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—Bueno, está terminado, si quieres puedes revisarlo más tarde.
—Ah, claro, lo haré cuando esté en casa. Muchas gracias por la ayuda Dazai-kun, tengo que irme, esta noche trabajo así que... Eso.
Chuuya esperaba que Dazai se ofreciera a llevarlo a su trabajo, así que estaba pensando en una forma ingeniosa de rechazarlo como había evadido sus primeros coqueteos.
—Esta bien, yo tengo algunos asuntos que resolver, te veo luego.
Aquello había sido extraño, luego de decir eso simplemente se había ido sin dejarlo despedirse. Parecía una coincidencia perfectamente planeada, que aquel desconocido llegará a sentarse frente a él llamando su atención con el aroma de la cafeína diluida en la leche, que hubiera leído el libro que requería para su tarea y le ayudará a hacerla, que fuera amigo de un chico de su clase. Era una grotesca coincidencia que le alteró los nervios y no lo dejaría dormir por unos buenos días
En cuanto llego al bar agradeció que el encargado de la iluminación disminuyera un poco más las luces, así su hematoma no sería tan evidente, mientras servía los primeros tragos de la noche se cuestionaba que hacer, no era ni de broma cercano a Fyodor Dostoyevsky, y no quería que sus primeras interacciones iniciarán con él diciendo: “Soy Nakahara Chuuya, ¿Eres amigo de Dazai Osamu? Desde que mataron al portero de mi edificio estoy paranoico y creo que me siguió a la biblioteca”
Aquellos ojos cafés escondían un profundo misterio y esa sonrisa parecía la máscara de algo macabro, no podía evitar pensar en que eso era lo que estaba sucediendo, sin embargo luego del incidente con aquel maniático sospechaba de cualquiera, y esperaba en lo más profundo de su ser que aquel Dazai Osamu no fuera aquel malnacido de la mafia que lo estaba siguiendo.
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