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El viento movía mi cabello hacia atrás, el sol se alzaba entre las casas de mi derecha, mientras que a la izquierda tenía un paseo al lado de las marismas. El olor a salitre inundaba mis fosas nasales, y el calor que iba aumentando poco a poco se impregnaba en mi piel. Amaba el verano, y más los días como el que iba a ser hoy: sol sin nubes, calor, playa...
De la noche a la mañana cambié de idea, no me mudaría a Nueva York, yo quería un sitio con playa, en el que hiciera buen tiempo casi todo el año... y no quería dejar a mis amigos. Supongo que me construiría otra casa al lado de la de JJ en la zona Kook; para que nada más levantarme y abrir las cortinas, me encontrara el mar en pura calma... cogería la tabla de surf y estaría horas jugando con el agua...
Sí, ese era un mejor plan de vida que irme a la ciudad y tener que despedirme del mar.
Y entre todos esos pensamientos llegué a mi humilde morada.
-¡Tía Eva...! -grité nada más cerrar la puerta de la casa detrás de mí.
-¡Vero, estás en casa! -Mi tía salió de la cocina a recibirme con un gran abrazo-. Hace unos cuantos días que no nos vemos, cariño. -Hizo un puchero triste y yo sonreí con ternura.
-Ya, bueno... es verano y he estado pasando casi todo el tiempo haciendo surf con los demás... -me excusé refiriéndome a mis amigos.
-Lo sé, lo sé... pero prométeme que algún día haremos algo de chicas. -Reí por el tono infantil que había utilizado en la frase, pero asentí igualmente-. ¿Has desayunado?
-Venía aquí para desayunar y luego ir a dar alguna vuelta por las marismas con los chicos... pero hemos quedado dentro de un par de horas... -Vi como a mi tía se le iluminaron los ojos al oír lo último.
Eva es una persona adulta y responsable, pero tiene también su lado adolescente e inmaduro, por eso es la mejor tía que alguien puede tener. Está algo loca, juntas hemos hecho muchas excursiones a algunos lugares y me ha propuesto hacer paracaidismo, puenting o bucear las aguas más extrañas de Outer Banks, diciendo que eran "oportunidades únicas en la vida que no se podrán repetir". La quiero con todo mi corazón, porque siempre tiene energía para todo y una sonrisa en la cara que te impide negarle algo... Una niña en cuerpo de mujer.
-Pues... ¡hagamos el desayuno! -comenzó a caminar hacia la cocina y sacó ingredientes de cajones-. Venga, vaga, ayúdame.
-¿Qué haremos? -pregunté curiosa mientras colocaba la harina y otros componentes de la receta que prepararíamos.
-Pueden ser galletas, tortitas, magdalenas, un bollo...
-Creo que haremos tortitas. -decidí alzando las mangas de mi chaqueta y echando a un bol una cantidad aproximada de harina a éste.
