Capítulo 8

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Al llegar a casa Sakura observó como un coche de caballos se encontraba aparcado frente a su hogar ¿acaso su suegra había decidido visitarla sin previo aviso? Bueno después de todo era normal ya que ella no solía salir de su hogar muy a menudo.

La pelirrosa salió del carruaje en el que ella iba montada y caminó hasta la puerta de entrada.

En el mismo momento en el que ella llegaba, uno de los mayordomos de su casa abrió la puerta para recibirla con una sonrisa amable. Ella era una de las pocas mujeres de la nobleza que se llevaba bien con los criados, además de que en verdad confiaba en ellos.
Al entrar dejó sus pertenencias a la doncella que en la entrada la esperaba y caminó con paso decidido hacia la sala donde una mujer de cabello castaño, algo canoso la esperaba con una sonrisa. Yukino Hatake, esposa de Sakumo Hatake estaba esperando a su nuera con una amplia sonrisa. Ella amaba a Sakura como a su propia hija, como si fuera sangre de su sangre.

—Sakura querida —la mujer agarró las manos de su nuera y besó su mejilla izquierda— Me sorprendió ver que no te encontrabas en casa.

—Salí con... —la chica hizo un pequeño silencio— Bueno, tuve que salir.

—Te has callado —la mujer sonrió pícaramente— ¿Un hombre?

—No piense cosas que no son madre —ella la miró con enfado— Tan solo eran negocios. Bueno... en realidad tan solo me están ayudando con las tierras de las afueras de la ciudad.

— ¿Las que no daban fruto? —preguntó ella curiosa.

—Exacto —suspiró y se quitó uno de los guantes que llevaba puestos— Resulta que lo estaba haciendo todo mal.

— ¿A qué te refieres? —Preguntó la mujer extrañada— Con lo meticulosa que eres es extraño que se te haya pasado algo por alto.

—No bromee con esto —la chica suspiró y tragó saliva— Las tierras son de secano.

—Lo sé —Sakura miró a la mujer con el ceño fruncido ¿lo sabía?

— ¿Usted sabía que esas tierras eran de secano? —la mujer asintió con obviedad, algo que hizo que el enojo de la chica aumentara con creces— ¿Y por qué no me lo dijo? Se supone que debo practicar el barbecho y no lo hice ni una vez.

—Tesoro se sabe a simple vista que las tierras son de secano —la mujer bufó— Tal vez tú no lo supieses porque jamás tuviste que trabajar en ellas.

—Puede que sea por eso —dijo cínicamente, ¿acaso la quería dejar como una tonta?

—Bueno, de todos modos da lo mismo —la chica la miró boquiabierta, claro como no eran suyas...— Cuéntame ¿quién es ese chico tan afortunado?

—No... En realidad... —la chica no sabía cómo explicarlo sin que su suegra pensara cosas que no eran. Esa mujer deseaba casarla a como fuera lugar— Fue el hijo menor de los Uchiha.

A la mujer le salieron chiribitas por los ojos ¿Cómo podía ser tan mal pensada esa suegra suya? Que saliera con un hombre por negocios definitivamente no era una cita. Suspiró y la miró con enfado, cosa que poco importó a la ilusionada mujer ¿por qué la hacía tan feliz que se enamorara de otro que no fuera su hijo?

—Es usted la mujer más extraña que conozco —la señora Hatake cambió el rostro— Cualquier madre quiere que su nuera no se olvide de su hijo.

—Bueno ¿qué tiene de malo que quiera que seas feliz? —Sakura agachó la cabeza e hizo un mohín— Antes de estar con el amor de mi vida tuve otro novio —sonrió y la pelirrosa volvió a suspirar, esa mujer no tenía remedio— Sakura, tienes veinticuatro años ¿en serio vas a seguir sola siempre?

El hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora