Varias noches llegaste a mi cuarto pidiendo un abrazo, me comentabas que no podías dormir porque sentías que un monstruo estaba debajo de tu cama. Nunca supe con exactitud quien metió esa idea en tu cabeza, cuando preguntaba a los adultos con los que compartías tiempo, nadie admitía ser el causante de sembrarte aquella idea: "Las niñas inquietas y mal portadas son visitadas por los monstruos que viven debajo de su cama, se las llevan al mundo que existe abajo, donde todo es oscuro, por que la luz del día allá es una mentira".
Durante varios meses de aquel año venías de la misma manera, a altas horas de la noche con tu cobijita favorita entre las manos, pidiéndome, casi de un forma sonámbula, poder dormir en mi cama, nunca me negué y te hacía un espacio sin antes recordarte que "sería la última vez", tuviste más de 30 "últimas veces", a veces quería decirte que debías aprender a dormir sola, que los monstruos de los que te contaron no eran reales, que la noche hace muchos juegos con la mente y las sombras o los ruidos pueden distorsionarse. No obstante, siempre me llegaba el remordimiento antes de decirte todo ello, recordaba la promesa que le hice a tu madre cuando estaba embarazada. En aquel entonces ella era un manojo inestable de emociones, a veces se le veía llorando por cosas tan simples como matar un zancudo y pensar en la familia que dejó desahuciada con tal acto. Parecido a tu situación ella solía despertarse por las noches y pedirme que la abrazará para dormir, cuando los dos estábamos juntos en esa posición me preguntaba con mucho miedo cosas sobre el futuro: ¿qué nombre te pondríamos?, ¿serías una niña o un niño?, ¿qué te gustaría ser de grande?, ¿qué sería adecuado enseñarte?, ¿qué pensarías de nosotros una vez llegarás a la adolescencia?, ¿nos llamarías seguido una vez fueras independiente?Sin embargo el comentario más frecuente, cuando ocurría esto, era el siguiente: "Prométeme que serás cálido con el bebé, si llegase a necesitar un abrazo, no importa la hora, siempre tendrás que estar con los brazos abiertos, no importa la edad, el miedo o la razón. Debes demostrarle que contigo nunca le faltará el cariño." Una vez tras ello, añadió algo más, que me espantó el sueño de inmediato y se impregna en mi mente hasta el día de hoy: "Sabes, estos días me he sentido sola, tengo el presentimiento que un día despertaré y ya no estarás, si pido tus brazos es por que quiero saber, si llegas a irte, el momento exacto en que deje de sentir tu tacto. Tengo miedo, pero al mismo tiempo aceptaría si decidieras dejarme, a veces siento que yo misma tengo las ganas de distanciarme de mí, que si pudiera dejaría mi cuerpo unas horas y trataría de ver el mundo que hay allá afuera."Esas noches dormíamos tan juntos que parecíamos siameses, me causaba una sensación extraña como me decía esas palabras mientras caía en llanto, quería que sus lágrimas desaparecieran, no podía hacer nada más que demostrarle cada una de esas noches que estaría allí para ella, cuando esas inseguridades llegarán. Que no me iría a ningún lado y que así como hacía eso por ella, lo haría para ti. Nunca pude decirte que los monstruos no eran reales, porque no importa la edad, uno nunca deja de tener miedo, ya que de vez en cuando, esas criaturas se hospedan en nuestras cabezas.
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Cartas para Alicia
SpiritualLuis es un padre soltero que ha decidido escribirle cartas a su hija, en dichos textos dejará lecciones que considere importantes al haber vivido con ella hasta sus 18 años