La adolescencia es esa constante búsqueda por donde alguien que dejó de ser un niño trata de encontrarse. Se necesita un sentido de pertenencia. Muchos de estos sujetos buscan encajar con los suyos, siendo más susceptibles a optar por conductas inpropias de ellas por un poco de aprobación de los suyos, no obstante, el adolescente se queda desencajado de muchos moldes, pues, es bastante grande para ser un niño y bastante menor para ser un adulto. El desfase de edad cobra factura de alguna u otra forma.
Entre esas ideas que tenías aparecían temporadas donde querías teñirte el cabello. Por lo general me rehusaba por dos razones, la primera era por tu cabello castaño, que perdería color, volumen y brillo si comenzabas a maltratarlo con químicos; la segunda, es porque en el reglamento espeficicaba a detalle que no estaba permitido entrar a la secundaria con el cabello teñido a la escuela.
Querías que intercediera por ti como en el caso de la falda, tuve por supuesto que explicarte que este era algo distinto, antes hacíamos el acto de protestar por necesidad, el frío te ocasionaba un daño. Ahora, realizar este cambio no era tan necesario, cortaría tu libertad, eso sí, pero debías entender que a donde vayas habrá reglas, las mismas que deben ser acatadas siempre y cuando estás no te dañen tu integridad. Fue un plática extensa, específica, donde a veces perdíamos los estribos pero llegamos a una solución después de un par de semanas.
Esta vez haríamos caso a la escuela, me ayudarías en labores del hogar, te daría dinero para que fueras a pagar los recibos y en verano si aún tenías la idea podrías teñirte las puntas para que no te trajera más problemas en la escuela.
No cabe duda que comenzabas esa búsqueda por definir la primavera de tu juventud y vaya que una adolescente es complicada. En verano ya no querías teñirte el cabello pero vaya fue mi sorpresa cuando le dijiste a la peluquera que te cortará el cabello a la altura del cuello.
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Cartas para Alicia
SpiritualitéLuis es un padre soltero que ha decidido escribirle cartas a su hija, en dichos textos dejará lecciones que considere importantes al haber vivido con ella hasta sus 18 años