Levantar la mano

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Uno de los días que me dieron libres del trabajo los aproveché para ir a una de junta de padres.
Por lo regular, eran tus abuelos o tu tío quienes me hacían el favor de ir a escuchar, la mayoría de las veces no era complicado, más que nada esas reuniones eran de rutina.
Cuando me presenté con tu maestro y pregunté: ¿Cómo es Alicia en las clases?
El maestro me frunció el seño, su postura fue más rígida, su tono de voz se engrosó y con aire autoritario me dijo: "Debe hacer algo para educarla."

De allí siguió con un monólogo sobre todas las travesuras que hacías en el salón, como casi le cortas el cabello a una compañera, cuando gritabas en el salón, como nunca llevabas tarea y las veces que peleaban en el recreo chicos. Tras escuchar me volví un manojo de nervios de solo pensar que eras así sin que me diera cuenta: "Se lo aseguró señor Jiménez, hacemos lo que podemos con su hija pero deben en su casa ayudarla también".
-¿Jiménez?, Disculpe, yo soy el señor González.
-Espera, ¿me preguntaba por Alicia González y no Jiménez?, Disculpe es que siempre vienen a preguntar por Jiménez. Su hija va bien, de hecho ella no causa problemas.

Toda la autoridad del señor se desinfló.
A veces te confundirán, pero no hay cosas que no puedan ser aclaradas con unas simples palabras.

Cartas para AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora