El nuevo trabajador

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CAPÍTULO 1

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CAPÍTULO 1

El reino vivía una paz que hace años no se disfrutaba. La guerra duró casi una década y al fin el pueblo podía descansar en calma, seguros de que el astuto monarca había conseguido interferir y solucionar el conflicto que se había cobrado la vida de cientos de ciudadanos. La gente no culpaba a la realeza por aquel infortunio, para ellos era más claro que habían sido las ideas descabelladas e incontrolables de sus vecinos que hacia unos cuantos años eran fieles aliados.

A la alta sociedad, la guerra les enseñó el valor de la riqueza y el dolor de la pérdida. El primer año, después de la guerra, había sido decisivo para el futuro del país, el reino había quedado con miles de enemigos externos, pero las condiciones eran óptimas para un progreso lento y seguro.

En la parte más baja de la escalera social, luego de los acomodados y trabajadores, se encontraban los huérfanos y desamparados, aquel grupo que vivía en los lugares donde la pobreza aun perduraba y el estilo de vida era cruel, solitario y solo para el más apto. Justo en esos rincones donde ni los guardias se atrevían a pisar, entre ese grupo de huérfanos, los hermanos Han, unos tiernos omegas que habían perdido a sus padres en mitad del conflicto y que gracias a brigadas de rescate ahora se encontraban en la ciudad, luchan por sobrevivir, tranquilos por haber escapado de aquel lugar, pero solo teniendo la compañía del uno y del otro.

Jisung, el mayor, tomó el rol de jefe de familia, aunque su hermano era apenas un año más joven y poco le podía reprochar. Los recuerdos de ambos no eran agradables, pero Jisung intentaba cubrir en lo mayor posible las desgracias con pequeños momentos de luz que encontraba para su dulce hermanito, aquella rutina de contar una historia agradable, se vio interrumpida cuando la vida más fuerte les había golpeado. Ahora, en la manada de dos, un tercer integrante reclamó su lugar, un pequeño cachorro, aún demasiado pequeño para tener recuerdos lúcidos, llegó a su vida en su primer mal recuerdo.

Dicho alfa, padre del niño, que gracias al cielo no lo había vuelto a buscar, humillo y abandono a los omegas luego de la noticia del nuevo integrante, un completo idiota que no quería volver a ver. Jisung tuvo al pequeño con una edad demasiado joven para sobrevivir, pero lamentablemente por su posición social, la partera anunció que lo esperaria pronto con su próximo embarazo, para los demás, poco importaba la edad en la que un omega pueda concebir.

Los tres Han vivían en aquel barrio de la capital, rodeados de todo lo malo en el mundo mientras intentaban crear el suyo propio, el ahora no tan pequeño Felix, trabajaba en una herrería por la mañana y una panadería por las tardes, había aprendido mucho allí y ganaba lo suficiente como para llevar comida a casa para ayudar a su hermano y sobrino, de paso ahorrar unas cuantas monedas.

Seungmin, desde el primer momento en que supieron de su existencia, se convirtió en el consentido de su papi y tío, él bebe era de complexión delgada y enfermiza, el embarazo había sido difícil, su primer mes de vida aún más, el pequeño tenía tantos problemas que Jisung había dejado de contarlos y por ello, lo cuidaban como un tesoro hecho del oro más caro.

Aquellas situaciones habían llevado a Jisung a aceptar diversos trabajos, entre ellos se desempeñaba como obrero en el palacio, no podía quejarse de trabajar entre tierra y cemento para luego ducharse e ir con un grupo de niños para enseñar a leer y escribir, al final de la semana le entregaban una cantidad que nunca imaginó de dinero y además le permitían tener al niño junto a él en ambos lugares. Jisung se esforzaba en el trabajo, no le importaba llegar a casa cansado y tener que encargarse de todas las tareas que ser un padre joven y soltero conllevaba, él era feliz sabiendo que al menos su pequeño cachorro no moriría tan pronto.

