Epílogo.

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El frío de la madrugada primaveral hizo que a Sakura se le helaran los huesos.

Una vez más la cama estaba vacía. No porque Sasuke estuviera fuera de casa o algo así. Su "matrimonio" estaba en su mejor momento. Hacían el amor muy a menudo, se amaban como el primer día y se sentían los más afortunados por tener a su pequeña Sarada como hija. Pero sabía bien que Sasuke no era del todo feliz.

La vida en su casa de Shangai junto a Shizuka, la joven protegida de ambos, y su pequeña familia era agradable pero no lo era todo.
En el corazón de su amado había una profunda herida por no poder ver a sus sobrinos, a sus padres, a sus hermanos y cuñadas. Él era muy familiar y por su culpa ni siquiera había podido conocer a sus tres nuevos sobrinos. Ella no podía evitar sentirse culpable por obligarle a hacer algo como elegirla antes que a su otra familia.

La pelirrosa se levantó de la cama, desnuda, después de una noche de pasión y tomó la pequeña bata de seda de la silla donde se encontraba. Sasuke se la había comprado un día mientras salía a pasear con la niña y no pudo evitar escogerla especialmente para ella.

La cerró con el cinturón y caminó descalza, a través de la casa, hasta el lugar donde su hombre se encontraba. Al verlo le observó fijamente.
Tenía el pecho descubierto, su cuerpo brillaba bajo la luz de la luna y sintió como se enamoraba nuevamente de él. Siempre lo hacía, cada día se enamoraba un poco más de él. De su gentileza, de su comprensión, de sus locuras y de su enorme corazón. Sasuke era la persona más amable que había conocido en toda su vida.

La joven caminó hacia él que, al verla, abrió las piernas para que ella se colocara entre ellas para así poder abrazarla fuertemente.

—¿Más pesadillas? —preguntó Sakura apoyando la cabeza bajo su barbilla sintiendo la respiración del Uchiha sobre ella.
—Puedo verlo con toda claridad —respondió Sasuke— Todas sus caras, la sangre en mis manos, el sonido de las gatling —Hizo un breve silencio—. El rostro pálido de Naruto. A veces incluso siento como las balas atraviesan mi piel nuevamente.

Sakura se volteó y acarició su rostro con suavidad cuando estuvo frente a él.
Después de seis años, Sasuke aún sufría las secuelas de la guerra.

—En ese momento pensaba que estaba bien. Quería protegerte a ti, a mi padre, a mi familia —él suspiró— Ahora pienso que tal vez fue un error. Todo se complicó después de esa maldita rebelión.

—Sí. Es cierto. —Ella sonrió levemente— Se complicó y te dejó graves secuelas pero ahora somos felices. Nadie pudo separarnos. Cumpliste tu promesa, Sasuke. Soy la mujer más feliz del mundo.

—Lo hemos sido —el chico extendió un papel— ¿Seis años? ¿Es todo lo que hemos conseguido?

Sakura observó el remitente. No era otro más que Kakashi Hatake. Kakashi les había localizado, pero ¿por qué les había mandado una carta?

—Tuvimos tanto cuidado de no llamar la atención...

—¿Has leido la carta? —preguntó a su amado la joven.

—Incluso Itachi se ocupaba de mis negocios en Japón para no pisar allí —el chico murmuraba sin escuchar a su mujer— Y cuando me encontraba con alguien procuraba que fuera muy lejos de nuestro hogar. Nadie podía imaginarse que estábamos aquí. Usamos incluso otro apellido para comprar la casa...

—Sasuke ¿Has leído la carta? —preguntó ella. Sasuke negó con la cabeza. La chica la abrió con cuidado y observó su interior. Una pequeña carta con la letra de Kakashi se encontraba en su interior junto a otros documentos. Sakura sacó la pequeña nota y Sasuke observó los otros papeles con la cara blanquecina— ¿Qué ocurre?

El hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora