Se acerca una tormenta

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Paimon decidió llevarla a un hospedaje en la villa Bourou. El lugar estaba igual de alborotado, pero al menos tenían un lugar para poder hablar con más tranquilidad.

Ayaka había dejado de llorar pero todavía no se había tranquilizado del todo. En las últimas 24 horas había pasado por mucho, ni que decir las últimas semanas.

Si bien al dirigir la resistencia dentro de Narukami requería cierto nivel de concentración y compromiso, esto ya superaba todas sus expectativas y resistencia emocional.

Ver perder las ambiciones y parte de recuerdos a personas cercanas era una cosa, llevarse la responsabilidad de miles de vidas a sus espaldas era otra.

Paimon, por su lado, trataba de tranquilizarla mientras la guiaba hacia el hospedaje. No quería entrar en detalles antes de que se calme y lleguen a su destino, así que sus mensajes quedaban en frases hechas "todo saldrá bien",  "Kokomi tiene todo controlado". 

Pero la realidad no era tan promisoria.

Una vez en el hospedaje, Paimon llevó un juego de té y pasó a servírselo.

También le trajo ropas nuevas. Era unas muy parecidas a las que usualmente llevaba antes de que todo esto comenzara. En todo el viaje usualmente llevaba harapos y trajes de shinobi.

Una vez vestida y comenzando a tomar el té, Paimon la vio en condiciones de que podía comenzar a contextualizarla de todo lo ocurrido.

Antes que nada, le preguntó sobre lo que habían hecho desde su partida a la misión que les encomendó Kokomi.

Ayaka, con unos ojos perdidos le explicó todo. Desde que partieron, la misión fallida y el exilio en la isla, la tormenta y como llegó acá.

Realmente no había pasado mucho tiempo, pero para ella se sintió una vida entera.

"Ya veo... debió ser difícil.... tranquila, conociendo al viajero, seguro estará bien. Hemos pasado por peores cosas y salimos ilesos, je je je"

Ayaka no respondió.

Un silencio incómodo inundó la habitación por unos segundos. Aunque antes que incomódo, era triste.

"Bueno, mi tiempo por acá no fue tan malo pero tampoco puedo decir que la pasé bien, je"

Paimon procede a contar su historia:

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En su lugar había un montículo de agua haciendo una figura casi idéntica a la suya.

Su  des-materialización había sido materializada.

Se deshice de ese "hechizo" y pasó a su físico usual.

No habían guardias, así que aprovechó el momento y decidió ver la manera de escapar.

No había sentido en seguir esperando.

Además, la lluvia podía llegar a ayudarla de alguna forma.

Timidamente y al ras del suelo, comenzó a salir del piso subterráneo en el cual estaba ubicado el calabozo.

Al salir, la lluvia seguía tan fuerte como siempre.

Pero con truenos sonando cada tanto.

La base, cubierta con un gran lago, estaba algo turbulenta.

Decidió que no era lo ideal pasar por ahí, así que subió por la pendiente más cercana a donde estaba.

Mientras más subía, encontraba cada vez más personas.

Pero no aldeanos comunes y corrientes.

Solo soldados.

Corriendo de un lado para otro trayendo armas y provisiones, todos parecían muy ocupados.

La Grulla Enamorada | Una historia de amor sobre Kamisato AyakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora