016 Yate

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—¿Me está sacando del grupo de seguridad de Remus? —El castaño escuchó detrás de la puerta y sintió su sangre helarse. —No, eso es... Es genial, lo entiendo. Muchas gracias.

Sin entender mucho lo que acababa de ocurrir, Remus se alejó despacio, tratando de no hacer ningún ruido.

Luego se encerró en su habitación.

Pelusa lo observó curioso desde la cama, Remus se acomodó a su lado.

Unos minutos después, su puerta fue suavemente golpeada y Alice la abrió. Sostenía su mirada neutra.

—Alice. —Remus aclaró su garganta, fingiendo que no había oído nada. —¿Qué pasó?

Alice imitó su acción de aclarar su garganta, dio un profundo suspiro y habló.

—Recibí una llamada de Arthur. —Dijo ella. —Tu madre... Encontró una nueva tarea para mi.

Remus asintió, sintiendo un sabor amargo en la boca al confirmar lo que había oído.

—¿Se molestó en decirte por qué? —Preguntó el castaño.

Por primera vez desde que se había reencontrado con su mejor amiga, Remus observó cómo ella alejó la mirada y apretó los puños, nerviosa.

—Supongo... —La mujer dijo. —Que es porque yo pedí una re-asignación, meses atrás.

—¿Tú la pediste? —Remus preguntó frunciendo el ceño, sintiéndose de repente dolido. —Oh. —¿Alice estaba así de incómoda con su trabajo? —¿Te dijeron a dónde irías?

—De vuelta al servicio militar. —Respondió ella.

—Creí que lo habías dejado... —Remus recordó algo. —Quieres seguir los pasos de tu madre. —Dijo de repente. —Siempre quisiste hacerlo.

“En lugar de tu padre, quien sirvió a la familia presidencial desde siempre” quiso decir, pero creyó que lo mejor sería guardarse el comentario para él mismo.

Alice asintió con la cabeza, apretando los labios.

—¿Es eso lo que quieres? ¿Honestamente? —Remus preguntó observando a su amiga.

—Me ofrecieron una promoción. —Dijo ella. —En un cargo más alto del que tenía. Es un verdadero honor.

—Lo que siempre soñaste. —Remus dijo sonriendo, sintiendo un pequeño dolor en el pecho. La tristeza lo estaba golpeando. —Por lo que siempre trabajaste.

—Exacto. —Dijo ella. Remus la observó y se dio cuenta que estaba fingiendo una sonrisa.

—¿Por qué entonces no luces feliz? —Se atrevió a preguntarle.

—Porque odio el sentir que te estoy decepcionando al abandonarte. —Respondió ella.

Remus quería decir algo, pedirle que piense mejor las cosas, pero el recuerdo de que era lo que Alice siempre quiso pesaba demasiado.

—La única forma de decepcionarme es si abandonas el sueño de tu vida. —Remus dijo rápidamente, tragando saliva para pasar el nudo de su garganta. —Y más aún si lo haces por mí.

—Espera. —Alice dijo sosteniendo la palma de su mano frente al rostro del castaño. —¿Estás diciéndome que debería aceptar el traslado?

—Por supuesto. —Remus asintió. —Deberías proteger cientos de vidas, no sólo una. —Agregó sonriendo, tratando de que se vea lo más natural posible.

—Entonces... —Alice suspiró. —¿Esto es un adiós?

Remus sintió un pequeño vacío dentro de él al escuchar esas palabras.

Amoríos extranjerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora