19. El adiós.

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      La vida siempre estaba llena de una serie de acontecimientos que las personas a veces no sabían de qué manera controlar. 


      El flujo con el que las acciones de cada persona se ejecutan describen el futuro que cada quien forja para sí mismo, a veces las malas decisiones tienen buenos finales, a veces las buenas decisiones tienen malos finales y aunque Kwon Jiyong deseaba ser parte de ese porcentaje de personas que eran la prueba de que a veces las malas decisiones daban un buen fruto, la realidad era otra y en consecuencia ahora estaba llorando con la cara hundida sobre la almohada, a oscuras y con la puerta completamente cerrada. 


       El sonido de los pasos de Seunghyun moviéndose por el pasillo solo aceleraban el corazón de Jiyong y aunque deseaba que esos latidos fueran por estar a punto de besarlo o por recibir esos halagos bonitos de la boca del mayor, que eran capaces de detener el fluido de la sangre que se dirigía en todas las direcciones por su cuerpo, en realidad cada palpito era como el reloj tormentoso que indicaba el fin de una historia que no tuvo el placer de iniciar. 


      La vieja maleta descansaba al pie de la cama porque lo primero que hizo Kwon al llegar fue armar su equipaje, incluso si pensaba quedarse otras horas más con la persona que le había confesado su amor, una vez él abriera la boca para revelar la verdad todo tendría otro rumbo y habría perdido el tren de la felicidad cuando finalmente había creído alcanzarlo y eso era lo que más lo tenía devastado, porque fue el propio Jiyong quien ganó esa oportunidad tan rápido como la perdió por sus elecciones. 


      Con rabia e ironía Jiyong buscó entre lágrimas su bolsa, esa por la que su mentira había sido descubierta, y sacó la caja con el anillo pensando en la forma mas rápida de acabar con su propia agonía incluso si eso lo mata en vida, porque el dolor que estaba sintiendo en su pecho al saber que perdería mas de lo que había ganado lo estaba destruyendo y lo más triste de eso era que se llevaría con él a Choi Seunghyun e incluso a su buen amigo. 


      De repente, mientras Jiyong insertaba el anillo que Joongwoon le había regalo en su dedo, recordó  la razón por la que todos pensaban que él estaba loco, que necesitaba ayuda, a su hermana cuestionando su comportamiento, sus amigos pidiéndole ser más maduro, a su novio -el de verdad-, aceptando felizmente que se fuese a un supuesto retiro para mejorar como persona, a la familia de sus amigos preguntándose porqué Kwon Jiyong que parecía ser un adulto normal no era capaz de relacionarse con los 30 años. 


      Jiyong ahora realizaba la razón: Nadie le había ofrecido la oportunidad de decir lo que sentía y lo que pensaba como lo había hecho Seunghyun, la comunicación estaba ausente en su vida incluso tenía miedo de decir que deseaba trabajar con animales y hacer terapia para ellos porque sabía de primera mano que se reirían de él. Pero ahora era él quien se reía de sí mismo porque ahora tenía la oportunidad de abrirse por completo sobre quién era, lo que pensaba y sobre cómo había llegado a esos límites pero no sabía por dónde empezar o qué hacer para no arruinar a Choi, porque definitivamente él no lo merecía.


      Por ello tomó coraje, empuño la mano en donde se había colocado su anillo, enredó su cuerpo con un sweater tejido y ordenó la cama que había ocupado durante los últimos días, en donde todo se sentía como años porque definitivamente había vivido en días cualquier cantidad de emociones que en su rutina habitual le tomaría años, pero era el momento de regresar a su realidad y lo sabía, no estaba convencido pero lo sabía y cuando su mano cruzaron el borde de la habitación arrastrando el equipaje que dejó en la orilla del pasillo antes de dirigirse a la oficina de Seunghyun, supo que no había marcha atrás.

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