Cuando estabas en el Kinder solía contarte cuentos antes de dormir. Tenían varios dibujos para que te hicieras una idea de cómo era lo que sucedía entre páginas. Las historias eran simples, predecibles y con finales satisfactorios.
Mientras los años pasaban fuiste volviéndote mejor en la labor de ser una cuentacuentos. Solo que tus cuentos nunca fueron de hadas.
Cuando te preguntaba cómo estaba tu día después de volver a la escuela solías hacer dicha labor. Tejías las historias del mundo que te rodeaba, me contabas de tu amiga y como le llegaron a decir coneja, cómo eran los maestros contigo, que hacían en el recreo y a veces cosas del transporte.
Es asombroso saber cómo cambian los cuentos conforme la madurez del narrador, cuando aprendes más del idioma entiendes nuevas palabras para, tal cual como niña en el patio de receso jugar con los enunciados y mejorar tu narración.
A diferencia de los cuentos de hadas estás contemporáneas fábulas poseían una variedad de resultados distintos, no todas tus historias serán predecibles o tendrán finales felices. A pesar de ello quiero escucharlas.
Me he acostumbrado a escuchar tus historias, siempre que quieras puedes contar conmigo. Estaré ansioso de escuchar tus nuevas tramas.
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Cartas para Alicia
SpiritualLuis es un padre soltero que ha decidido escribirle cartas a su hija, en dichos textos dejará lecciones que considere importantes al haber vivido con ella hasta sus 18 años