...Continuación

166 23 3
                                    

Era un hermoso corcel  que solo era domado por los dioses, hermoso de un color blanco resplandeciente, tiene dos alas largas enormes que son más grandes que el mismo. Quisiera montarlo, pero eso es imposible.

-Acerquémonos más. - Dije, pero Jeroen me detuvo.

-No, vas a asustarlo, viene aquí a comer esas cosas rojas que cuelgan de las ramas.

-Las haz probado alguna vez -Dije, casi sin creerlo.

-No, nunca.

-Son manzanas. -Dije riendo.-Espera voy a acercarme.

-No. - Tomo una bocanada de aire. Y sus palabras eran fuerte pero en susurro. -¡No vallas!. -Parecía frustrado.

-Calla. No sabes lo que haré.

-Trate de mover el árbol, pensado que este se movería como los mipssod, pero este no respondió, eso me tomo por sorpresa. Así que me acerque más y un poco más tratando de no asustar al Pegaso, y tome una manzana entre mis manos, el caballo retrocedió porque al árbol se movió bruscamente en cuando arranque la manzana, al igual retrocedí, porque aunque el caballo era hermoso no sabía si podría hacerme daño, así que me acerque un poco más a él y levante la mano derecha con la manzana ofreciéndosela, el caballo me miro extraño, casi pareciera que se burlaba de mí, su cinismo me hizo arrugar la frente y pensar en que era un engreído.

-Ven aquí bonito, vamos toma la manzana. -Dije tratando de ser convincente, pero este solo resoplo y me ignoro. Hizo que perdiera la poca firmeza y le hable fuerte. -Hey, comete la manzana, -Dije tratando de ser dominante, levante mi mano hacia él y me sorprendido su movimiento, se acercó hacia mí con paso firme y lento, mirándome directamente a los ojos, mi mente empezó trabajar más rápido, y me dio miedo al verlo caminar tan directo hacia donde me encontraba. Abrió el hocico y tomo la manzana, la tensión era grande y solo no quedamos mirándonos. Mi mente empezó a procesar mis siguientes movimientos, cuando estaba a punto de tocarlo, este engreído se giró y aleteo rápidamente y el aire me dio en el cuerpo y la fuerza del viento que provoco al aletear hizo que moviera hacia a atrás.

Jeroen se acercó a detenerme porque si seguía haciéndome hacia atrás, caería por la ladera. Y esta ladera no estaba muy bonita que digamos.

-¡Eres una necia!. El animal pudo hacerte daño. - Estaba casi gritándome.

Yo estaba en shock por lo que había sucedido, así que no puse mucha atención a lo que decía.

En cuando reaccione, mi cuerpo se sentía libre de aquel momento persistente que yo sola provoque.

-Lo siento, me encontré encantada por el Pegaso.

-¿Cómo le has dicho?. -Dijo un poco confundido.

-Pegaso.

-Valla no sabía su nombre, el siempre pasa ahí a comer, pero solo puedo verlo a esta hora.

-Enserio, ¿podemos venir después a verlo?.

-Espero que aun venga a esta hora. Lo haz asustado.

-Déjame decirte que el me ha asustado.

-Bueno tú no quisiste hacerme caso, tú te lo buscaste.

-Oh vamos, vas a decirme que no te gustaría montarlo.

-Bueno si, pero me da miedo, que tal si me hace algún daño, prefiero mantenerme alejado. Además es una bestia majestuosa, es mejor dejarla.

-Miedoso.-Dije en susurro para que no me oyere lo suficiente

-Bien vayámonos, está apunto de anochecer y no quieres encontrarte a los hushex.

-Ya voy, solo espera. -Dije, tome dos manzanas del árbol y las lleve conmigo.

-Eso para que es. -Dijo algo confundido, o más bien parecía enojado.

-Tienes que probarlas. -Dije sonriéndole

-Está bien, pero debes hacerme más caso, aun no conoces todo, puedes correr riesgo en cualquier lugar.

-Lo haré, bueno, vamos. -Le di una manzana y el la comenzó a comer.

Antes de que anocheciera nos fuimos a refugiar en los árboles y estuvimos ahí por un largo tiempo, Hasta quedarnos dormidos.

...

Mis parpados parecían pesado, pero aun así comenzaba a abrir los ojos, me di cuenta de que algo estaba mal, estaba atada de pies y manos sentadas en suelo, no tenía ni idea de lo que sucedía. Pero mi miedo se aceleraba cada vez mas, y algo malo estaba a punto de suceder.

Al recorrer la mirada por este lugar sucio me encontré con una mirada confusa, enfrente de mi estaba Jeroen igual de atado, que sucedía, porque estábamos en un lugar que olía asqueroso.

Se oían unos pasos como, que se aproximaban, parecían ser el sonido de unas zapatillas altas por que pegaban fuerte contra el piso...




En donde ellos no estánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora