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4. Mentiras blancas.

      Para Jiyong lidiar con Jongwoon había sido fácil, pero lidiar con sus amigos, las familias de sus amigos, su cuñado y su hermana -a quien no estaba muy contento de ver- había sido un reto. Todos preguntaban qué había pasado, por qué se había ido de la recepción, Dara no dejaba de decirle que era un mal amigo por desaparecer, que no saldría en las fotos  o en el vídeo, que era el momento más importante de su vida y su casi hermano no estaba. Las palabras de todos llegaban a abrumar a Jiyong, quien todavía estaba lidiando con lo que había ocurrido el día anterior, y la mañana. 

       Porque se iba a casar con Jongwoon, pero ya había dicho su primera mentira como prometido, una mentira blanca, según él.

       Por ello ahora estaba ahí, en la reunión del día siguiente de los novios recién casados, demostrando que podía volver a mentir una vez más al decirle a su amiga que se había sentido mal, algunos vómitos, Jongwoon por supuesto secundando a su respuesta y justificando todo aquél comportamiento de "beber de más" con la supuesta felicidad que le causaba ver a su amiga feliz, que sí, era cierto que le daba alegría pero jamás bebería hasta desfallecer por ello. Supuso que su amiga no le creería, pero al parecer no lo conocía lo suficiente como para saber que habían otras razones, por lo que aceptó tan tonta excusa. 

      El problema era que Jiyong no podía lidiar con todas esas personas, verles la cara de nuevo, ver de nuevo a su hermana... Las cosas parecían continuar su camino mientras que él solo deseaba regresar a la noche anterior y reencontrarse con esos chicos que escucharon cada una de sus quejas sin reproches. Porque aunque no lo parecía, la realidad es que a veces era más fácil demostrar las emociones a personas que no te conocen que a quienes te conocen, porque quienes te conocen creen que saben todo de ti y que aquello les da el derecho a juzgar cómo reaccionas. Por eso, cuando el agua del lavamanos tocó su cara después de encerrarse en el baño de aquel salón de fiestas y escuchar la voz de su hermana desde afuera, la ira contra ella le recorrió la columna vertebral. 

Ella era una de las razones de que estuviese dudando de su realidad. 

—Jiyong, ¿hasta cuándo vas a actuar como un niño? ¡¿Qué demonios te pasó anoche?! Estaba muy asustada. —Dami habló tan rápido, que casi parecía que marcaba el ritmo de los pasos de Jiyong que aun con el rostro lleno de gotas cayendo por sus cara se acercó a la salida del baño. 

—¿En serio preguntas qué me pasó? Dami, te vi. 

—¿Me viste? ¿De qué hablas? No intentes voltear esto y hacerte la víctima, hablamos de ti. 

—¡NO! Te vi engañando a MinJoon. Te vi así que ahora mismo no quiero mirarte, porque eres mi noona y realmente no quiero tener que decirte algo que nos quiebre a ambos, no quiero hacerlo, no quiero verte ahora. 

—Ji... No... hablemos de esto afuera, tranquilos, ¿sí?

—¿Quieres hablar? Disculpa Kwon Dami, ¿hablar de qué?

—No lo sé, Jiyong... Solo... —La chica soltó un suspiro pesado llevándose una mano a las sienes, masajeándolas mientras seguía hablando con los ojos cerrados. —La gente se junta, se separa, se distancia, a veces no funciona aunque lo intentes y a veces hay fallos, las personas cambian. 

—Oh... Claro, tantos años con él ¿y vas a decirme que lo que vi fue porque cambiaste? ¡¿Te estás escuchando siquiera?!

—A veces solo pasa y no puedes luchar contra lo que te dice la mente.