ㅤㅤㅤchapter twenty four

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ANTHONY FUE EL PRIMERO EN DESCENDER DEL CARRUAJE, tendiéndole su mano a Helena para que la joven pudiera tomarla y así ayudarla a descender del mismo. El viaje hacia el palacio no había durado demasiado, en esos minutos dentro del carruaje Anthony había dedicado su tiempo en tratar de tranquilizar a Helena, y es que desde que había recibido la noticia, la joven costurera estaba sumamente pálida y no había dejado de hacer suposiciones, preocupada por lo que podría llegar a ocurrir.

— Helena. —había murmurado Anthony tomando sus manos con suavidad, llamando su atención y provocando que terminara con su parloteo nervioso— Tarde o temprano esto iba a ocurrir, y de acuerdo a Edwina, la reina no lucía demasiado enfadada.

— Eso es porque ella es su favorita de la temporada, estaba bastante claro que su majestad no se enfadaría con ella, y podría decir lo mismo de ti Anthony, eres un Bridgerton, tienes tus privilegios. —la joven había colocado sus labios en una fina línea bajo la mirada preocupada del vizconde— En cambio yo, yo no soy nadie para la reina, sólo soy una simple costurera, no provengo de una familia prestigiosa, no tengo una fortuna o un título, no tengo nada, no soy nada.

— No, eso no es cierto. Tú lo eres todo Helena, lo eres todo para mí. —le aseguró, dedicándole una sonrisa dulce en un intento por brindarle tranquilidad— Y si la reina no puede ver eso entonces ese es un su problema y no podría importarme menos, no me importará lo que ella diga. Porque tú serás mi esposa, serás mía, así como yo seré completamente tuyo, con o sin su bendición. —el joven había realizado una pausa, observando por la pequeña ventana que ingresaban en el camino principal hacia el palacio— Helena si fuera por mí tu ya tendrías el anillo que le pertenecía a mi madre en tu dedo, ya tendrías mi apellido junto a tu nombre y serías mi esposa, serías una Bridgerton. Y aunque ahora mismo no podría importarme menos lo que los demás piensen de todo esto, sé que para ti es importante y que temes que la repercusión de todo esto pueda afectar a mi familia, y agradezco eso, agradezco que seas tan dulce y entregada con los demás, pero tienes que saber que ese es el único motivo por el que estamos atravesando por esta situación. De otra forma, estaríamos seguramente disfrutando de nuestra luna de miel, pero a mi futura esposa le gusta hacer las cosas de la manera aburrida. —murmuró guiñándole un ojo con diversión, sonriendo al ver como las comisuras de los labios de Helena se elevaban en una sonrisa y ese brillo bonito que tanto le gustaba volvía a hacer acto de presencia en sus ojos.

— Sólo... sólo estoy asustada.

— Todo saldrá bien.

Sujetando la falda de su vestido para evitar pisarlo por los nervios y lo torpe que podía llegar a ser gracias a ellos, la joven costurera caminó junto al vizconde por los pasillos de una sala siendo guiado por un hombre que portaba el uniforme real. Helena podía sentir como con cada paso que daban su corazón parecía aumentar la velocidad y la fuerza de sus latidos, como si intentara saltar de su pecho, como si quisiera huir de aquella situación, de la misma forma en que ella quería hacerlo. Y al parecer Anthony había notado esto, porque sin dudarlo el joven le tendió su mano para que pudiera tomarla, entrelazando sus dedos y dándole un ligero apretón.

— ¿Estás bien ángel?

Helena simplemente asintió, y fue entonces cuando llegaron a unas puertas dobles con delicadas decoraciones de lo que parecía ser oro y plata, un diseño sumamente hermoso, que si no fuera por la situación la joven estaría pensando en utilizarlo para tratar de inspirar algún nuevo diseño.

— Su majestad los espera dentro. —ante esto ambos asintieron y la puerta se abrió dejando ver una pequeña mesa en el centro de la sala junto a unos sofás que iban a juego, como si se tratara de un conjunto. Helena pudo ver tres tazas de té, de una porcelana preciosa sobre la mesita junto a algunos postres, y finalmente su mirada cayó sobre la figura que estaba en uno de los sofás, siendo la única presencia humana en la sala. La reina Charlotte alzó su mirada y con un simple movimiento de cabeza les indicó que podían ingresar, por lo que aún con sus manos entrelazadas los jóvenes ingresaron a paso firme hasta colocarse frente a ella, realizando una reverencia con elegancia y delicadeza, y Helena agradecía por completa todas esas veces que su tía le había inculcado su conocimiento sobre la forma en la que debía desenvolverse en la alta sociedad.

𝐏𝐀𝐏𝐄𝐑 𝐑𝐈𝐍𝐆𝐒 ¹ | a. bridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora