11. La ley de hielo

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El silencio albergaba dentro de la casa de los Lee, tranquilidad era lo que podías percibir apenas entrabas al lugar, sin embargo, la falta de ruido provocaba que Han Jisung quisiera arrancarse el cabello uno por uno, estaba harto de parecer el único ser vivo cuando sabía que esto no era así, pues Lee Felix lo estaba evitando desde hace 2 días atrás.

Aquel día en el parque Felix sintió lo que era la decepción por primera vez en su vida, nisiquiera cuando se tardó una semana en su tarea para que al final su maestra solamente le pusiera una carita feliz se sintió de tal manera, su corazoncito se sentía herido de que al que consideraba uno de sus más grandes amigos le había mentido, pero estaba bien, él comprendía que todavía era demasiado pequeño como para entender los dichosos temas de adultos.

Lo que lo hizo enojar fue de que no se lo aclararan desde antes y así poder ahorrarse todas las hojas de colores que ocupó para elaborar sus magníficos planes. Tantas horas viendo novelas románticas desperdiciadas, tantas preguntas vergonzosas que le hizo a su madre para que ninguno de sus consejos fuera utilizado, incluso su mejor amigo se había sentido decepcionado al saber que también las entrevistas que le hizo a su noona no tendrían valor alguno.

Por esa razón, el pequeño pecoso tomó la brillante decisión de no hablarle a su niñero, tan siquiera quería que sintiera poquito de lo que él sintió cuando vio que Jisung había tenido una cita en el parque y no precisamente para preparar aquel delicioso postre como habían acordado. Con eso en mente después de clases corría en dirección a su habitación y no salía a menos que fuera necesario. De cierta manera le divertía ver los intentos de su niñero para hacerlo salir o tan siquiera para que hablara con el, pero Felix se rehusaba a caer de nuevo en sus engaños, pues podía ver y oir claramente como Jisung y el feo de su vecino continuaban platicando animadamente pensando que él no estaba presente. Ilusos, pensaba el pequeño cada vez que Jisung creía que estaba dormido en su habitación y le marcaba al azabache para hablar por teléfono.

En este momento el pecoso se encontraba un poco aburrido, ya había comido e incluso ya había hecho su tarea, pero aún así no saldría a convivir con Han Jisung, porque eso sí, inclusive había perdido el lindo apodo que con tanto esfuerzo inventó para su niñero.

Para distraerse un poco de su "cruel y lastimero destino", tomó un par de peluches de la casita que le había armado Minho y comenzó a jugar solito.

- Oh Jisung, me gusta mucho tu cabello. - dijo Felix aparentando una voz más gruesa moviendo a los juguetes de un lado a otro.

- Gracias hyung, a mi no me gusta el tuyo. - respondió esta vez con un tono agudo. - Me gusta más el de Lixie.

- Sí, el cabello de Lixie es más bonito que el mío.

Continuó jugando hasta que un delicioso olor se filtró en su habitación provocando que soltara sus juguetes y caminara en dirección a su puerta, sin embargo, al ver que estaba apunto de abrirla se alejó un poco dudoso.

- ¡Qué delicioso! No sabía que el postre que trajo Minho hyung supiera tan bien.

Al escuchar eso el corazón de Felix se aceleró y sus manitas comenzaron a sudar por las ganas que tenía de abrir y correr escaleras abajo.

- Mi mami me puede hacer uno mejor. - se dijo asimismo el pecoso tratando de convencerse que podía aguantar un poco más.

Regresando de nuevo para tomar sus peluches Felix soltó un gran suspiro tratando de retener su respiración para no tener que oler aquel delicioso olor.

- ¡Es de chocolate! - escuchó de nuevo un grito de su niñero.

Bien, su pancita ya se había emocionado y ya estaba gruñendo con anticipación.

¡Felix manos a la obra!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora