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ChoRong escuchó como la ventana se abría y alguien entraba a su habitación. Podía sentir su mirada sobre ella. Ardiente. Rápidamente, giró sobre el colchón y estiró el brazo para encender la lámpara del velador, encontrándose con el cuerpo de JongDae al frente de la cama. Él la miraba fijamente, inmóvil. Ella sonrió.
— Sabía que eras tú – susurró.
— Vine a buscar lo que es mío.
ChoRong apartó las sabanas y se levantó para lanzarse a sus brazos. JongDae la abrazó y cerró los ojos al sentir el suave contacto de sus pechos aplastarse con su torso. Era una sensación tan agradable que hacia que volviera a sentir ese familiar cosquilleo en su estómago. Separándola un poco de él, la tomó de las mejillas y la besó. Su corazón martilló al sentir la calidez de su lengua tocar con la suya. Extrañaba tanto el sabor de su boca... sus besos. Mientras la besaba, JongDae deslizó sus manos por su espalda hasta dejarlas sobre su trasero. Apretó. Ella gimió sobre sus labios.
— Te haría el amor ahora mismo – murmuró JongDae.
— Oh, JongDae . Te extrañé muchísimo.
— Y yo a ti – besó rápidamente sus labios – te necesité tanto...
— Pensé que ya te habías olvidado de mí.
— ¿De ti? Jamás. Lamento si tardé demasiado en buscarte, es que tenía que asegurarme primero de que nadie me descubriera viniendo hacia ti.
— Retiré los cargos contra ti – JongDae la miró conmocionado.
— ¿Qué hiciste que?
— Eso. No quería que siguieran buscándote – dijo, encogiéndose de hombros.
— ChoRong – la tomó de las manos, su voz temblorosa – vente conmigo, por favor. Y te prometo que te haré feliz – le suplicó.
— Si – sonrió, eso era exactamente lo que quería. Sus ojos brillaron – mientras esté contigo, siempre seré feliz.
JongDae sonrió y la volvió a besar. Luego se alejó y la miró a los ojos como si tuviera al frente lo que más amaba en la vida.
— Te amo – el corazón de ChoRong lloraba de alegría al oír esas palabras que tanto anhelaba algún día escuchar.
— Y yo a ti.
— Dímelo.
— Te amo – sus labios se volvieron a juntar. ChoRong soltó una carcajada cuando JongDae volvió a apretar su culo, acercándola a su dura erección.
— Basta, JongDae – se río.
— Es que me pones tanto, cariño.
Cuando al fin él la soltó, ChoRong se vistió mientras que JongDae tomaba un montón de su ropa del closet y lo echaba en un bolso. Cruzó el bolso sobre su pecho y se giró para verla.
— ¿Nos vamos?
— Espera – dijo, de repente acordándose de algo – voy y vuelvo – se giró para salir de la habitación.
JongDae esperó y a los tres minutos después, ChoRong llegó con MungMung en sus brazos. El cachorro ladró y movió su cola en el instante que lo vio, emocionado, para luego bajar de los brazos de su dueña y empezar a saltar alrededor de él. JongDae se quejó.
— ¿Lo vas a llevar?
— Claro que si. Aunque no lo creas, él también te ha extrañado. Tan solo míralo, está feliz de volver a verte.
JongDae bajó la mirada, encontrándose con los ojos de MungMung que, por primera vez, lo miraban con ternura.
— Bueno, creo que igual he extrañado pelear con él – admitió. ChoRong sonrió y le besó la comisura de los labios. JongDae la rodeó de la cintura.
— ¿A dónde me llevaras? – preguntó.
— Alaska – murmuró, acariciándole la cintura – ¿Te ibas a mudar de ciudad? – preguntó, mirando las cajas de mudanza que ChoRong había preparado el día anterior.
— Si, mamá y papá querían que volviera a vivir con ellos.
— Entonces, creo que llegué justo a tiempo – dijo, de repente tensándose ante la simple idea de perderla otra vez.
ChoRong asintió y se le pasó por la mente la idea de llamar a sus padres para avisarle que no se mudaría con ellos. Pero luego eliminó esa idea de su mente. Mañana los llamaría y se los explicaría con más calma, ahora solamente le importaba el hecho de estar junto a JongDae.
— ¿Me prometes que nunca me dejaras ir?
— Te lo prometo. Porque tú, Hwang ChoRong me perteneces completamente. En especialmente esta boquita – dijo, acariciando su labio inferior con el pulgar.
— Y tú me perteneces a mi, JongDae.
JongDae la tomó del mentón y la acercó peligrosamente a sus labios.
— Toda mía – susurró y la besó.
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