Cuando fue tu primer día en el jardín de niños tuve que alistarte para ir a la escuela, ese no fue nuestro día, estaba desvelado por hacer planeaciones. Tú parecías una mosquita durmiendo en una telaraña. Al levantarte bostezaste como un oso, te di el uniforme pero te lo pusiste al revés. Traté de desemarañarte el cabello y en el intento casi te arranco un mechón, lloraste fuerte esa vez.
Al llegar la calma preparé unos sándwiches para desayunar pero cuando llegué a la mesa con ellos ya estabas dormitando sobre la mesa. No acostumbrabas despertarte tan temprano, solía llevarte para que te cuidarán los abuelos por la mañana, pero siempre ibas dormida o medio consciente. A veces decías que podías aparecer de una casa a otra con cerrar los ojos. Ese día por más que tus ojos estuvieran sumidos en la quietud no te podrías teletransportar.
Te desperté para que comieras algo, mientras se te reinició el sistema me dijiste casi balbuceando que querías una bebida de adulto, no entendí a la primera, dijiste que tu tío te dio un poco la otra vez y te hizo sentir bien por más feo que supiera, antes de enojarme con mi hermano por darte algo así señalaste la cafetera. Te serví muy poco, rebajado con leche, le puse una cantidad pequeña de azúcar y lo serví en tu vaso favorito.
Al tomar de tu bebida me preguntaste porque ahora sabía sabía mejor que aquella vez, cuando te expliqué lo que hice para rebajar la bebida me dijiste algo que me dejó pensando varios días.
"El tío a veces dice que la vida es muy amarga, ¿crees que si le ponemos algo a la vida pueda rebajarse su sabor y ser más dulce?"
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Cartas para Alicia
SpiritualLuis es un padre soltero que ha decidido escribirle cartas a su hija, en dichos textos dejará lecciones que considere importantes al haber vivido con ella hasta sus 18 años