"Silencio, en el espacio ajeno que aguarda en el alma.
Lágrimas, cuando es tanto que desgarra y escapa.
Oscuridad, consume y no volvemos a ser los mismos"
30 de Julio de 1990, 5:57 pm.-Chico, ven aquí-. Escucho a tio vernon decir desde el sillón.
Hace una hora que tía Petunía había salido junto con Dudley a hacer las compras, terminado de deshierbar el jardin se encontraba puliendo el piso del corredor.
Era el día de descanso del tio Vernon así que se hallaba en casa frente al televisor con una gran charola de bocadillos.
Para su estomago hambriento era una cruel tortura ya que hacía dos días que no probaba más que un pan duro y agua.
Me incorpore lentamente resintiendo el dolor en mi costado, a paso inseguro me pare en el umbral de la puerta.-Si, tio Vernon, pude decir quedamente, viendo hacía mis zapatos con agujeros y unas tallas más grandes.
-Ven aquí chico-. sentí un escalofrio recorrerme, mi corazón palpitar a un ritmo descontrolado, mis manos temblando ligeramente.
-No lo repetire, dijo con tono demandante.
Impulsado por el miedo me acerque hasta estar a su alcance.
-Sientate en mi regazo, expreso mirandome lascivamente.No, no por favor, no, no, no, no, repetia una y otra vez en mi mente.
Paralizado, impotente, en silencio.
Al no recibir respuesta por mi parte, tiro fuertemente de mi brazo hacía el.No, no, no por favor, mamá, papá ayudenme, ven papá!
Se escucho en grito desgarrador dentro de las paredes mentales de Harry, el no lo sabía pero la conexión compartida en los lazos de unión a su núcleo vibraba insistentemente en aquella destinada a la persona que clamaba enfáticamente.
Aviso de mención de contenido sensible.
Lo unico que me mantenía conciente de mi propia existencia era la sensación de mi alma fragmentada en los atisbos de lágrimas que caían suavemente por mis mejillas.
En ese lugar apartado en el fondo de mi mente rodeado de oscuridad, donde nadie podría hacerme daño, donde no podia sentir dolor.La oscuridad me reclamaba, sedienta de venganza.
Podía ver imagenes pasar rápidamente en mi mente, el recuerdo de un joven en un cuarto vacio sentado en una pequeña cama viendo fijamente por la ventana, a un hombre mayor de larga barba blanca entrando en el campo de visión.
Un destello verde asesino, un grito de mujer desgarrador, un hombre de ropajes negros derrumbado en el piso de una choza, las imagenes pasaban rápidamente una tras otra.
Sentía cada emoción en aquello reflejada; dolor, traición, amargura.Una fuerza interna se apoderaba cada vez más de cada terminación nerviosa, una fuerza intentando escapar como la lava de un volcán en erupción.
Todo se volvió en pesada oscuridad, luego todo paso.