.

—Pero gracias por compartir el suelo.

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Nota de la traductora: Y por si a alguien le quedó la duda (porque he visto que en el fandom en inglés sí que quedó y la autora terminó aclarándolo), lo de ser estrella del porno era todo una broma.

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