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JongDae la tomó de la cintura y la hizo girar sobre ambos. El bulto se pronunció debajo del boxer. Palpitaba. ChoRong gimió cuando él la besó. JongDae la besaba con una exigencia que la enloquecía, haciéndola jadear por más. JongDae se levantó de la cama, y se bajó el boxer de un tirón, dejando a la vista su enorme masculinidad.
ChoRong clavó sus ojos en ella. Trató de no reírse. El poder que tenía sobre él era increíble, tanta era la excitación que sentía JongDae en ese momento que moriría si no la follaba ahora mismo.
— ¿Te gusta lo que ves, muñeca? – preguntó con una voz profunda y ronca, que hasta él mismo se sorprendió.
— Mmh... – se relamió los labios, con los ojos oscuros por la lujuria – si.
— Tú lo has puesto así. Es tu culpa.
— Ven aquí – ChoRong lo llamó con el dedo.
¿Porque de repente JongDae sentía la necesidad de querer ser tierno con ella? Ya no sentía ese impulso de ser exigente, impulsivo o controlador. Ahora era tierno. Cariñoso. Quería hacerle el amor de una manera que jamás olvidara. De una manera especial, única, demostrándole lo mucho que le importaba. Y eso, verdaderamente lo asustaba.
ChoRong suspiró mientras JongDae le besaba el cuello. Cerró los ojos y entrelazó sus dedos en su pelo. Era sedoso, suave, y mientras sus dedos se enredaban en su cabello sintió una ternura enorme que invadió su corazón. Amaba la manera en que JongDae la tocaba y besaba, le hacía creer de que tal vez, ella era importante para él. ChoRong jadeó cuando él deslizó sus manos hasta su cintura, bajando aquellas bragas que él mismo una vez le había comprado. JongDae acarició sus piernas, en un gesto cariñoso que a ChoRong le sorprendió.
— ¿Estas segura de esto? – dijo con delicadeza.
Y luego se preguntó; ¿Por qué le importaba tanto cómo se sentía? Antes en lo único que podía pensar era en violarla, y ahora ni siquiera quería tocarla sin antes saber que se sentía cómoda con eso. Quería que disfrutara, tanto como él estaba disfrutando de su compañía en ese momento.
— Si – dijo segura, y luego una sonrisa se asomó por sus labios, inocente. Preciosa. Una de esas sonrisas, que antes solían ser la debilidad de él. Y JongDae se dio cuenta, de que aún seguía siéndolo – quiero hacerlo.
JongDae se inclinó y la besó.
ChoRong rompió el beso gimiendo cuando él la penetró. Lento, delicado, con un suave movimiento. JongDae gimió, dejando que ChoRong se acostumbrara a él y sólo entonces se movió. Los ojos de JongDae jamás se despegaron de ella mientras seguía haciéndole el amor. Entremedio de la nube de lujuria que cubría sus ojos, ella lo miró.
Los ojos de JongDae llamaban por ella, y el precioso color miel en ellos había desaparecido, transformándolos en un oscuro color marrón. El sudor emanaba por todo su cuerpo, y aun así, ChoRong pensó que no podía verse más guapo.
— Ah... – gimió JongDae, aumentando el número de embestidas. Más rápido – me tienes loco, Ronnie. Harás que pierda el control.
— Si, si – gimoteó – me encanta como lo haces.
JongDae pensó que explotaría en cualquier momento. Había fantaseado tanto con tenerla debajo de él, y ahora que la tenía, no quería dejarla ir. Ni siquiera su mano podía brindarle el placer que estaba sintiendo en ese momento. Era una sensación tan extraña que no sabía como debía expresarse. Gruñó cuando sintió a ChoRong tensarse debajo de él.
— Oh, Dios, JongD... ¡JongDae!
Y el grito de ChoRong al llegar al orgasmo quedó marcado en su memoria. JongDae gimió por última vez, y gritando su nombre también la llenó. Cerró los ojos y se quedó quieto dentro de ChoRong, sintiendo como todo su líquido era exprimido por ella.
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