El fin de manos a la obra Felix | Parte 2

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El día del aniversario había llegado y Felix usaba sus mejores ropas para poder celebrarlo. Se había levantado muy temprano en la mañana y desde hace tiempo estaba esperando en la sala de descanso a que su niñero o su vecino tocaran la puerta, pero esto nunca llegó.

En cambio su padre era quién lo estaba cuidando, sin embargo, el adulto se encontraba desde hace ya varios minutos cocinando lo que parecía ser carne con verduras y no le prestaba al niño la atención que requería. Cabe destacar que Felix solamente quería que su padre le diera un comentario razonable acerca del porqué nadie había ido a recogerlo.

- Lix, deja de mirar la puerta y ven a ayudarme a poner la mesa. - ordenó el señor Lee por tercera ocasión intentando seguir guardando la compostura y no gritarle

- No.

De nueva cuenta su padre suspiró frustrado y apagó la estufa para ir en busca de su hijo, pues había estado llamándolo en repetidas ocasiones, pero este jamás hizo caso.

Felix, por su parte, se sentía traicionado, enojado, decepcionado y un sin fin de emociones más por lo que estaba entrando en una huelga silenciosa hasta que alguien se dignara a explicarle el porqué no habían pasado por él.

Se suponía que él había dado las ideas, por ende era necesaria su presencia para que verificara que todo había sido acatado como debería, sin embargo, sus mayores no lo contemplaron y eso lo hacía enojar... ¿Acaso sus planes habían fracasado con anterioridad? ¡Claro que no! Porque él siempre se encargaba de vigilarlos para que nada se saliera de sus manos, y eso que estas eran demasiado pequeñas.

Mientras tanto, el señor Lee al ver que su hijo continuaba con el ceño fruncido y sus ojos en el pórtico decidió que ya era momento de poner un fin.

- Hijo, Hannie y Minho no vendrán. - dijo tranquilo mientras tomaba al pequeño por los hombros y lo encaminaba para que tomara asiento en el sofá.

- Pero se supone que hoy Hannie tenía que cuidarme. - murmuró un desanimado pecoso poniendo un puchero inconsciente sobre sus labios.

- Lo sé hijo, pero debes de comprender que Hannie no siempre va a poder hacerlo. Hoy tiene un día muy especial en compañía de Minho y eso es algo que vas a entender hasta que tengas 30 años y tu pareja haya pasado mi interrogatorio, por eso yo estoy ahora aquí. Casi nunca estamos juntos ¿acaso no te pone feliz? - agregó esto último copiando el gesto de su hijo haciéndolo reír.

- Papá no me copies. - pidió entre risas el menor tomando entre sus manitas las mejillas contrarias tratando de deformar la expresión.

- Entonces ayúdame a poner la mesa.

Rendido, Felix bajó del sofá y siguió a su padre hasta el comedor.

- Yo nunca voy a tener pareja. - le comentó al mismo tiempo que iba poniendo los cubiertos que le pasaba el mayor.

- Nunca digas nunca Lix, pero tienes razón, mejor nunca tengas.

El pecoso asintió satisfecho y se dispuso a hacer caso omiso al hecho de que su niñero y vecino lo habían "olvidado", sin embargo, con todo su corazoncito esperaba que lo que había preparado con Minho el fin de semana le gustara tanto a Jisung como para que siguieran juntos por mucho tiempo más.

°°°

El brillo del sol había desaparecido hace poco tiempo de las calles de Seúl para abrirle paso a los destellos de la luna. Si bien era un acto cotidiano, para cierto castaño en esta ocasión aquel fenómeno resultaba más hermoso de lo normal y un tanto especial al compartirlo con una persona igual de fascinante.

- ¿Minho, cómo lo has hecho? ¡Esto es tan lindo! - exclamó Han Jisung viendo con suma atención lo que su novio había preparado para pasar los últimos minutos de su aniversario.

¡Felix manos a la obra!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora