Tarde de chicos.

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Ryu Romero.

El lunes después de clase, Ryu fue a hablar con Elías y Abraham: -Gracias por ir a mi casa.

Era rara la respuesta por cómo fue ese fin de semana en su hogar. El sábado por la tarde, Ryu tenía la casa limpia, normalmente al vivir solo él y su padre mantenían un chiquero, pero siempre que había visitas debían limpiar como locos para mantener apariencias.

Desde la mañana comenzaron a limpiar, incluso el padre fue más cuidadoso que cuando tuvo su reunión de rol, mientras limpiaba los muebles se le notaba nervioso de que su hijo tuviera visitas. Hasta la fecha su muchachito, como él le decía, nunca llevó a nadie a casa, tampoco, mientras comían juntos le hablaba de amistades, por lo general estaba solo, en las fiestas de cumpleaños él como infante tardaba en acercarse a los demás niños, solía quedarse sentado hasta que su padre le insistía que fuera a convivir con el resto y lo intentaba hasta que llegaba otra vez al lado de su padre llorando. Tras las labores domésticas el padre ordenó unas pizzas dado que al chico le daba pena hacerlo, acto seguido el progenitor fue por una mochila y dispuesto a ir a la puerta le dijo: - Bien, solo no rompan nada de valor y muy atento de ellos, que los conoces poco y no sabes sus mañas.

-¿Qué haces?

-¿No miras muchachito?, me voy a ir con mis amigos que hoy toca el juego de rol en la casa de alguien más.

-Pero, ¿no te vas a quedar?

-Tuvieron que cambiar el día porque la última vez estuve en el trabajo, ya no les puedo decir que no dos veces. Tú cuida bien la casa y procura ser un buen anfitrión.

-Padre no puedes...

-Si puedo, las mejores reuniones de adolescentes son cuando los padres no están, por cierto. Cierra la cueva, saca una o dos consolas pero que no entren allí. Estaré contando todo cuando vuelva para que nadie se quiera pasar de listo.

-No son rateros...

-No lo sabes hijo, pero por otra parte... me alegra que tengas amigos nuevos, espero que cuando vuelva pueda conocerlos, mientras el reino me necesita. -El padre se retira de un portazo.

Ryu se acerca por la ventana viendo que se sube al carro y va en serio, es la primera vez que tendrá la casa sola.

Mientras espera a que lleguen los demás se siente un poco más tranquilo, antes que nada, pone música a alto volumen mientras prepara la sala para el día, deja unos platos de botana sobre la mesa, acerca vasos desechables y pone las salsas en una mesita de madera. Después de tener lista la "comida" va a la cueva por una de las consolas de videojuegos.

Como su padre le dice "la cueva", es un cuarto adaptado para jugar, en él hay un librero con textos fantásticos y varios mangas, un estante con figuras de personajes tanto de anime, cómics y de videojuegos, varios posters pegados en la pared de los programas favoritos y un estante con cristales donde se guardan las consolas, hay unas cuatro, la mayoría viejas y de generaciones diferentes. Toma la más nueva y tras ello cierra la puerta con llave. Volviendo a la sala va instalándose poco a poco, mira los cables y busca las piezas que embonan con la tele, hasta donde él tuvo conocimiento existían tres piezas para conectar la imagen y el audio, pero al parecer ahora un hdmi es la que se encarga de ello, los controles son inalámbricos por lo que regresa al cuarto para sacar el cargador y de paso algunos discos, nuevamente vuelve a cerrar.

Según su padre le recordó en la semana que de niño le gustaban mucho estos juegos, los de peleas, pero cuando creció los olvidó sin motivo alguno, pensó por un momento que les podría volver a agarrar el gusto y con ello disminuir la conversación con sus compañeros lo menos posible. Prendía la consola para hacer una prueba.

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