Capítulo 22

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Había recibido una misiva de Mikoto.
Sasuke estaba vivo. Su amado aún vivía y ella era la mujer más feliz del universo.
Sabía que lo que estaba haciendo no era éticamente correcto. Huir mientras su marido no estaba en casa era algo malo por su parte, pero no veía otra solución a su dilema. Tenía que marcharse lo más pronto posible con Sasuke y su familia. No solo ella. Todos serían más felices de esa manera. La forma en la que estaban las cosas ahora tampoco debían de ser agradables con el que hasta ahora había sido su esposo.
Kakashi era una buena persona. Quizás era una de las mejores que había conocido en su vida —junto a su hermana Tayuya, sus preciosos sobrinos y el hombre que amaba— pero ningún hombre reaccionaba bien cuando se enteraba de que su esposa esperaba un hijo de otro hombre. Nadie lo hacía. Si no que se lo dijeran a su madrastra. Había sido odiada por ella desde el día en que nació. Era bastante obvio aunque no lo supo hasta hace meses.

Metió un último vestido en el baúl y lo cerró con llave. Solo faltaba que le vinieran a recoger.
Estaba cansada de tener que esconder su redondeado y a la vez hermoso vientre. Porque así lo veía ella. Aunque algo más gordita, creía que su cuerpo se veía bien. Allí estaba su bebé, el fruto de su amor por Sasuke.
Acarició suavemente su vientre y sonrió con cariño hacia lo que fuera que tuviera dentro, probablemente aún era pequeñito.

—Vamos bebé. Es hora de que conozcas a papá —Murmuró hacia el alojamiento del embrión la pelirrosa con una amplia sonrisa.

—¿Dijiste bebé? —Sakura se volteó y en la puerta localizó a Kakashi. Se suponía que estaría hasta mañana fuera. La chica tragó saliva y miró hacia el suelo abrazándose a sí misma. ¿Qué hacía ahora? ¿Por qué no había llegado aún Mikoto?— Eso fue lo que dijiste. ¿Escuché mal, Sakura?

—No lo hiciste. —Respondió la pelirrosa— Estoy embarazada.

—¿Desde cuándo lo sabes?

—Desde antes de que regresaras al mundo de los vivos —Murmuró ella sarcásticamente. Él la miró ceñudo. Obviamente disgustado por su tono cínico— Bueno. ¿Que quieres que diga? Estabas muerto, Kakashi. No se puede decir que haya cometido un delito.

—De hecho lo es, Sakura. Me engañaste.

—¡No te engañé! —Gritó ella— Durante cuatro malditos años te esperé. No dejé que nadie me tocara. No dejé que nadie se acercara. Fuiste durante todo este tiempo el centro de mi mente, de mi mundo y justo cuando parece que las cosas cambian, que vuelvo a ser una persona, que vuelvo a ser yo, vienes y me arrebatas toda la felicidad que tanto tiempo me tomó encontrar. ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué me arrepiento de haberlo hecho? ¿Que soy feliz a tu lado? ¡No lo hago! No me arrepiento de nada y no soy feliz.

El peliblanco la siguió observando con ese gesto de reproche. Ella se quedó boquiabierta tras escucharse.
No buscaba una despedida tan horrible pero por alguna extraña razón, no pudo reprimir lo que su corazón le decía y era cierto. Simplemente ya no lo amaba. Quería vivir con otra persona y no podía si Kakashi no colaboraba.
Suspiró y se sentó en el diván rojo que había en la habitación. El hecho de estar manteniendo la conversación ya le cansaba.
Había pensado dejárselo todo a Sasuke. Bueno, no todo, pero si la mayor parte. Ella no estaba en estado de alterarse.

—No quería que esto fuera así. Honestamente siempre pensé que si todo lo de tu muerte era un error y volvías a mi lado me tiraría a tus brazos y no te soltaría nunca pero... —tragó saliva y jugó con los dedos de su mano— Todo cambió estos últimos meses.

—¿No te alegras de que esté vivo? ¿Eso dices? —preguntó tras un carraspeo.

—No. No es eso. Me sentí feliz cuando supe que lo estabas pero... —La chica colocó las manos en sus sienes— El sentimiento ese ya no estaba. Todo lo que sentía, nada de eso estaba ya dentro de mi y aunque me dolió en el alma, me di cuenta de que nunca más voy a amarte como lo hacía antes.

El hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora