Capítulo 12

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No podía negar que sentía curiosidad por ese hombre.
Después de seis años sin verlo, ese azabache se presentaba en la puerta de su casa con una sonrisa de oreja a oreja y era capaz de colocar todo su perfecto mundo patas arriba. Y, por alguna extraña razón, algo le decía que ella estaba dispuesta a dejar que ese hombre la volviera completamente loca.
No entendía el por qué. No sabía por qué le encantaba ese indecente Uchiha. Pero sabía que a su lado se sentía bastante a gusto y de algún modo, también feliz.
Se hundió en el agua de sales perfumadas que sus criadas le habían preparado.
Esas sales, según recordaba haber oído, habían sido empleadas siglos atrás por chinos y griegos durante mucho tiempo, sin embargo, fue un médico inglés el que, en mil setecientos cincuenta y tres, afirmó que usar sales en el baño era bueno para exfoliar y ablandar la piel encallecida, además de que eran buenas para la artritis.
Sakura sintió su cuerpo más ligero y el olor de los pétalos de rosa -lanzados al agua para que este oliera a dicha flor- inundó sus fosas nasales. Podía decir que estaba completamente relajada. Dentro de un par de horas no lo estaría. Sabía que se pondría en guardia estando cerca Sasuke.
¿Cómo podía haberle dicho que la llamara Sakura? Ahora se sentía tan avergonzada por darle esa familiaridad... Pero él llamaba a Ino por su nombre y se sentía molesta porque a ella le tratara como a una desconocida y a su amiga tan familiarmente. Parecía una niña tonta y celosa de un juguete.
Suspiró y hundió la cabeza bajo el agua. No se entendía a ella misma.

El sonido de la puerta de acceso al baño se escuchó. La señora Oyuki, la única de los criados que había regresado a casa, estaba en la puerta llamándola ¿Acaso se habría presentado alguien? Estaba segura de que aún no era la hora establecida, a no ser... ¿Tal vez el señor Uchiha ya había mandado el yukata que le prometió enviar?
Sakura sonrió y dejó que la anciana pasara dentro musitando un simple "adelante", para que supiera que tenía su permiso.

Su trabajadora de confianza, tomó una toalla del toallero y la estiró caminando directamente hacia la bañera, donde su señora se encontraba. Al verla acercarse. Sakura se levantó del lugar y se dejó enrollar por la gran toalla que la sirvienta le tendía. Cuando lamujer de pelo cano sujetó bien la toalla al cuerpo de su ama, Sakura comenzó a caminar hacia su habitación y al entrar se sorprendió al ver dos paquetes, uno plano y rectangular, donde imaginaba que estaría el yukata y otro... El segundo era cuadriculado y bastante grande ¿qué podía haber en ese lugar?

Con cuidado abrió el paquete menor y al hacerlo se dio cuenta de que el otro se movía ¿Qué demonios?, ¿por qué se estaba moviendo solo el paquete?
Lo miró desconfiada y siguió desembalando el paquete rectangular. Seguro que solo habían sido imaginaciones suyas.
Al abrirlo y observar la preciosa tela, se llevó las manos a la boca sorprendida. Era de una tela fina y lisa color berenjena oscuro. La parte inferior del yukata era, desde abajo hasta las rodillas de un color rojizo y pequeñas flores de Sakura inundaban la mayor parte de la prenda. El obi era del mismo tono que la parte inferior del kimono. Un hermoso rojo pasión.
¿De dónde había sacado a esta hora un yukata tan fino y hermoso como ese? Se mordió el labio y sintió de nuevo ver moverse el segundo paquete.

Miró hacia un lateral y cogió la caja cuadrada. Tenía unos agujeritos ¿Para qué una caja con agujeros? La abrió despacio y al abrirla casi muere de la ternura.
Sacó de la caja un pequeño gatito de color negro. Tenía un pequeño collar rojo en el cuello y una nota colgando de él. Lo extraño es que el pequeño cachorro no la hubiera roto.

"Los gatos negros no damos mala suerte ¿Quieres tenerme como mascota? Nya. Yo también estoy solito.
P.D: Sa chan."

—¿Sa chan? —miró la pequeña plaquita con la que el gatito jugaba y se dio cuenta. La preciosa cría de gato era nada más y nada menos que Sa chan— Eres la cosita más bonita que he visto, Sa chan.

El hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora