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ChoRong gimió cuando JongDae la acorraló contra la encimera de la cocina. JongDae apoyó su pierna por entremedio de las suyas y ChoRong pudo sentir su erección presionar contra su entrepierna. Él la besó con una desesperación que ni el mismo reconoció. Ella despertaba algo en su interior. Algo primitivo y salvaje, que la hacia desear de una manera inhumana. ChoRong jadeó cuando JongDae empezó a mover sus manos sobre sus pechos. Él pudo sentir lo duro que estaban sus pechos bajo sus manos.
— Mmh... mi gatita se está poniendo caliente – dijo con voz ronca y áspera.
JongDae no recordaba la última vez que había deseado con tanta urgencia a una mujer, y en cambio ChoRong... Ella sobrepasaba los límites. Antes el rencor lo había llevado a querer el cuerpo de ChoRong, para tomarla y luego rechazarla, pero ahora no sabía lo que en verdad quería de ella.
— ¿Por qué haces esto? – preguntó, entremedio de un jadeo.
— Porque es algo que quiero hacer. Te deseo,JongDae. ¿Es que acaso tu no a mi?
— Te he deseado desde la primera vez que te vi.
Y la volvió a besar. ChoRong jadeó cuando JongDae la levantó obligándola a enrollar sus piernas alrededor de su cintura. Sus labios jamás se despegaron. Cuando ChoRong abrió los ojos se dio cuenta de que estaba en la habitación de JongDae, y sobre su cama.
Observó en silencio a JongDae quitarse la camiseta, y luego el pantalón. Sus ojos se clavaron en su erección, cubierta apenas por la delgada tela del boxer y aun así, se veía enorme. El también se desvistió, pero solamente se quitó sus jeans, aquel pantalón, que pronunciaba su trasero, que a JongDae tanto le enloquecía.
ChoRong se colocó a horcajadas encima de él, mientras que JongDae apoyaba su espalda sobre el respaldo de la cama. El se mantuvo inmóvil mientras miraba a ChoRong quitarse la camiseta por encima de su cabeza, luego ella deslizó sus manos en su espalda y se desabrochó el sostén. JongDae clavó sus ojos en sus pechos.
— Quiero chuparte los pechos hasta que no pueda más.
— ¿Ah, sí? – dijo mientras tomaba sus senos hacía él, en un descarado ofrecimiento.
JongDae gimió ante la invitación.
— Si – dijo y su gruñido fue ahogado al momento de hundir su cara en sus pechos.
ChoRong echó la cabeza hacia atrás mientras sentía la caliente lengua de JongDae trazar excitantes círculos alrededor de su pezón. Jesús, el hombre era increíble. Ella no pudo respirar cuando JongDae succionó, enviándole miles de escalofríos por su espalda. Mordió suavemente, y ChoRong chilló. Ella pudo sentir la sonrisa de JongDae pronunciarse sobre su piel, y luego los besos fueron subiendo desde el valle de sus senos, hasta su cuello.
— Tan bonita, preciosa. Única –ronroneó él sobre su piel – mi princesa...
ChoRong cerró los ojos y sonrío mientras escuchaba a JongDae hablar. Sus besos hacían cosquillas sobre su cuello mientras su corazón latía cada vez más. Era hermoso poder escucharlo hablar de esa manera, la hacía sentir querida y admirada.
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