Camino a las clases

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Elías Medina

Durante la noche el guitarrista recibió mensajes del jefe de grupo: - Espero la pases bien con nosotros-Pepe.

- Igual lo espero.

-Solo una pequeña cosa espero no te incomode.

-(?)

-Se trata de Abraham, perdónalo por ser así, a veces nos cansa su actitud.

-Para nada, es un poco extravagante pero fue muy amable.


Abraham Ramírez.

La mañana del martes Abraham agradece entrar tarde, se queda recostado, aunque estuviera ya despierto, envuelto entre sus sábanas escuchaba el sonar de la alarma, la apagaba con una inmensa flojera acompañada de un bostezo. Al levantarse se miró en el espejo de cuerpo completo frente a él donde veía que sus rinconcitos aislados de vello facial habían crecido, sacaba una pequeña sonrisa con ello. En el baño se lavaba la cara, se rasuraba esperando un crecimiento más uniforme la siguiente vez, al menos por hoy quería verse presentable.

Su cuarto estaba lleno de papeles tirados, entre ellos varios bocetos de personajes, recordó que ayer Elías le preguntó de su manga y él estaba feliz en poder explicarlo. Miraba un boceto de su héroe al recordar que le dijo: -Su nombre es Gouki, tiene 15 años, sueña con ser el mejor espadachín del mundo y para ello tiene que buscar las 12 espadas del zodiaco, si las juntan se puede alterar la realidad.

Casi toda la hora libre fue una depuración de la historia, explicar las aspiraciones de la misma y mostrarle al guitarrista desde los borradores hasta donde iba en la historia. Se desveló realizando cambios tras las sugerencias de su nuevo amigo, mientras piensa en dichos arreglos los minutos van pasando lo que causa que su madre le llame: - baja.

Se da un cambio rápido de ropa y baja las escaleras, saluda amoroso a su abuela, enseguida va por la comida la cual trata de acabarla lo más pronto posible, su madre no dice nada de ello, aunque le recuerda: -Este semestre debes echarle muchas ganas

 -Sí madre.

-También no hagas ruidos raros ni juegues solo.

-Ya no hago eso, ya no estoy en primaria.

Terminaba de comer y tras ello va por la mochila, empaca su cuaderno, una bolsa con diferentes plumas y borradores. Su hermanita le da una botella de agua porque le dice que hoy sí correrá, antes de salir se despide de todas las chicas en su vida de beso en la mejilla y les dice: -Las quiero.

De camino a la escuela pensaba en qué le diría a esa persona una vez que la tuviera de frente, ¿Elías le podría ayudar para que los tres hablarán? O sería algo que él solo debería enfrentar. En el camión escucha openings de anime y tras ello un poco de folk metal, golpea la silla de adelante emulando los golpes de la batería, por suerte no hay nadie en frente si no lo hubieran regañado.

Cuando llega a la escuela baja del camión motivado, con una sonrisa en la cara saluda al guardia el cual le responde de forma amistosa, tras ello se va para el aula de teatro. Un pequeño auditorio habilitado para la clase con pintura negra en su interior, telón, luces y en forma de media concha para darle acústica, es un lugar bastante reducido, caben apenas unas 100 personas. Antes de entrar lo revisa, se ve bastante simple por fuera, hasta está pintada del mismo color que toda la escuela, pero una vez entra nota como el sonido lo envuelve, frente a él alguien toca arriba del escenario.

Nunca en su vida se había parado aquí, cada vez que anunciaban obras en la preparatoria las solía ignorar o se le olvidaba la hora en que eran presentadas, lo mismo con los conciertos y las demás actividades recreativas. Elías está frente a él arpegiando, mueve los dedos con gracia y parece por un momento que solo son instrumento y chico en el salón. Abraham al percatarse del silencio se acerca con cuidado por los asientos fijos. Mientras avanza denota que Max está sentado en el fondo contrario, donde él le habla a través de señas que guarde silencio: - ¿Qué dices? – Pregunta Abraham a Max.

Nuestro Dramático tallerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora