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—¿Hermana? ¿Estás bien?—Mehmed había notado el cambio en el rostro de su hermana, y es que, mientras ellos se habían estado cambiando por petición de su padre, Raziye había salido y no regresó hasta un tiempo. —Creo que estás algo distraída ¿Pasó algo?

—Yo...- Raziye suspiró acercándose a Mehmed. —Chicos, he visto a Mahidevran... Al parecer, tenemos un hermano más, hijo de ella.

—Asi que ella sigue con vida, y con hijo... Entonces, debemos tener cuidado— Murad sabía que no podían fiarse de quien sea, especialmente porque aún no habían hablado con la sultana Hürrem, seguramente, ella también los veía como una amenaza. —Madre me dijo que ambas son muy fuertes, pero si me preguntan, creo que debemos aliarnos lo más pronto posible con la sultana Hürrem.

—Tambien creo que debemos aliarnos con ella— Ahmed dijo mientras terminaba de abrochar el botón de su manga. —Es la madre de cuatro príncipes y una Sultana, Mihrimah... Tiene un porte muy poderoso. Debemos dejarle en claro a ellas, que el trono no es nuestro objetivo, tampoco deseamos lastimar a nuestros hermanos, pero si queremos vivir estables, Mahidevran es un obstáculo.

—No pude conocer a Mahidevran, ni siquiera recordaba a nuestro padre. Pero confío en ustedes hermanos, lo único que deseo, es poder vivir feliz junto a ustedes y nuestro padre.— Raziye sonrió abrazando a Mehmed. No importaba cuando tiempo pasara, para ella, Mehmed seguía siendo su pequeño hermanito. Había una conexión muy grande entre ellos, Mehmed solo era un bebé cuando tuvo que cuidarlo talvez por eso, sentía que debía seguir viendo por él.

—Altezas— Sümbul entro a los aposentos una vez anunció su presencia al tocar la puerta. —Nuestro sultán está esperando por ustedes, todos las personas importantes están ahí, incluídos, sus hermanos.

—Muchas gracias, iremos de inmediato— los cuatro asintieron y fueron hasta ese lugar. El sultán esperaba por ellos antes de que las puertas se abrieran.

—Mis principes... Están tan grandes. Me hubiera gustado, presentarlos ante el pueblo antes— Solimán se acercó a sus hijos mirándolos con cariño. —Me hace feliz tenerlos a los cuatro conmigo de nuevo.

—Padre, yo soy quien está más feliz. Finalmente, puedo saber cómo es, mis hermanas siempre dijeron que era un gran hombre, y estoy seguro de que es así.— Mehmed fue abrazado por Solimán.

—A partir de ahora. Nadie nos va a separar. No volveremos a estar lejos.

En la torre alta. Gülfem era la que estaba más emocionada que el resto de las sultanas presentes.

—Debes estar feliz Gülfem. En cuanto me dijieron que ellos estaban vivos, no pude evitar mirar al cielo y rezar. Zahra fue una gran amiga y una de las sultanas más bondadosas que mi hermano ha tenido. Me siento feliz por ti, por mi hermano y por los príncipes. —Hatice decía mientras esperaba a verlos, no mentía, ella fue muy unida a la madre de los príncipes, verlos de nuevo, era algo que había comdierado un sueño, pero esto era la realidad.

—Como no se imagina sultana. Estuve mucho tiempo lejos de mi hijo, pero ahora... Me aseguraré de cuidarlo de las malas personas— Hürrem había notado, la mirada de Mahidevran hacía Gülfem y la de Gülfem hacía Mahidevran. —nadie, podrá hacerles daño mientras yo estoy aquí.

—Sultana Gülfem— Hürrem colocó una sonrisa. —Me alegra que pueda estar con su hijo, como madre, entiendo lo que es querer protegerlo. En hora buena sultana.

—Muchas gracias sultana Hürrem.— por el otro lado, Mihrimah junto a Ana trataban de no involucrarse en aquella plática, aunque por dentro, Mihrimah estaba aguantando la curiosidad por sus hermanos y hermana.

