Mahidevran movía constantemente sus manos, en los últimos días, la ansiedad la consumía, no podía pensar en otra cosa que no fuera los hijos de su hermana. Hasta hace poco tenía que lidiar con Hürrem y los hijos de esta para que no me quitaran trono a su hijo Mustafa pensó que sería fuerte si se mantenía cómo hasta ahora, el apoyo del pueblo estaba con su hijo. Pero ahora, un nuevo obstáculo aparecía.
—“Si intentas algo contra mis hermanos te mataré, te mataré después de quitarte lo que más amas. Mi hermano Mustafa”— la voz de Raziye continuaba en su cabeza, sabía que debió deshacerse de ella cuando solo era una niña y ahora por culpa de su hermano fallecido tenía una rival más fuerte. —“Mustafa es mi hermano si, pero bien sabes que no me importaría hacer que pierda la vida, si tú pensaste en asesinar a tus hermanos, aquellos que te buscaron por todos lados para darte una vida plena en el palacio, ¿Por qué yo no mataría a un hermano con el que no tengo un lazo sentimental? Un hermano con el que no he desarrollado ese cariño fraternal. Recuérdalo Mahidevran, que Mustafa sea mi hermano no garantiza que esté a salvo de mi”— Mahidevran apretó sus puños y lanzó la mesa que estaba delante suyo.
—¡Maldita seas! No me quedaré sin pelear, ya me deshice de tu madre, puedo deshacerme de ti.
...
La boda de las dos hijas del Sultán había sido anunciada a todo el pueblo, cómo siempre, el sultán no se media cuando se trataba de sus hijas, desde los días antes se repartió oro, las calles estaban repletas de música y fuegos artificiales más una de las hijas del Sultán no estaba feliz, para nada.
Durante la noche de hena Mihrimah juró enterrar su amor por el esposo de su hermana y no volver a mostrarse como una chiquilla, era su destino, tenía que aceptarlo.
Las dos sultanas pasaron por el camino que habían trazado con monedas de oro, Mihrimah se detuvo para mirar a su madre en cambio Raziye avanzó sin mirar atrás.
—Soy una esposa ahora madre. Te pido, que me guíes, de ahora en adelante... Estoy entrando en una batalla donde solo puedo ganar o morir, mi destino estaba grabado en las estrellas, la noche en la que escapamos del palacio, las estrella me mostraron cuál era mi futuro, debía crecer, debía ser fuerte para poder sobrevivir y es lo que estoy haciendo ahora, seré una Sultana fuerte, seré la fortaleza de mis hermanos y la perdición de mis enemigos, si debo dejar atrás mi humanidad lo haré.
Porque yo, no nací como una criada, nací como una sultana, soy la Sultana Raziye hija del sultán Solimán, el Sultán de los tres continentes, por mi padre y por mi madre, no dejaré que nadie olvide que un solo insulto hacia mí su vida acabará.El desfile por las calles del pueblo fue largo. A través de las telas podía ver a los pueblerinos, estos se veían felices, por el oro que estaban recibiendo, Raziye miró a hacia ellos y luego regresó su mirada al frente.
—Si ellos no aprenden a respetarme, entonces aprenderán a temerme.
....
Balibey miraba hacia el cielo, el ambiente le traía una gran sensación de melancolía, hace mucho perdió a su primera esposa, Armin, y después perdió a su segundo amor, Ibeke, pero ahora, estaba casado con una Sultana, no la amaba, aún no. Le gustaba, sí, cómo cualquier hombre, quedó maravillado ante la belleza y personalidad de la Sultana.
Parte de él se sentía impotente, había jurado que buscaría la manera de irse lejos de ese palacio, lejos de la traición y la muerte, pero ahora estaba más metido en ello, ahora era un yerno del Sultán, y se había comprometido a que su vida ahora era de la Sultana Raziye.
—Ya está todo listo— solo cuatro palabras de la criada fueron suficientes para que el nerviosismo le recorriera el cuerpo, era la hora, la Sultana esperaba por él.
El camino hasta los aposentos fue corto, colocó su mano en la perilla de puerta y se adentró en los aposentos, lo primero que vio fue la figura de la sultana, usaba un vestido rojo y su rostro se matenia cubierto con un velo del mismo color, Balibey dió pasos cortos hasta ella, está vez, el camino se le había hecho largo, mientras sus manos quitaban el velo para descubrir el rostro de la Sultana no pudo evitar sentirse como si fuera la primera vez en su vida que tocaría a una mujer, cierto, tenía experiencia con eso, pero está vez no era una simple señorita de compañía, era una sultana, era la hija del Sultán.
Al poder ver su rostro, sus ojos y los de Raziye toparon por varios segundos, ella matenia una mirada dulce aunque su rostro se mostraba serio, mientras Balibey la miraba detalladamente grabando su rostro en su mente.—Balibey...— Raziye susurró su nombre un par de veces, su piel se erizó al escucharla susurrar de esa manera. —Puedes, dejar de verme como la hija del Sultán... Por favor, no me veas de esa manera.— Raziye llevó su mano a la de Balibey y la sostuvo entrelazando sus dedos. —Esta noche, y todas las demás noches, solo mírame como tú esposa, no voy a romperme si me tocas.
—¿Cómo estoy seguro de eso Sultana?— Balibey llevó su mano libre al contorno del rostro de Raziye, era suave, podía distinguir la fragancia de las rosas en ella. —Siento que en él más mínimo error, usted se irá.— Raziye sonrió un poco, se levantó de puntas debido a la altura del contrario.
—Estoy aquí ahora, Balibey... Soy tu esposa ahora, así que, olvidemos los títulos, el respeto por esta vez, solo soy Raziye ahora, no tengas miedo, ahora puedo... Hacer lo que estaba prohibido cada que nos veíamos.— Raziye se acercó un poco más, rodeó el cuello de Balibey con sus brazos y cortó la distancias uniendo sus labios con los suyos, Balibey cerró sus ojos al sentir la presión de los labios de Raziye sobre los suyos, sus manos también se movieron y rodearon el cuerpo contrario, pequeño y delicado, encajaba bien entre el suyo.
Raziye sabía que eso tenía que pasar, habla estado preparada mentalmente desde que la boda fue anunciada, tomar un esposa y unirse con él una vez fueran bendecidos por Allah, pero sentía que era más que solo por obligación, en el fondo de su ser, estaba feliz de que fuera Balibey con quién descubriría aquella sensación de tocar las estrellas, supo que era así, pues cuando observó los ojos de Balibey mientras sus cuerpos parecían caer en el agotamiento, las estrellas brillaban en ellos.
—Raziye...— dijo él mientras unía sus manos.
—Balibey...— respondió ella viendo cómo sus manos se unían y sus labios regresaban a encontrarse como si de imanes de tratarán, Raziye entendió una cosa, ese hombre le gustaba, y le gustaba más de lo que podía imaginar, tango que había que su sentido común desapareciera, por una vez, deseo desde el fondo de su corazón, que no la dejara sola en el camino.
ESTÁS LEYENDO
O hala kalbinde Solimán
Fanfictionsegunda parte. (busca en mi perfil la primer parte para que puedas entender) Ellos nunca murieron. Están de regreso. Solimán tiene cuatro hijos mayores. Solimán sigue teniendo presente a Zahra....¿cómo explicará todo a sus hijos? una invitada en...