—Escuchen todos—llamó el jefe a los chicos que se encontraban poniendo cemento en las paredes del palacio. El rey había pedido que aquel espacio fuese restaurado. Todos los presentes dejaron su trabajo y atendieron al hombre—, él es el nuevo, te unirás a aquel grupo—dijo señalando el de Jisung, era el único que solo tenía a tres chicos—, vuelvan a trabajar.

El muchacho nuevo, era alto y grueso, nada que ver con la delgada complexión natural de Jisung, por su porte se sabía de lejos que era un alfa, aun así, saludo a sus compañeros de forma tímida y no espero más para ponerse a trabajar. La jornada de la mañana había terminado, todos los obreros bajaron de los andamios y se dispusieron a almorzar, otros se fueron siendo relevados por otro grupo, y muchos más solo buscaban un lugar lejos de la tierra para poder disfrutar de sus alimentos. El nuevo se sentó sobre unos sacos de cementos, había olvidado traer su comida y no encontraba un lugar por donde escapar de allí y buscar que comer.

—¿No trajiste almuerzo? —preguntó una dulce voz a su lado. Era Jisung, lo había detallado hacia un rato, el cabello negro profundamente oscuro y las mejillas gorditas habían llamado su atención, pero esta fue acaparada por los brillantes e hipnotizantes ojos brillantes y sinceros que lo veían fijamente.

—No conseguí nada para comer—se excusó. Vio al chico sentarse a su lado mientras le dedicaba una sonrisa, en ese momento, un pequeño bulto se removió en la espalda del rubio y este lo atrajo con facilidad hacia adelante.

—Ten, podemos compartir el de nosotros, ¿Verdad Minnie? —dijo dirigiéndose hacia el pequeño bebe que al parecer ya había recibido su dosis de alimento y estaba a punto de dormirse. El Omega le dio la mitad de su sándwich y el castaño le agradeció

—, Soy Jisung, no escuche cuando el jefe dijo tu nombre—. El sentía que la sonrisa que le dedicaba el chico lo dejaba incluso sin aliento.

—Lee Know—se presentó. Jisung le dedicó una mirada aun más sincera —¿Es tu hijo? —preguntó ya que de pronto sintió una enorme curiosidad por ver a un omega con un cachorro, trabajando en una construcción. No iba a admitir que su alfa estaba loco por salir y cuidar de ambos.

—Si, su nombre es Seungmin—respondió con orgullo acomodando al pequeño entre sus piernas y limpiándole la carita llena de tierra. El castaño no se atrevió a decir nada más, solo se dedicó a admirar a sus dos acompañantes.

Comieron en silenció hasta que Jisung vio la hora en su reloj y como sus compañeros volvían a sus puestos.

—Hyung, vamos—exclamó con una voz bastante linda para el gusto de Lee know. Se levantó dispuesto a seguirlo, sin darle importancia que lo haya llamado informalmente como un mayor, le siguió los pasos hasta sus puestos de trabajo viendo como volvía a acomodar al niño ya dormido en su espalda y tomaba la cubeta para llenarla de cemento.

Mientras veía a todos los niños sentados en el pasto, escribiendo en sus pequeños cuadernos las letras que el puso en la pizarra de tiza, Lily, una de las más pequeñas del lugar, se le acercó y puso una manito junto a la de Seungmin, como siempre solía hacer.

—Jisung oppa, huele a Alfa—dijo. El omega le prestó atención.

—Oh, ¿En serio?—. Se olió a sí mismo y pudo percibir que aquel agradable aroma que hasta ahora no le había molestado, era producto de las largas horas que pasó junto a Lee Know.

—¿Conoció a un Alfa?—volvió a preguntar. Seungmin no dejaba de apretar la manito de la niña, y esta le daba cariños con cuidado en sus deditos.

—Tal vez, es un compañero—respondió.

No dejó de pensar en que el olor del Alfa no le había molestado, su lobo se sentía cómodo con él y le parecía extraño, ninguno de los dos estaba acostumbrado a los aromas fuertes, pero Seungmin no se mostraba intimidado o incómodo por la potencia de aroma a café que aquel nuevo chico dejó sobre él. 

Lavender's Blue [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora