Capítulo 5

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Estaba haciendo la maleta cuando la puerta del dormitorio se abrió para dejar paso a Mackenzie, sus ojos interesados se posaron en mí y después en mi maleta.

—¿Te marchas? —Preguntó curiosa.

—Tan solo unos días, no tardaré demasiado —le sonreí despreocupado.

—¿Y a dónde vas?

—Cerca de aquí, un evento de trabajo.

—Tal vez uno como este ¿no? —Dijo sacándose un papel doblado de su bolsillo—. ¡¿No pensabas decirme la verdad?! ¡¿Pensabas marcharte sin más?! —Preguntó mirándome furiosa.

—Oye, siento habértelo ocultado, tan solo me han invitado y voy para asegurarme que todo está bajo control. Pero que sea la última vez que vuelvas a meterte en mi correo —la miré con advertencia.

—No me hizo falta, Vlad me mandó el mensaje. ¿Qué te costaba decírmelo, Iván? —Dijo cruzándose de brazos mientras su enfado iba disminuyendo.

—No quería que recordaras todo aquello que te hizo ese mal nacido, sé que lo pasaste muy mal.

—Y te lo agradezco, pero no me gusta que me oculten cosas —suspiró.

—Lo sé y lo siento de verdad —le dije acercándome a ella para acariciar su mejilla dulcemente.

—No quiero que te hagan daño... —Sus brazos envolvieron mi cuerpo, su mejilla estaba apoyada sobre mi torso.

—No me harán nada, tan solo es una estúpida fiesta para fardar de dinero y posesiones. Créeme, yo tampoco quiero ir, Vlad insistió.

Se separó de mi cuerpo y me miró a los ojos atentamente.

—Te echaré de menos.

—Yo también —besé suavemente su frente—. No te preocupes, Vlad se quedará contigo para protegerte y para que no estés sola.

Me sonrió y me dejó solo en la habitación para que terminase de hacer mi maleta. En unas horas pondría rumbo a ese ridículo evento.
Después de tres horas de trayecto, llegué al hotel. Agarré mi maleta y me dirigí al mostrador, hice el check in y en seguida me dieron la tarjeta de mi habitación. Abrí la puerta y una enorme suite me dio la bienvenida. Dejé la maleta en el reposa equipajes y fui al baño para lavarme las manos y ducharme. Me puse mi ropa interior y un chándal cómodo. Me sequé un poco el pelo con la toalla y la dejé en el suelo para que pudieran llevársela mañana. Desbloqueé mi teléfono y le mandé un mensaje a Mackenzie sobre mi llegada, al instante contestó agradeciéndome y deseándome suerte para mañana. Lo mismo hice con Vlad. Dejé el teléfono sobre la mesa de noche y me tumbé en la cama para ver un poco la televisión.

La luz entraba por la ventana, mis ojos se abrieron debido a la iluminación. Me levanté de la cama y me dirigí al cuarto de baño a lavarme la cara. Fui hacia mi maleta y cogí unos vaqueros y una camisa y bajé a desayunar. La cafetería era enorme, el gran bufé estaba repleto, decidí coger unas piezas de fruta y un café. Me senté en la mesa más próxima y abrí mi teléfono para distraerme leyendo las últimas noticias. Deslizaba mi dedo por la pantalla sin pararme realmente a leerlas, tan solo ojeaba alguna que fuese interesante. Terminé de desayunar y regresé a mi habitación. Me senté sobre la cama, un mensaje de Vlad inundó la pantalla de mi móvil: Recordaba mi asistencia al evento, sabía que cabía la posibilidad de que abandonase el hotel y pusiese rumbo a Nueva york sin importarme nada una mierda. Le contesté de inmediato afirmando mi asistencia. El evento comenzaba sobre la hora de comer, pero me pasaría más tarde, a eso de las siete y media aproximadamente, cuanto menos tiempo estuviese, mejor, tan solo cumpliría y me marcharía. Saqué mi traje negro del armario y lo dejé sobre la silla de escritorio. Mientras se hacían las siete, decidí llamar a Mackenzie para ver cómo estaba, he de reconocer que extrañaba su ausencia, estar con ella se había convertido en mi rutina. Al tercer pitido me contestó, su dulce voz me hablaba con entusiasmo, podía imaginar su sonrisa hablándome de cómo estaba desde aquí. Mackenzie era una mujer realmente especial, cada día de mi vida me torturaba a mí mismo no pudiéndole dar más allá de lo que ella ansiaba, necesitaba encontrar a alguien que la amase de verdad, la cuidara y la respetara como ella se merecía. Yo le daba todo eso menos el amor, sí la quería, pero nunca podría amarla.

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