Capítulo 25: La cita Parte 1.

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Temía lo que fuera a pasar después, pues ahora tenía más que certificado que mi familia poseía los mismos ideales. Intente por muchas noches pensar que esto que sentía no era más que cariño de amigos, quizás hasta de hermanos. Pero cada vez mis experiencias con Jungkook me demostraban lo que tanto temía, y eso era el que lo amaba. Lo quería con locura, pero no era capaz de decírselo frente a frente. Nunca había sido bueno con las palabras y eso él lo había notado. No sabía cómo decirle todo aquello que sentía, todo aquello que llevaba por dentro, atorado en mi garganta. Recordaba aun así las veces que me había expresado con él, las veces que le había dicho lo genial que era. Pero cabe recalcar que en esas oportunidades mis intenciones para con él eran solo amistosas.

Pensé tal vez que entonces yo solo era bueno para expresarme con amigos. Ya que sabía muy bien que al mirarlo mi corazón se detenía por completo, y mi mente parecía viajar al país de nunca jamás. Yo era sinceramente muy difícil de entender, ni yo mismo me entendía.

Quería estar a su lado, pero aun así huía de él cada dos por tres. Lo necesitaba, lo anhelaba y aun después de todo seguíamos en un limbo. Un limbo que yo quería mantener, por ser lo bastante cobarde como para no formalizar esto que sentíamos.

Mia tenía razón, Jungkook era muy paciente para conmigo, y me aterraba pensar que no quedaba mucho de esa paciencia. Me aterraba pensar que en cualquier momento Jungkook desistiría y me daría un ultimátum, entonces yo tendría que elegir entre él y mi familia, pero ¿Cómo podía hacer eso? Amaba a mi familia a pesar de sus absurdos ideales. Si aceptaba a Jungkook como algo más que solo un amigo, jamás los volvería a ver. No volvería a hablar con Jiyu, ni con mamá o papá. Ellos seguro me desheredarían y quitarían mi nombre del árbol familiar, como hicieron con mi primo Bae. Me dolía el alma pensar que Jiyu crecería sin mí y yo sin ella. Que tal vez se burlarían de Jiyu en su colegio por tener un hermano gay. Me ahogaba en mis propios pensamientos negativos, no sabía huir de ellos, pero entonces recordé a Jungkook. Seguramente él también sufrió algo así, seguramente también había sido discriminado, y por supuesto que, si lo había sido, pues vino a mi mente su historia y mis dudas se dispersaron. Ahora tenía que empezar a ser fuerte, tanto como él lo fue.

El día parecía estar predominado por un hermoso clima soleado, oía a los ruiseñores entonar una espectacular melodía, mientras una fresca brisa golpeaba mi rostro, haciéndome recordar entonces que el clima no era del todo caluroso, sino ideal. Era la vida demostrándome que había muchas cosas a las cuales sonreírle, y que tal vez debía dejar de pensar tanto las cosas y disfrutar el momento.

Entre al aula de idiomas y me exalte cuando note que Jungkook no llevaba nada en sus manos.

— ¿¡Jungkook y la cartulina!? — me apresuré a decir sin darle la oportunidad de saludarme.

— Aaah... este... — se me quedo observando con los ojos abiertos a la par de su boca (esto debía ser una broma) ¿Cómo había olvidado lo más importante? — ¡aquí esta! — sacó la cartulina de su costado donde la había escondido, y me la enseño con una sonrisa.

— ¡Ay te odio! ¡casi me da un infarto! — golpee su brazo y él carcajeo por su broma. Me senté a su lado y esperamos a que comenzaran las exposiciones.

Para nuestra fortuna, el profesor había quedado maravillado con nuestra exposición, otorgándonos entonces un maravillo (20) De hecho a la mayoría de nuestros compañeros les había ido bien, por lo que todos salimos de la clase con una sonrisa en nuestros rostros. Al parecer este día soleado si había traído buenas energías después de todo.

— Jimin ven, quiero hablar de algo contigo — Jungkook me tomo de la muñeca y me arrastro hasta una parte solitaria del colegio.

— ¿Qué sucede Jungkook? — pregunte cuando él se detuvo.

El Árbol de Cerezo Kookmin - JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora