Capítulo 40: Desdén

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Vera.

Caí totalmente rendida ante Diego Herrera. Es irremediable lo que siento por él. Sería la única persona con la que estaría dispuesta a pasar el resto de mi vida.

Agarro la cajita de chocolates. Me di cuenta que no soy muy detallista con él, y quiero que sepa que lo amo de la misma manera que hace conmigo, con detalles. Acomodo el moñito que se deshizo y tomo las cosas que le compré, son algunos vinilos, unas botas negras Dr. Martens que sé que le van a gustar, una carta en donde le confieso mis sentimientos, e incluso, le hice un collage con notas donde se hablaba de él, fotos que le he tomado desprevenido y en el centro lo titulé: you're my rockstar lover con letras que recorté de diversas revistas y periódicos.

Vuelvo a revisar mi regalo, espero que le guste. Sonrío ante mi creación. Lo empaco en la caja de cartón, y me dispongo a salir.

Decido caminar para disfrutar mejor la esencia del anochecer, me dirijo hacia la casa de sus padres, mi idea es entregárselos para que se lo den después. Acompañaré a mi madre a recoger su vestido en Milán, podían habérselo enviado, aunque, honestamente, lo utilizamos como excusa para viajar.

Mientras camino, pienso en Diego, en lo lindo que es y en que jamás imaginé volverme a enamorar.

Camino apresuradamente, olvidaba lo peligroso de las calles a estas horas de la noche.

— ¡Diego! —Corro a abrazarlo, está en el portón de su casa, fumando un cigarrillo.

Se voltea confundido y corro a sus brazos.

—Planeaba que fuera sorpresa, pero...

— ¿Qué haces aquí? —Me aparta y siento horrible.

— ¿Estás bien? —Le sujeto el mentón y paso mi pulgar sobre su cachete, pero sólo desvía la mirada.

— ¡Te traje chocolates!, felicítame, estoy siendo más detallista. —Trato de animarlo.

—Vera, no... —Apaga el cigarro— Sabes... Tenías razón.

Comienzo a preocuparme.

— ¿Razón de qué? —Pregunto confundida.

—Esto era demasiado bueno para ser real. —Suspira, mirando hacia cualquier otra dirección.

¿Era?

Sentí como se rompía mi corazón en pedazos.

—Aléjate de mí.

Mis lágrimas no tardan en hacerse presentes, no entiendo porqué actúa de esa manera, ese no es mi Diego.

—Debe de haber una razón, explícamela.

—No soy bueno para ti, es eso.

¿Desde cuándo le había preocupado eso?

— ¿Es por lo de Vanessa?, mi amor, ya lo habíamos platicado. Tú no tienes la culpa de nada.

Niega con la cabeza.

—Sólo vete, no quiero hacerte más daño.

Y así es como decidió terminar con nuestra relación.

Con el corazón en la garganta, decido despedirme de él. No voy a rogarle. Ya dijo que quería que me alejara.

—Si eso es lo que quieres, está bien. Adiós Diego.

Tiro la caja de regalo, furiosa, decepcionada, dolida.

Salgo corriendo, no quiero estar ahí, necesito desaparecer. Mi llanto no cesa, soy presa de un dolor que nunca antes había experimentado. Esto me duele más que nada.

Le dediqué mi tiempo, le entregué mi corazón y lo rompió, le di mi confianza y la destruyó, pero todo es mi culpa por haber creído que con él las cosas serían diferentes.

Detengo el primer taxi, me urge llegar a mi casa.

***

Abro la puerta rápidamente, mi madre, que estaba sentada, se levanta rápidamente.

—Vera, pequeña, ¿qué tienes?

Recurro a sus brazos, la sujeto fuertemente.

—Diego... —Es lo único que puedo decir, pero sé que entiende a lo que me refiero.

—Ay —Suspira y me da un beso en la frente— Te lo dije, te lo advertí, estás muy pequeña para pasar por este tipo de cosas.

—Amelia, no la regañes, la niña no está para eso. —Interviene Andrew.

Mi madre me abraza fuertemente y no me quiero despegar de ella. 

My Rockstar Lover [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora