Scarlett Mikaelson. La hermana del medio de la familia original y gemela de Klaus Mikaelson.
Ambos hermanos se embarcaron en un viaje para romper la maldición que les impedía contacto con su lado animal. Harán todo lo necesario para convertirse en...
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-¿Cuál es la otra parte del plan?- pregunta Elijah.
-Es momento del postre- abrió las puertas de lo que parecía ser otra habitación, sonrió al ver los ataúdes adentro-. Llego la hora del reencuentro familiar.
El trajeado sonrió. Elizabeth comino a los ataúdes, los abrió y quito la daga a quienes estaban dentro. Mordió su muñeca y para despertarlos, les daría de beber su sangre.
-¿Qué haces?
-Tranquilo, solo trato de que despierten mas rápido, y no veo a ningún humano por aquí- le espeta-. Mmm- gruño al sentir como subsanaban su sangre, el meno atrapo su muñeca para poder beber mas. La piel del chico ya estaba volviendo a la normalidad-. Es suficiente- de un tirón recupero du brazo.
-Como Fin sera peor, lleva novecientos años sin consumir una gota de sangre.
-¿Elijah?- lo llamo el joven mientras salía del ataúd.
-Bienvenido, hermano.
-Tu eres el siguiente- volvió a morder su muñeca ya que la herida había sanado y la llevo a la boca de Fin. Al sentir la sangre no duda en comenzar a beber.
-¿Qué paso?- quiere saber Kol-. ¿Quién es ella?
-Silencio, Kol- le ordeno- pueden oírte.
-Bienvenido, Fin- dice la castaña cuando esté abrió los ojos.
-Thea.
-Lamento decepcionarte, pero no soy ella.
-Katia- dice Kol sorprendido, su hermana le había hablado sobre ella, recordaba haberse burlado porque se haya enamorado de la misma cara.
-Por favor, tampoco soy ella- señala con expresión seria.
-¿En que año nos encontramos?- exige saber Fin.
-En el año dos mil diez.
-¿Qué? Me e mantuvo mas de un siglo con la daga- chilla el castaño.
Elizabeth lo miro mal.
-¿En serio te preocupa un siglo o dos? Tu hermano estuvo novecientos años con una daga en su corazón y no lo veo aquí quejándose.
-¿Quién eres tu?- cuestiona Fin hacia la chica.
-Oh. Que modales los mios, soy Elizabeth Gilbert- extendió su mano al mayor, quien no tardo en tomarla y dejar un beso en el dorso-. Al parecer todos tienen el encanto de saludar así- sonrió.
-Un gusto conocerla señorita Elizabeth.
-Por favor, no, solo Elizabeth.
-¿Por qué nos despertaron? ¿Y dónde están los bastardos gemelos para golpearlos?- exige saber el menor.