Lo dejé allí solo. No podía perder más tiempo, necesitaba averiguar todo lo posible. Necesitaba encontrar a Marc e indagar sobre su pasado para confirmar mi teoría. Busqué a mi alrededor, pero no lo encontré, le pregunté a algunos camareros, pero tampoco supieron decirme dónde se encontraba. Desesperada, agarré un cigarrillo de mi cartera y lo coloqué sobre mis labios mientras buscaba el mechero en algún lado de ella. Lo encendí y comencé a inhalar su tóxico humo.
—No deberías fumar —dijo apoyando sus antebrazos sobre la mesa.
—Ni tú deberías acosarme, pero sin embargo lo haces, así que estamos a partes iguales —le respondí expulsando el humo sobre su cara.
Metió su mano dentro de la chaqueta de su traje y sacó un cigarrillo.
—Qué irónico que me digas que no debo fumar.
—Tan solo era un consejo.
—Créeme, te viene mejor a ti que a mí. Ahora, si me disculpas, tengo cosas que resolver —agregué terminando el cigarrillo y tirando la colilla al suelo.
Me alejé de allí y de nuevo volví a buscar a Marc. Tras no haberlo visto fuera, decidí entrar en la casa. Era realmente grande, dos escaleras se unían en los laterales para juntarse en un mini balcón. Al fondo se encontraba una amplia mesa de comedor frente a unos ventanales con vistas al porche. Subí las escaleras y me dirigí a una de las puertas que había. Toqué y esperé que alguien contestara, pero nadie lo hizo, así que decidí abrir la puerta y entré. Revisé la habitación, pero no había ni rastro de Marc.
«¿Dónde estaba ese idiota?»
—¿Buscas algo? —Preguntó una voz detrás de mí.
Asustada me giré para ver de quién se trataba.
—Te estaba buscando a ti —le contesté.
—¿A mí? —Me miró extrañado.
—Sí —afirmé—. Me has parecido interesante y quisiera saber más sobre ti —le dije mientras acariciaba su pecho.
—Vaya, debo de ser afortunado, que una mujer tan hermosa quiera conocerme, debe ser una suerte —sonrió.
Le devolví el gesto y bajamos las escaleras, nos dirigimos al salón para sentarnos en el extenso sillón en forma de ele.
—Y dime ¿qué quieres saber de mí? —Preguntó intrigado.
—Va a sonar un poco raro, ya que técnicamente nos acabamos de conocer hace unas horas, pero me siento atraída hacía ti de una manera que nunca pensé que sentiría —le contesté.
Sus ojos en todo momento me miraban atentos, de vez en cuando se desviaban a mi escote, pero para eso era la función de mi vestido. Atraerlo, que se obsesione y conseguir información suficiente.
Se aproximó más a mí y su mano acarició mi muslo desnudo mientras tomaba aire.
—Pensé que el loco era yo. No me imaginé que te pasara eso con alguien como yo, quiero decir, mucho más mayor que tú —me decía mientras su mano iba ascendiendo por mi muslo poco a poco.
Su respiración se aceleraba cada vez más, estaba tenso. Lo tenía donde quería, tan sólo tenía que hacer que bebiese una copa para poder verter el pequeño frasco sobre ella.
—¿Te apetece una copa? —Le pregunté sonriéndole dulcemente.
—Por supuesto. ¿Deseas algo?
—Lo mismo que tú estará bien.
Se levantó del sofá y fue hacía el minibar para servirnos las copas. Mientras, agarré el frasco de mi cartera y lo escondí en un hueco de mi escote.
—Aquí tienes —dijo mientras me tendía la bebida.
—Gracias —contesté.
Se sentó de nuevo junto a mí, volvía a mirarme de esa sucia manera.
—¿Por dónde íbamos? —Pregunté mientras me acerca más a él y esta vez, era yo quién ponía mi mano sobre su muslo.
—Brindemos por nosotros.
—Por nosotros.
Alzamos nuestros vasos y los chocamos en el aire. Necesitaba introducir aquel suero sobre su bebida, así que fingí torpemente derramar mi copa sobre él.
—Mierda, lo siento.
—No te preocupes, iré a por otra camisa.
—Lo siento, de verdad.
Se levantó del sofá y fue al final del pasillo. Aproveché esos minutos para verter el suero en la bebida.
—Espero no haberte hecho esperar demasiado —volvió a sentarse en el sofá.
—En absoluto —le contesté.
Agarró su copa y le dio un ligero sorbo para después volver a dejarla sobre la mesa de cristal.
—Te queda muy bien esa camisa —le dije mientras me subía a horcajadas sobre él.
Sus manos inquietas me agarraron de la cintura y me levantaron para que mi feminidad estuviese encima de su duro bulto.
—Eres jodidamente perfecta —dijo besándome el cuello.
Sus manos me agarraron el culo con fuerza y un jadeo salió de sus labios.
El suero debía de haberle hecho efecto, así que decidí probarlo.—¿Qué sabes sobre Mackenzie? —Le pregunté besando lentamente su cuello.
—Cuál Mackenzie.
—Mackenzie Johnson.
—Esa zorra... —Murmuró—. ¿Para qué quieres saber si la conozco?
—Nada, simple curiosidad.
Sus manos subieron hasta mis pechos y los agarró con fuerza haciéndome daño a la vez que los mordía con desesperación.
—¿Qué pasó entre los dos?
Se detuvo y me miro con sus oscuros ojos marrones.
—Eso a ti no te importa —contestó fríamente.
Era un pez gordo, no iba a ser tan fácil como pensaba, necesitaba que hablase más. Me armé de valor y besé sus asquerosos labios. Al principio se sorprendió ante mi arrebato, pero después me devolvió el beso con más intensidad. Su lengua reclamaba la mía, y muy a mi pesar, le di la entrada.
—¿Qué te hizo esa zorra para que te pusieras de mal humor cuando te pregunté?
—Nada.
—Oh vamos, puedes confiar en mí. ¿Es que no te daba lo que tú querías?
—Se negaba a complacerme, así que tuve que tomar medidas y satisfacerme a mí mismo. Si ella no quería a su manera, lo haría a la mía.
«Menudo carbón. Lo que me temía, había abusado de esa pobre mujer, menudo cerdo psicópata».
—Suele pasar, pero eso es porque no encontraste a la adecuada —le dije respaldándole.
—Ya la encontré —contestó mirándome con puro deseo en sus ojos.
—Quiero que cierres los ojos, te daré una sorpresa. Pero no debes abrirlos hasta que yo no te lo diga.
—¿Qué vas a hacer preciosa?
—Te va a encantar, te lo aseguro.
Agarré mi pistola y le di un golpe sobre su nuca, dejándolo aturdido durante un rato. Coloqué su copa sobre su mano simulando que estaba dormido debido a la cantidad de alcohol en su sangre.
Cogí mi cartera y salí deprisa de allí. Llamé a un taxi y salí de aquella casa.
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Wiles
RomanceUna agente del FBI y un mafioso. Interesante combinación ¿verdad? Dos protagonistas, dos historias ocultas. ¿Serán capaces de mostrar sus sentimientos el uno al otro o preferirán seguir viviendo con mentiras y engaños?