—¡atención! ¡Su majestad, el sultán Solimán el magnífico!— Todos los jenizaros y pashas hicieron una reverencia en cuanto Solimán salió, detrás de él, los príncipes. Solimán tomó asiento en su trono y ordenó a Mehmed pasha anunciar a todos la presencia de los jóvenes.

—Hace muchos años. Cuando aún era un principe, mi favorita Zahra, dió a Luz a cuatro hijos míos y mi favorita, Gülfem a mi primogénito. Por cuestiones de seguridad, ellos estubieron fuera por todo este tiempo y ahora, finalmente han regresado a Estambul para tomar su lugar como principes de la dinastía Otomana.
Es un verdadero honor para mí, el sultán Solimán el magnífico. Presentar ante ustedes a mis hijos mayores. 
Mi primogénito, el príncipe Murad, mi segundo hijo, el principe Ahmed, mi primera hija, la sultana Raziye y, mi tercer hijo, el príncipe Mehmed.— cómo iba nombrando a cada uno. Los príncipes se presentaron ante los presentes, estos hicieron una reverencia, no podían decir algo, ni siquiera dudar, el príncipe Murad y Ahmed, era la imagen del sultán Solimán. —Como dos de mis príncipes tienen en el mismo nombre, he decido, que mi hijo Mehmed primero, cambiará su nombre a Osman, en honor a nuestro fundador.— Mehmed hijo de Hürrem miraba todo eso y le aliviaba que su nombre siguiera siendo el mismo, también, miraba a sus hermanos, ellos parecían buenas personas. —Todo aquél, que se atreva a tocar a mis príncipes, probará mi furia.— Solimán se puso de pie, entregó a cada uno de sus hijos un anillo especial y cuando la ceremonia terminó, todos regresaron adentro al jardín, la familia esperaba por ellos.

—Hola— Dijo una pequeña voz de niño, Raziye se agachó a la altura del pequeño para poder levantarlo en sus brazos.

—Hola pequeño, que lindo eres. ¿Cuál es tu nombre?

—Cihangir, yo también soy hijo del Sultán. ¿Tú también eres mi hermana?

—Si así es. Soy tu hermana. Es un gusto conocerte Cihangir, quiero que sepas que voy a cuidar de ti. Como toda hermana mayor, puedes contar conmigo— Cihangir sonrió ampliamente, pasó su mano por la mejilla de Raziye.

—Eres muy bonita. Igual que mi hermana Mihrimah. Mis hermanas son muy bonitas— Raziye sonrió con ternura pasando su mano por la cabellos rizados de Cihangir y sin detenerse dejo un beso pequeño en sus mejillas.

—¿Quieres ir con tu hermana a comer algo? Vamos... Y después, podemos ir con Mihrimah.— Raziye tenía mucha intriga por su hermana. Cómo las únicas mujeres quería tener una buena relación con ella.

—¿Eres muy bueno con la espada?— Bayaceto preguntaba a, ahora, Osmán. —Yo también, ah y con el arco, te aseguro que soy mejor que Selim.— Osmán rió un poco ante sus palabras

—No dudo que seas bueno. Pero debes seguir practicando. Yo soy bueno con la espada pero nuestro hermano Murad es aún más bueno. El me enseñó todo lo que sé, a mi y a Ahmed.

—¿Me enseñarás a mi también?

—Claro, cuando gustes podemos iniciar entrenamiento juntos.

—Pensé que serías más gruñón, los hermanos mayores son así. Pero me agradas mucho. Me alegra que mi hermano sea así.— Osmán sonrió ampliamente.

Todos los hermanos parecían acoplarse con el resto, Solimán estaba orgulloso de eso, pero había algo que aún le molestaba, y pudo recordarlo al ver a su esposa Hürrem algo molesta y a la vez, pudo ver a Mahidevran mirar a su hijo Mustafa convivir con Murad. Eso sería complicado

O hala kalbinde SolimánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora