𝐏𝐀𝐏𝐄𝐑 𝐑𝐈𝐍𝐆𝐒 ¹ | a. bridgerton

ㅤㅤㅤchapter twenty one

aclaración: pueden reproducir la canción si quieren cuando aparezcan los ** para ponerse más en ambiente. 

UNA TORMENTA SE HABÍA DESATADO EN EL EXTERIOR, desde el taburete en el que estaba sentada, la joven podía observar como las gotas de lluvia impactaban con gran fuerza contra el cristal del ventanal de la tienda. Parecía que el clima en la ciudad estaba acompañando su estado de ánimo, el cielo se había oscurecido gracias a las nubes que habían tapado el sol y podía oír el retumbar de los truenos que se daban de tanto en tanto, además de que estaba completamente sola gracias a que su tía se había marchado para atender unos asuntos fuera de la ciudad y su hermano había decidido acompañarla.

Helena suspiró, desviando su vista del ventanal para volver a mirar la hoja con el boceto frente a ella, un ruido de frustración escapó de sus labios tomando la pluma para rayar completamente el dibujo, disgustada con el resultado. Claramente su ánimo en esos momentos no era el mejor para tratar de diseñar algo, y es que desde que Benedict se había marchado de la tienda no había podido dejar de pensar en la ceremonia que se llevaría a cabo. Esa opresión sofocante en su pecho no había hecho más que crecer y sentía como la tristeza inundaba cada parte de su ser.

La joven costurera mordió su labio inferior con fuerza, moviendo su cabeza de un lado a otro, negándose a romper en llanto.

— No seas estúpida Helena, tú misma te lo buscaste. —susurró cerrando sus ojos con fuerza, dando una respiración temblorosa— Te enamoraste sabiendo en donde te metías, no puedes echarle la culpa a nadie más excepto a ti, niña tonta.

Soltando un suspiro, Helena arrancó la hoja de su cuaderno y arrugándola en un bollo la arrojó al cesto de la basura donde ya había otros bollos de papel similares a ese, todos diseños que habían terminado desechados porque ninguno la parecía lo suficientemente bonito, lo suficientemente delicado, ninguno le parecía... suficiente. Comprendiendo que seguir intentando diseñar algo en ese momento era en vano Helena decidió prepararse algo para beber, quizás un poco de té podría ayudarla a calmarse, a deshacer ese nudo que sentía en su garganta. Por lo que se bajó del taburete dirigiéndose al pequeño cuarto donde tenía todo lo necesario, cuando escuchó que alguien golpeaba el cristal de la puerta, confundida la joven detuvo sus pasos, ¿quién podría querer ver un vestido con ese clima? Además, estaba completamente segura de que la mayoría de los miembros de la alta sociedad estarían en la fiesta llevada a cabo en el hogar de los Bridgerton para celebrar la boda.

Dando media vuelta la muchacha se acercó hacia la puerta, sus ojos abriéndose con sorpresa al ver que estaba ocurriendo.

— ¡Señorita Hamilton! —Dando media vuelta la muchacha detuvo sus caminar, sus ojos abriéndose con sorpresa al ver que estaba ocurriendo. Un muchacho montando a caballo se acercaba a ella por el medio de la calle, a gran velocidad, ignorando las miradas de las pocas personas que estaban también en la calle realizando alguna última compra por la tarde antes de que todo cerrara, hasta que finalmente se detuvo a tan solo unos metros saltando del caballo con gran agilidad.

— ¿Lord... ¿Lord Bridgerton? —murmuró sin creer lo que sus ojos estaban viendo.

**El joven vizconde estaba de pie frente a la puerta, a un lado de su caballo, con su atuendo completamente empapado al igual que su cabello, permitiendo que algunas hebras del mismo cayeran sobre su rostro. Cuando su mirada chocolate halló la azul de Helena su rostro pareció iluminarse al igual que su mirada, una sonrisa suave acompañando.

— Tengo algo muy importante que decirle, y creo que podría explotar si tengo que seguir conteniéndome. —con paso inseguro Helena se acercó a la puerta, dudando sobre si abrirla o simplemente dejar el joven bajo la lluvia, hasta que finalmente dando una respiración profunda la abrió teniendo una mejor visión del vizconde. Con cuidado Helena dio un paso al costado para que Anthony pudiera ingresar, restándole importancia a las gotas que caían de su figura sobre el tapete de la entrada.